martes, 22 de octubre de 2024

Ventajas del terraplanismo para la integridad de España




Conforme al principio de Brandolini, la cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es de un orden de magnitud mayor que la necesaria para generarlas. Sin embargo, en lo referente a las cuestiones patrias, el terraplanismo evita un considerable desperdicio de esa energía. En estos cruciales momentos en que, según los partidos y la prensa de derechas, España está (una vez más) a punto de romperse, la planicidad de la Tierra supone una gran ventaja. Pues, en caso de ruptura, los fragmentos se quedarán en el mismo lugar en el que estaban, mientras que, de ser cierta la esfericidad del planeta, tal como sostienen las ciencias convencionales, esos trozos de españolidad caerían fatalmente, dispersándose parte de la esencia hispana en el vacío interestelar.


La ley de la variedad requerida o también conocida como ley de Ashby (William Ross Ashby, 1956), establece que cuanto mayor sea la variedad de acciones de un sistema regulado, también es mayor la variedad de alteraciones posibles que deben ser controladas. Dentro del complejo mundo de las interacciones sociales humanas, las denominadas "teorías de la conspiración" ilustran muy bien esas alteraciones que perturban el normal funcionamiento del sistema.

Veamos algunas de las teorías conspirativas de mayor calado: la Covid (la epidemia fue creada por farmacéuticas para introducir una vacuna con microchips de control); el gran reinicio (el plan de recuperación económica elaborado por el Foro Económico Mundial en respuesta a la pandemia de la covid-19 es, en realidad, un plan de control global de la población); la tiranía verde (la crisis climática es un bulo creado por la industria verde para recortar derechos y libertades); el gran reemplazo (un plan oculto para que la población cristiana europea sea reemplazada por árabes, norteafricanos y subsaharianos)

Entre las teorías conspirativas más extravagantes cabe señalar la de los chemstrails (apoyándose en las estelas de condensación que dejan en la atmósfera las aeronaves a gran altura, afirma que el Gobierno utiliza los aviones comerciales para esparcir gases destinados a influir en las personas por "razones siniestras"; algo similar a la que afirma que el Gobierno emite algún tipo de mensajes enmascarados en las señales de televisión para controlar la mente de las personas.

Pero la conclusión más increíble del sondeo que el centro estadounidense de análisis Public Policy Polling realiza cada dos años al concluir cada ciclo electoral, es que el 4% de los consultados no duda en afirmar que Estados Unidos es gobernado por lagartos extraterrestres disfrazados de personas, como en la popular serie de televisión V. Y recientemente, la representante republicana Marjorie Taylor Greene ha sugerido que los huracanes están siendo creados de forma artificial y dirigidos contra los votantes de Trump… ¡usando láseres!

No se olvide que entre los votantes de Trump abundan los creyentes en la teoría QAnon (una cábala satánica y pedófila quiere controlar el mundo). La doctrina general de QAnon es que el "estado profundo", una supuesta red secreta de élites globales con su propia agenda política, maneja los asuntos mundiales. Esta red está integrada por una camarilla secreta de adoradores del diablo dedicados al secuestro en masa de niños

Sin duda, la teoría conspirativa más surrealista es la que afirma que la Tierra, nuestro planeta, es plana. Lilia Lemoine, diputada electa en Argentina por el partido La libertad avanza, liderado por Milei, es una ardiente defensora de esta visión: “¿Por qué los gobiernos del mundo quieren ocultarle a la humanidad que la Tierra es plana y que hay una gran pared de hielo que la circunda?”; por esa razón no hay vuelos comerciales sobre el océano Pacífico. Gracias a sus méritos científicos, Lemoine fue nombrada primera secretaria de la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en la Cámara de Diputados. Pero no solo afirma que la tierra es plana; tampoco cree que el hombre haya llegado nunca a la luna, otra conspiración en la que, como en tantas otras, están envueltas sectas secretas que pretenden dominar el mundo, y controlarnos.

España no se libra de sus propias teorías conspirativas, en general creadas por grupos de ultraderecha que la derecha con posibilidades de gobernar no tiene el menor reparo en asumir.

Por ejemplo, el lanzado a raíz de la creación de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Esta unidad, que depende del Ministerio de Defensa, se creó en octubre de 2005 con el objetivo de "intervenir en cualquier lugar del territorio nacional para contribuir a la seguridad y bienestar de los ciudadanos" en supuestos de "grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas". Entre estos casos se incluyen las emergencias declaradas de interés general, los riesgos naturales o tecnológicos, los incendios forestales, los atentados terroristas y cualquier otro que decida la Presidencia del Gobierno.

Pues bien, la UME nació bajo sospecha en cuanto a los motivos de su puesta marcha, debido a la campaña alimentada por la prensa de derechas que llegó a sembrar la sospecha de que se trataba de la guardia pretoriana del entonces presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero. Según llegaron a vaticinar algunos, merced a esa fuerza armada, pretendía perpetuarse en el poder atrincherándose en el palacio de la Moncloa.

La otra gran teoría de la conspiración en versión carpetovetónica predice la ruptura de la sacrosanta nación española. "España se rompe" es la consigna que anuncian, un día sí y otro también, los partidos políticos de la oposición, la patronal y los altavoces mediáticos sostenidos por ellos. Según ellos España se ha roto en varias ocasiones: por la subida del salario mínimo interprofesional (SMI); por la legalización del matrimonio homosexual; por la declaración de independencia de Cataluña durante cinco minutos y por el posterior indulto —ampliado ahora en forma de amnistía— a los responsables de aquel ridículo episodio.

En 2013, el matemático italiano Alberto Brandolini apuntó lo que ya es conocido como el principio Brandolini: la cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es de un orden de magnitud mayor que la necesaria para generarlas. 

En este sentido, el terraplanismo viene a ahorrarnos un considerable desperdicio de energía. Ya que, en estos cruciales momentos en que España está (una vez más) a punto de romperse, la planicidad de la Tierra supone una gran ventaja. Pues, al romperse, los fragmentos se quedan en el mismo lugar en el que estaban, mientras que, de ser cierta la esfericidad del planeta, tal como sostienen las ciencias convencionales, esos trozos de españolidad caerían fatalmente, dispersándose parte de la esencia hispana en el vacío interestelar.