lunes, 10 de enero de 2011

Obsolescencia programada: me cisco en los fabricantes

Anoche, cuando me disponía a ver en La Dos de RTVE el documental 'Comprar, tirar, comprar', de Cosima Dannoritzer, mi flamante televisor de la marca LG dejó de funcionar. Acudí raudo a comprobar la garantía del mismo, legalmente dos años en España. Descubriendo con horror que había expirado el 8/12/2010. Es decir, que el aparato se rompió justo un mes después de terminar la cobertura. Lo que equivale a la prueba del nueve de la obsolescencia programada.



El televisor anterior, de los antiguos de pantalla catódica, llevaba tanto tiempo en esta casa que no recuerdo con exactitud los años que duró. Mi anterior automóvil me prestó servicio durante 22 años, y lo hubiera hecho por lo menos otros diez a no ser por el maldito accidente que lo puso fuera de juego: una colisión con otro vehículo conducido sin control por un niñato de mierda que regresaba cargado de alcohol de alguna juerga. Dada la antigüedad de mi vehículo, la aseguradora lo declaró siniestro total, con una indemnización que hubiera sido fastuosa un siglo atrás.

Pero un producto que dure siempre es un mal negocio para las empresas, por lo que es práctica habitual crear cosas con fecha de caducidad programada, cuando realmente la tecnología existente permitiría un mucha mayor duración del mismo. Durante veinticinco años me ha acompañado a todas partes una robusta cámara réflex Nikon, sin sufrir ninguna avería. Para ponerme al día, la sustituí por otra digital de la misma marca. Una vez pasada la garantía dejó de funcionar. Por la reparación, consistente en sustituir ese motorcillo de señorita Pepis más simple que el mecanismo de una zambomba, como se puede apreciar en la fotografía, en el servicio oficial me soplaron la friolera de 200 euros.



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La obsolescencia programada por parte de los fabricantes planifica, ya durante la fase de diseño un producto o servicio, el fin de la vida útil del mismo, de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante. La obsolescencia planificada tiene un potencial considerable y cuantificable para beneficiar al fabricante dado que el producto va a fallar en algún momento, obligando al consumidor a que adquiera otro producto nuevamente, ya sea del mismo productor (mediante la adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o mediante la compra de un modelo del mismo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo que también se prevé en el proceso de obsolescencia planificada.

A estas alturas, ninguna persona con dos dedos de frente ignora que, al menos en lo que concierne a los países desarrollados, tenemos acumulada suficiente riqueza para vivir holgadamente durante mucho tiempo. Las desigualdades sociales existentes no derivan de la escasez, sino de una distribución injusta. Pero lo cierto es que, en conjunto, hemos producido bienes de consumo en cantidad suficiente como para permitirnos el lujo de permanecer durante una década sin producir, aparte de alimentos, más que un pequeño contingente de mercancías destinadas a la reposición.

Aunque las fábricas funcionasen tan sólo al diez por ciento de su capacidad, es seguro que no faltaría el abastecimiento de los productos secundarios. Se cuenta que el hombre feliz no tenía camisa, pero cuando cada habitante de los países ricos tiene ya una docena de camisas en su armario parece que debería ir pensando en buscar la felicidad.

¿Por qué no se hacen leyes contra este abuso de la obsolescencia programada? La respuesta es el mantenimiento del consumo. Alimentando el círculo tan vicioso como estúpido de fabricar, comprar, tirar, volver a fabricar, se mantiene el motor de una economía absurda de la que obtienen beneficio los fabricantes. Ah, y el empleo, no se olvide: así se mantienen millones de empleos basura ocupados en la fabricación de basura.

Esta maraña de contradicciones del sistema se han enredado hasta formar un nudo gordiano que las élites politicas son incapaces de deshacer. Faltos de la decisión de un Alejandro para cortar el nudo con un tajo certero, los dirigentes sólo saben pedalear para que la bicicleta no se detenga. Aunque no sepamos con qué objeto ni hacia qué destino, la consigna es seguir dando pedales. En palabras de Agustín García Calvo:

"Como te han convencido de que hay que trabajar, no sólo hay que trabajar, sino que hay que trabajar ocho, nueve o diez horas; porque, como aquello de disminuir las horas de trabajo no iba por buen camino, [...] hay que inventar la fabricación de inutilidades. Pero, amigo, son inutilidades que no sólo tenéis vosotros el trabajo de comprarlas, sino que antes hay el trabajo de fabricarlas [...] manteniendo el trabajo inútil y, por lo tanto, dando a los gobernantes la justificación de la creación de puestos de trabajo". (Contra el automóvil, Barcelona, 1996)

Por lo pronto, con toda solemnidad y como mejor proceda en Derecho,
me cisco en el alma de los fabricantes, conteniéndome, por educación cívica, de mentarles la madre. Al menos por escrito.


