viernes, 26 de febrero de 2010

¿A quién se le ha ocurrido la solemne estupidez...

... de aumentar la edad de jubilación? Es el colmo de la desfachatez: hace poco, los organizadores del Malestar intentaron que el Parlamento Europeo ampliase la jornada de trabajo a 65 horas semanales. Propuestas que ultrajan la memoria de dos siglos de luchas y sacrificios de los trabajadores para conseguir la jornada de 40 horas a la semana y la jubilación remunerada a una edad razonable. Es hora de plantar cara a tanta iniquidad y sinvergonzonería de políticos y tecnócratas incapaces de ofrecer por toda visión de futuro la de una espuria Tierra Prometida donde florece la precariedad en el empleo y fluyen ríos de ruindad salarial. Esos que pretenden que vivamos encadenados al duro banco hasta que la vejez nos robe el último aliento vital, deberían explicar adónde han ido a parar los beneficios de la productividad conseguida merced a unos avances tecnológicos que son patrimonio de la humanidad.


Desde muy remotas épocas de la historia de la humanidad, las mentes más privilegiadas de la especie (ésas que verdaderamente merecen el apelativo sapiens) se han encargado de inventar métodos para suavizar la dureza de la lucha por la supervivencia, optimizando la eficacia del trabajo. La rueda, invento fundamental, ya estaba rodando a finales del Neolítico. Posiblemente cumplió la función inicial de rueda de alfarero en Mesopotamia, y luego se empleó en la construcción de carros, que hizo más liviano el transporte de pesadas cargas.

Hacia el año 85 a.C. el poeta Antipater de Tesalónica saludó con gozosos versos la llegada de un notable avance tecnológico: el accionamiento hidráulico de las ruedas de los molinos, que liberaba a las mujeres de la penosa tarea de la molienda a mano del cereal.

Dejad de moler ¡oh vosotras!, mujeres que os esforzáis en el molino; dormid hasta más tarde, aunque los cantos de los gallos anuncien el alba. Pues Deméter ordenó a las ninfas que hagan la tarea de vuestras manos y ellas, saltando a lo alto de la rueda, hacen girar su eje, que con sus rayos mueve las pesadas y cóncavas muelas de Nisiria. Gustemos nuevamente de la vida primitiva aprendiendo a regalarnos con los productos de Deméter sin esfuerzo.


En épocas más recientes, otros investigadores descubrieron que la fuerza del vapor podía aplicarse a mover la rueda. Ingenieros como Newcomen y James Watt, pusieron a punto la máquina de vapor, que resultaría fundamental en el desarrollo de la Revolución industrial. Los humanos pudimos desplazarnos de manera más rápida, mover potentes máquinas que aliviaran el esfuerzo anteriormente requerido para realizar pesadas tareas. Luego sería descubierta la manera de generar electricidad en grandes flujos, las comunicaciones sin cable, la informática...

En 1930, en un breve ensayo titulado Las posibilidades económicas de nuestros nietos. John Maynard Keynes predijo que en cien años –es decir, hacia 2030– el crecimiento del mundo desarrollado se habría detenido de hecho, debido a que la gente ya "tendría suficiente" para llevar "una buena vida". Las horas de trabajo remunerado se reducirían a tres diarias, una semana laboral de quince horas.

La predicción de Keynes descansaba en el supuesto de que, con un incremento anual del 2% en el capital, un incremento del 1% de la productividad y una población estable, el nivel medio de vida se multiplicaría por ocho como promedio. Esto nos permite averiguar cuánto pensaba Keynes que era "suficiente". El PIB per cápita en el Reino Unido a finales de la década de 1920 (antes del crac del 29) era aproximadamente de 5.200 libras (unos 8.700 dólares) valoradas hoy. De acuerdo con ello, estimaba que un PIB per cápita de aproximadamente 40.000 libras (66.000 dólares) sería "suficiente" para que los seres humanos dirigieran su atención a cosas más agradables.

Ochenta años más tarde, el mundo desarrollado se ha acercado a la meta de Keynes. En el año 2007 (es decir, antes del crac), el FMI informó de que el PIB medio per cápita en los Estados Unidos se mantenía en 47.000 dólares y en 46.000 en el Reino Unido. Dicho de otro modo, el Reino Unido ha experimentado un crecimiento multiplicado por cinco del nivel de vida desde 1930.

