martes, 1 de enero de 2013

2013: Cantando desde la resistencia



 "Lo primordial es negarse a asfixiar 
 cuanto de vida podamos alumbrar…
Nos salvaremos por los afectos…
El mundo nada puede contra un hombre 

que canta en la miseria".

Con algo de retraso acuso recibo de la felicitación de Año Nuevo que me envía mi querida amiga María Novo. La encabeza con esta cita de La resistencia, de Ernesto Sabato, a las que añade unas hermosas reflexiones de su propia cosecha que quiero compartir con vosotros. 
 
Alumbrar vida es seguir en pie,
 saber soñar y rebelarse a un tiempo,
confiar en lo improbable,
haciéndole un sitio en nuestro día a día,
para que se convierta en posible
vestido de esperanza y de coraje.

Nuestras armas no son de guerra,
si siquiera son artefactos mecánicos.
Se llaman imaginación, resistencia,
y también afectos, redes de manos enlazadas…

Ellas derriban muros, abren puertas.
Y ya hemos aprendido a abrazarnos…

Con ese pequeño/gran tesoro para el viaje,
cantemos juntos, amigos,
para que no nos secuestren la alegría.

Y el mundo nada podrá contra nosotros…

Cuentan que había un hombre que era tan pobre que sólo tenía dinero. Y también escuché decir que el hombre feliz no tenía camisa. Sin llegar a los extremos de la metáfora, tener algunas camisas en el armario y algo de dinero que permita viajar en transporte público para reunirse con los amigos suele aportar apreciables dosis de felicidad a quienes han sabido apartar su mirada de la engañosa ambición de lograr cosas materiales. Pues una de las primeras lecciones que debieran enseñarse en la facultad de Económicas es que morirse teniendo mucho dinero en la cuenta bancaria es una operación ineficaz y francamente desastrosa.

 

Las mejores cosas de la vida no cuestan dinero: un beso, una caricia, una sonrisa, una risa abierta, una noche llena de besos, caricias, sonrisas y risas... Los afectos no cuestan dinero, aunque constituyen un tesoro que hay que ganárselo. Incluso en las más negras noches que nos puede tocar vivir en un mundo cuya historia está escrita con más páginas de infamia que de humanismo, si tenemos un puñado de afectos guardados en nuestro almario podremos cantar, dando la razón a Sabato: "El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria". 

Frase que, por cierto, me trae a la memoria un fragmento de otro de nuestros tesoros, el de las letras, en el que se cuenta el episodio en que el cachazudo Sancho Panza, habiendo sido nombrado gobernador de la Ínsula Barataria, hubo de celebrar un singular juicio. El caso es que se presentó un corchete que traía asido a un mozo al que había detenido al notar que huía ante su presencia. Tras interrogarle sumarialmente, Sancho dispone que duerma esa noche en la cárcel. Ved la respuesta que dio el mozo:

—Por más poder que vuestra merced tenga —dijo el mozo—, no será bastante para hacerme dormir en la cárcel.

—¿Cómo que no? —replicó Sancho—. Llevadle luego donde verá por sus ojos el desengaño, aunque más el alcaide quiera usar con él de su interesal liberalidad, que yo le pondré pena de dos mil ducados si te deja salir un paso de la cárcel.

—Todo eso es cosa de risa —respondió el mozo—. El caso es que no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven.

—Dime, demonio —dijo Sancho—, ¿tienes algún ángel que te saque y que te quite los grillos que te pienso mandar echar?

—Ahora, señor gobernador —respondió el mozo con muy buen donaire—, estemos a razón y vengamos al punto. Presuponga vuestra merced que me manda llevar a la cárcel y que en ella me echan grillos y cadenas y que me meten en un calabozo, y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda. Con todo esto, si yo no quiero dormir, y estarme despierto toda la noche sin pegar pestaña, ¿será vuestra merced bastante con todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero?



Ahí está la gran lección: Con todo su poder para desposeernos, con toda su fuerza represiva, por más grillos y cadenas que cargue sobre nosotros, el Orden Establecido no podrá imponernos el sueño si nuestra voluntad es firme. Somos propietarios de nuestros sueños pues, al fin y al cabo, esa es la naturaleza de la que estamos hechos: We are such stuff as dreams are made on (Shakespeare, La tempestad, con permiso de Sam Spade).

Cuando queramos soñar, soñaremos. Pero ante la visión de la injusticia no podemos permitir que nos anestesien la conciencia, que intenten dormirnos contándonos cuentos inmorales. "La Historia, dice Sabato, es el más grande conjunto de aberraciones, guerras, persecuciones, torturas e injusticias, pero, a la vez, o por eso mismo, millones de hombres y mujeres se sacrifican para cuidar a los más desventurados. Ellos encarnan la resistencia".



  





2 comentarios:

  1. Muy bueno, Cive, y que sigas sembrando esperanza y humanismo con nosotros.(j&A)

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  2. Tu amiga, tú y yo, ya somos tres a resistir. Tras la resistencia viene el contraataque. Aunque las fuerzas ya no son las mismas, echaremos una mano.
    Salud

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