Invito a quienes sufran averías de este tipo a contarlas aquí, en el apartado comentarios. A ver si conseguimos crear un potente foro de ciscantes, o una potente corriente ciscatoria.


12 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo y para corroborarlo aun más observar que, casi todos los fabricantes te ofrecen (por un módico precio)ampliaciones de garantía de 2, 3 o 4 años.
    Ya no se hacen trajes de pana como los de antes. Y si no que se lo digan a Felipe González.
    Saludos.
    Delfin

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  2. Pues llevo despotricando de lo mismo que tú hace varios años.Conservo la cámara olimpus. Conservo la televisión por más que mi hijo quiera que la cambie.Y mi coche tiene 14 años y no lo pienso cambiar,y mi niñato sabe que no es para él.Me ha felpado el calentador a los cinco años Fagor, y los hacen , en efecto, para una duración de cinco años.Me cisqué.El aire acondicionado preescribió a los cinco años, también.
    Ahora bien, confieso que busco la felicidad o la alegría de vivir desde hace un tiempo.
    Un saludo y hermoso artículo Cive.

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  3. Gracias, Virginia, por tu comentario. Estoy de acuerdo contigo en lo referente a la búsqueda de la felicidad. O al menos del sosiego o ataraxia epicúrea que ya hemos comentado alguna vez. De estos inconvenientes lo que más me indigna es el tiempo que me hacen perder. Por lo demás, cuando soy más feliz es cuando menos cacharros uso. Pues la abundancia de bienes produce penuria de tiempo.

    Por cierto, tu nombre y la aspiración a la felicidad me recuerda que la primera de las constituciones modernas declaraba entre los derechos inalienables del ser humano, el de la búsqueda de la felicidad. El 12 de junio de 1776 la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia afirma en su artículo I:

    Que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos innatos, de los que, cuando entran en estado de sociedad, no pueden privar o desposeer a su posterioridad por ningún pacto, a saber: el goce de la vida y de la libertad, con los medios de adquirir y poseer la propiedad y de buscar y obtener la felicidad y la seguridad. (life, liberty and pursuing happinesa and safety)

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  4. Experiencia con una cámara digital Canon. Fuera ya de garantía, se cae y se atora el mecanismo de apertura del objetivo y de selección de los modos de fotografiar. Visita al servicio oficial. La empleada te dice que el coste de la reparación es 110 euros, pero que una nueva, con el doble de píxeles te vale 140, que lleva incluida tarjeta de 2 gb. y funda. ¿Qué usuario no cae en la trampa que te ponen, por 30 euritos de nada? Ese es el negocio de estas fuck de multinacionales. ¿es para ciscarse o no es para ciscarse en sus consejos de administración?

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  5. ¿Zetapé cuenta como máquina obsoletamente programada? ¿O Rajoy? (no tengo preferencias, si acaso, aversiones) Si se estima necesario aporto foto, pero tampoco quiero fastidiar a las personas.

    Vale, lo dicho es broma, pero solo en parte. Ellos llegan, pagadas sus campañas por los capitales, acomodan los intereses de los capitales, y cuando se han convertido en maquinaria mediáticamente poco atractiva (porque ideológicamente son iguales) se van. ¿Ya dónde? Pues a prestar sus obsoletos servicios a los consejos dirección de los capitales, a dormitar, a dar cursos carísimos y a soltar como loritos la información que pillaron mientras no eran obsoletos.

    Lo dicho: obsolecencia política programada. Y lucrativa.

    A todo esto: muy buen artículo, como es habitual en el autor, lúcido y de agradable lectura.