Ahora, el llamado grupo de los 100 economistas vuelve a la carga propugnando una a reforma de las pensiones que amplíe la vida laboral y baje la relación entre la primera pensión y el último salario. Los tecnócratas pagados por la banca y las compañías aseguradoras, que son las que pretenden sacar tajada del asunto, nos están contando una tremenda milonga ideológica que no deberíamos tener en cuenta. Si con las cotizaciones de unos trabajadores cada vez peor pagados no se pueden mantener los pagos a los pensionistas, entonces, que coticen los cajeros automáticos, entre otros beneficiarios de la productividad. A los bancos les sobra el dinero, hasta el punto de que se lo tienen que llevar lejos de nuestras costas para almacenarlo en refugios off shore.

Post scriptum


Tengo escritas un puñado de razones para no trabajar demasiado, y a base de recorrer los caminos de la Tierra puedo dar fe de que hay vida más allá del empleo. Una colega de la blogosfera, también caminante, acaba de recordarme una excursión que el pasado verano hice con unos amigos, en el curso de la cual subimos a la cumbre del Perdiguero (3.225 m). Entre los tres, sumábamos 183 años de edad. Si nos dejásemos encerrar en la ergástula hasta ese horizonte laboral del que hablan los insensatos, llegaríamos sin fuerzas al término de nuestra vida. Y, claro, no es esa la aspiración de una persona normal. Por lo tanto, nuestra mejor respuesta a expertos cercenadores de la buena vida, que les den eso que, en expresiva indicación gestual, sugirió un ex presidente de gobierno bajito de talla. Y con la misma herramienta, añado, arránquenles la muela del juicio. Pues han demostrado no tenerlo.




sábado, 20 de febrero de 2010

El absurdo paradójicamente establecido

Si los Ayuntamientos regulan los mercadillos para que no invadan los espacios públicos, nada tendría de extraño que el Estado, que en el caso de España está constitucionalmente llamado a velar por la protección del interés público, regule “los mercados”. En Londres, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de referirse a esa extraña “paradoja de que los mercados a los que acudimos a salvar nos examinen e intenten poner dificultades.”


Pues qué quieren que les diga, aunque lo populacheramente correcto sea meterse con el Gobierno (Piove? porco Governo), y en especial con su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, un servidor no puede por menos que estar plenamente de acuerdo con la posición expresada ayer en la capital del Reino Unido, por el presidente del Gobierno español.

En el curso de una conferencia pronunciada en Londres, Rodríguez Zapatero arremetió contra los mercados que obligaron a los gobiernos a inyectar ingentes fondos públicos para salvar al sistema del colapso. Esos mismos mercados que ahora les urgen a reducir el déficit, disparando el coste de la financiación de su deuda. Zapatero propuso una reflexión a las organizaciones internacionales que se pronuncian tan a menudo sobre la solvencia de los países [en alusión a las agencias de calificación de riesgo o a organismos como el Fondo Monetario Internacional]: “que recuerden que los déficit públicos se producen porque imperaron las tesis de los que hoy exigen apremiantemente a todos los gobiernos reducir el déficit. ¡Vaya paradoja y vaya contradicción! dijo Zapatero, que los mercados a los que acudimos a salvar nos examinen e intenten poner dificultades".

Debo estar de acuerdo con esa posición, ante todo por coherencia con lo que uno mismo escribe en estas páginas virtuales. En ellas manifesté hace unos meses mi sorpresa, mejor dicho, mi indignación, ante la osadía con que la agencia de calificación de riesgo financiero Standard & Poor's había sembrado dudas sobre la fiabilidad de la Deuda Pública española.

¿Quiénes son, a quién representan ese grupúsculo de oficinistas sabelotodo que montan una agencia de calificación de riesgo financiero y emiten dictámenes de alcance mundial? No olvidemos que fueron tres renombradas oficinas de esta calaña, Standard & Poor's, Fitch y Moody's, las que jugaron un papel nefasto en la actual crisis al propiciar el crack financiero con sus buenas calificaciones a títulos basados en hipotecas basura. En concreto, las de Bernard Madoff, uno de los mayores estafadores de la historia financiera.

Con tan dudosas credenciales, estos chupatintas asesores de los delincuentes son quienes dictan los preceptos morales del Nuevo Evangelio Económico. Y esto es así porque entre todos, creyendo que eso era lo moderno, hemos permitido que los mercachifles se apoderen del espacio público. Unos, por activa, permitiendo que la carcoma neoliberal invadiera la estructura de los estados. Otros, por pasiva, dejando que el mercado invadiera casi todos los espacios públicos.

No discuto la evidente utilidad que tiene el mercado, ni siquiera el atractivo estético que lo reviste cuando, por ejemplo, se organiza en forma colorido zoco bereber. Pero las ventajas del mercado comienzan a disiparse cuando se celebra más de una vez a la semana y fuera del lugar concreto (el souk) que tiene asignado en la ciudad. Pretender que toda la vida humana haya de transcurrir inmersa en un mercado continuo, es algo que, aparte de aburridísimo, concluirá por agotar los recursos del planeta.

Si los Ayuntamientos regulan los mercadillos para que no invadan los espacios públicos, nada tendría de extraño que el Estado, que en el caso de España está constitucionalmente llamado a velar por la protección del interés público, regule “los mercados”, ese eufemismo con el que se denomina al poderoso mundo de los negocios que, con la delincuencia financiera a la cabeza, campa libremente por el planeta. Por favor, infórmense y dejen de creer en los cuentos neoliberales. Como señala Vicenç Navarro, “Los llamados ‘mercados financieros’ tienen muy poco de mercados y son instituciones e individuos con nombres conocidos. Hoy el centro de los mal llamados mercados financieros son las famosas (infames) ‘hedge funds’”, fondos altamente especulativos, manejados, en parte, por grandes grupos bancarios".

Un aluvión de críticas ha caído sobre ZP por hablar de un hecho cierto. ¿Deben los gobernantes seguir mostrando sumisión a "los mercados" o se deben al electorado que los situó en el puesto de mando? Personalmente, pienso que deben cantar las verdades del barquero, eso sí, sin exagerar la nota demagógica. Y me viene a la memoria don Nicolás Salmerón, presidente del Gobierno de la I República Española, que resentó su dimisión para no verse obligado a firmar las sentencias de muerte dictadas contra los principales responsables de la fracasada insurrección cantonal de 1873.


sábado, 13 de febrero de 2010

Pirámides, fraudes privados y pensiones públicas como un derecho constitucional


Uno de los argumentos favoritos de los detractores de los sistemas públicos de Seguridad Social es que, según ellos, el mecanismo de pensiones sigue un esquema piramidal que, tarde o temprano, está destinado a colapsarse y entrar en bancarrota. El argumento es radicalmente falso, toda vez que las pensiones públicas no son un negocio, sino un derecho que el Estado está obligado a garantizar acorde con la Declaración de los Derechos Humanos y ateniéndose al mandato de la Constitución española a los poderes públicos.


Se conoce como sistema piramidal a una operación fraudulenta de inversión, que implica el pago de prometedores o exagerados rendimientos (o utilidades). La clave de la estafa consiste en un proceso en el que las ganancias que obtienen los primeros inversionistas son generadas gracias a nuevos inversores que caen engañados por las promesas de obtener grandes beneficios. El sistema sólo funciona si crece la cantidad de nuevas víctimas.

Este sistema se conoce también como esquema Ponzi, en recuerdo de Carlo Ponzi, un emigrante italiano que llegó a Estados Unidos en los años veinte del siglo XX y organizó una monumental estafa a través de la cual consiguió recolectar abrumadoras sumas de dinero. Utilizando el señuelo de los suculentos intereses que prometió pagar a quienes invirtieran en una sociedad de compra de cupones de correos que se inventó, consiguió que la gente hiciera colas ante su oficina para para meter su dinero. Pero, en realidad, Ponzi no estaba comprando los cupones, sino que estaba pagando rendimientos de hasta el 100% en 3 meses con el capital de los sucesivos nuevos inversores.