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  6. Cagoenlá! Y mira que envié corriendo el art. para que llegara a tiempo de enterarse de su pase en TV2.
    En mi casa, y en mi caso, somos la ruina de la industria. Llevé lentillas durante 27 años ¡las mismas! pese a que se me cayeron multitud de veces ahí estaba yo para buscarlas.
    Aunque... ahora que ahondo en mí, el frigorífico que compré al llegar a Getafe la palmó a los diez años, vida útil que le daban a los electrodomésticos en esa época.
    En cuanto a las cámaras fotográficas, dos veces tuve que reparar una Canon réflex; en ambos por caída se obturaba el objetivo, vamos que no echaba la foto. Coste de cada reparación: 180 euros, tarifa mínima por abrir la máquina en el sº técnico de la marca. Vamos... como si hubiera pagado dos cámaras adquiriendo sólo una.
    Buena noche y ¿cómo va la tele?

    PAQUITA

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  7. La tv sigue en coma, a la espera de encontrar algún taller que no sea demasiado ladrón. Por cierto, el 20 estaré en Getafe, presentando mi último libro sobre pensiones.

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  8. Necesitaba un frigorífico nuevo y me curré muchísimo la elección. Opté por un Bosch, tecnología alemana, una cooperativa solvente en lo social y en lo sostenible, y me lancé a la compra de un aparato efeiciente energéticamente. Bueno, ha cumplido 4 años y un tubito ridículo, que cumple una función mínima y sencilla, ha casacdo y cuando lo tienes en la mano, no hace falta ser ingeniero para saber que ese plástico no resiste la congelación. Me dice el técnico que me compre otra que el arreglo es de 126 € Cuando le dije ..."¿como le devuelvo al planeta este lío de plástico, metal, cristal y productos químicos en TAN poco tiempo?" He pagado los 126 € pero voy a escribir una carta a Bosch que compartiré con vosotros. Gracias, ciudadano Pérez, por este espacio terapéutico.

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  9. ¿Has leído "La historia de las cosas"? Habla de esto y de mucho más. Hay también un pequeño documental que puedes encontrar en la red. Salud.

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  10. Empezaron con la obsolescencia programada en los cachivaches y en vista del exito obtenido empezaron a aplicarlo al pensamiento, eso sí, con la inestimable ayuda de prensa, radio y tertulianos mamporreros... y ahí estamos, boquiabiertos y anestesiados ante la tele. Hasta que se rompa porque le ha llegado su hora. (Coño, le acabo de encontrar una cosa buena a la obsolescencia programada...)No hay nada como el optimismo.

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  11. Siempre tan elocuente y didáctico, Cive. Tienes más razón que un santo. Imagino que, en esto de las obsolescencias alevosamente programadas, todas/os tenemos alguna experiencia desagradable que sumar o apuntar. Esto se parece a las "atrocidades" que, ya por método y sistema, comenten todas las empresas de telecomunicaciones. Una buena amiga, en un foro concurrido, invitó a los asistentes a que levantaran la mano quienes no habían sufrido nunca una incidencia/atropello por parte de su empresa/compañía de telefonía... Nadie la levantó.
    Y aunque pretendamos como ciudadanos-consumidores tomar otras alternativas (mi coche ha cumplido en diciembre 20 años...) lo cierto es que prácticamente no nos queda mucho margen para el escaqueo.
    Por lo demás, seguimos buscando la felicidad o, al menos, la idea que de ella cada uno/a tiene ahí por los adentros. ¿Dónde recuperar el valor del ser sobre el tener/poseer?
    Y,es verdad Cive, que, aunque cada día nos quiten más derechos, espero que sigamos ejercitando y reivindicando el derecho a la "pataleta", a ciscarnos, a jurar en hebreo, arameo o spanish, a acordarnos de su madre, padre y perrito que les ladre... por lo menos eso es muy terapéutico, además de compartir estas vivencias en espacios como este tuyo (ya también un poquico nuestro). Por otra parte, yo siempre intento reclamar y hacer valer mis derechos. No vaya a ser que un día, por no hacerlo, nos olvidemos de que los tenemos (aunque cada vez más empresas, distribuidores y políticos se empecinen en demostrarnos lo contrario).
    Besicos

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  12. Hola Cive:
    Me acuerdo de las palabras de mi padre cuando decía no hacemos sino "mascar y tirar, mascar y tirar". Y esto otro de "tengo ropa para toda mi vida" y yo diría que más y eso que no tenía muchos armarios.Me he reído mucho con tu artículo, una forma muy divertida de exponer algo tan serio. Un saludo y ánimo.

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