Ponzi tuvo una temprana imitadora en España, nada menos que Baldomera Larra Wetoret, hija del escritor Mariano José de Larra. En la segunda mitad del siglo XIX, Baldomera montó su Caja de Imposiciones, prometiendo al que le dejaba una onza de oro que en un mes la devolvería duplicada. Se cree que llegó a recaudar 22 millones de reales a través de este fraude piramidal que afectó a unos en 5.000 impositores. Descubierto el pastel, huyó hasta ser finalmente detenida, juzgada y enviada a prisión en 1879.

En tiempos más recientes se han registrado en España otros casos de fraude piramidal, como los de Sofico (1974), Fidecaya (1982), Banesto (1993), Gescartera (2001) y FinanzasForex.com (2009). Aunque la más sonada fue la “estafa filatélica”, protagonizada por Fórum Filatélico y Afinsa (2009).

Los detractores del sistema público de Seguridad Social arguyen que el mecanismo se corresponde con un esquema piramidal cuya base está formada por los trabajadores en activo que cotizan para sostener a las franja superior integrada por los pensionistas. Con la particularidad de que bajo el esquema Ponzi la cúspide de la pirámide no crece, mientras que en el sistema público el número de pensionistas no deja de crecer dada la cada vez mayor longevidad de la población. Por lo tanto, el sistema necesita una base de entradas creciente ya que las salidas van aumentando. Pero el mismo crecimiento de las entradas hace aumentar, a la larga, las salidas, lo cual refuerza la necesidad de que entre en el sistema el dinero a un ritmo creciente.

La analogía entre el fraude Ponzi y la Seguridad Social es absoluta y radicalmente falsa. En primer lugar, los creadores de sistemas de inversión piramidal tienen una manifiesta intencionalidad de engañar al mayor número de personas antes de levantar el vuelo con el producto de la estafa. Mientas que el Estado, por su cualidad de permanencia, no sólo no se esfuma, sino que, además, es responsable de pagar las pensiones en cumplimiento de lo dispuesto en la Declaración de los Derechos Humanos y en la Constitución española. Las pensiones públicas, no se olvide, forman parte del repertorio de derechos que configura el Estado del Bienestar. Son resultado de un pacto político, no económico.

En segundo lugar, en el sistema público de pensiones rige el modelo llamado “de reparto”. Los trabajadores no capitalizan individualmente sus aportaciones sino que pagan una cuota proporcional a su salario con la que se constituye un fondo que sirve para pagar las pensiones. Para incentivar y compensar posteriormente sus aportaciones, la cuantía de la jubilacion efectiva de cada persona se calcula teniendo en cuenta su ‘carrera de cotización’, es decir, el tiempo y cuantía de sus aportaciones al sistema. En cuanto al fondo general, o presupuesto de la Seguridad Social, se calcula en cómputo anual. Y si en un momento dado los ingresos por cotizaciones no fueran suficientes para pagar las pensiones, el Erario debe aportar la diferencia. De hecho, la atención sanitaria, que hasta la década de 1980 era sufragada por el presupuesto de la Seguridad Social, pasó a ser financiada por el Estado con cargo a los impuestos generales.

Si las pensiones fueran privadas, es decir gestionadas por entidades bancarias y de inversión, como defienden los autores que escriben al dictado del mundo de los negocios, ¿quién garantiza el pago en caso de que la inversión fracase?

Porque hoy en día, las inversiones ya no respaldan industrias productivas, sino que en su mayor parte van dirigidas a la especulación. Desde 1973, el capitalismo especulativo ha sobrevivido a sucesivas crisis como las de 1987, 1992 y la de las punto.com en el 2000. Lo que han hecho los mercados financieros ha sido buscar continuamente nuevos mercados donde especular para salvarse de la quema. El más reciente, ha sido el del ladrillo, que no sólo ha generado especulación, sino también una absoluta corrupción en el funcionamiento de las grandes firmas financieras norteamericanas. La creación de bonos basura ha extendido por todo el mundo un fabuloso negocio piramidal asentado sobre valores irreales. ¿Es ésa toda la seguridad que pueden ofrecer unos bancos que, cuando se ven al borde del naufragio, necesitan que venga de nuevo papá Estado para sacarlos a flote?

Para sobrevivir en las turbulentas aguas de la economía mundial de nuestros días, les invito a reflexionar en este enlace sobre la actitud que deberíamos adoptar los ciudadanos, gritando bien fuerte a los financieros: ¡sacad vuestras especuladoras zarpas de nuestras pensiones!


viernes, 5 de febrero de 2010

Pensiones: los dioses vuelven locos a quienes quieren perder

El presidente del Gobierno de España ha cruzado el charco para acompañar en sus oraciones matutinas a los integristas de Estados Unidos, dejando a su propio país en estado de máximo cabreo ante el abrupto anuncio de una áspera reforma de las pensiones públicas. Reforma que tampoco está clara, pues, luego, sus ministros se han encargado de liarla. Y donde dije jubilación a los 67 años, digo quizás, y donde dije 25 de cotización, sin disimulo digo que es simulación. El jefe de la oposición, al que le vendría de perlas que Rodríguez Zapatero le dejase hecho el trabajo sucio de la reforma que concuerda con su programa, se opone a ella con tal de criticar a su adversario. Esto de las pensiones no hay dios que lo entienda. Debe ser que los dioses han hecho uso de esa prerrogativa que los antiguos les atribuyeron: la de volver locos a aquellos a quienes querían perder.


Quos dei vult perdere, prius dementat. Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco, dice la antigua sentencia. Y sólo un loco presentaría una medida políticamente suicida, como es la reforma de las pensiones propuesta por el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero. Esa propuesta, cuyos términos se han aireado lo suficiente como para ahorrarnos el trabajo de gastar tiempo y espacio en reproducirla, forma parte del programa neoliberal de destrucción ciega de las instituciones públicas del Estado del Bienestar.

Los neoliberales llevan años pronosticando la insostenibilidad de las pensiones públicas basándose en una evidente falacia: las proyecciones demográficas que apuntan hacia un envejecimiento de la población a medio plazo. Con la consiguiente disminución de la población tradicionalmente considerada laboralmente activa.

Esa tesis podría ser válida en los tiempos en que fue escrito el Deuteronomio, al que aludió Rodríguez Zapatero en su celebrada alocución en la ceremonia de ruptura del ayuno estadounidense: “No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en alguna ciudad de tu país. Págale su jornal ese mismo día antes de que se ponga el sol, porque está necesitado y su vida depende de su jornal” (Deut. 24.15). En aquellas lejanas épocas en que el sostenimiento de la población dependía exclusivamente de la "fuerza de sangre" proporcionada por los humanos y las bestias de carga y tiro, un envejecimiento excesivo de la población hubiera significado un problema. Que no llegaba a plantearse dado que la rudimentaria protección de la salud se encargaba de solucionarlo de forma expeditiva.

Pero hoy, al menos en los países desarrollados, el modelo productivo no descansa en la agricultura. En la que, en todo caso, una sola persona al volante de un tractor puede cosechar trigo suficiente para mantener a un centenar de personas. El histórico aumento de la productividad, debido a la conjunción de tecnología y energías externas, hace posible disponer de bienes y servicios para una población amplia, aunque se reduzca el número de brazos que intervienen directamente en el proceso productivo.

Los neoliberales no son tan tontos como para ignorar estas evidencias. Lo que sucede es que, por lo general, trabajan al servicio del mundo de las finanzas que ve en las pensiones una excelente oportunidad de negocio. Por ello, sostienen la torticera tesis de que son únicamente las rentas de los trabajadores, a través de las cotizaciones sociales, las que deben financiar las pensiones y la sanidad, cuando debe ser la renta nacional en su conjunto la que lo haga, mediante un sistema impositivo que incluya, por supuesto, las cotizaciones sociales, pero no como única fuente.

Por cierto, entre esas fuentes diversificadas, ¿por qué no cotizan, por ejemplo, las entidades bancarias que han suprimido empleos al instalar cajeros automáticos? Y a juzgar por los resultados, obtienen pingües beneficios incluso en tiempos de crisis. Beneficios que permiten obsequiar a sus directivos con pensiones que producen vértigo. Como la de Francisco González, presidente del BBVA, que acaba de embolsarse 79,7 millones de euros de pensión al haber cumplido los 65 años.



lunes, 1 de febrero de 2010

Un parado en huelga de hambre frente al palacio de la Moncloa

El ciudadano Segundo Quiñones lleva nueve meses acampado frente al palacio de la Moncloa. Es uno de los millones de personas que, tras quedar en situación de desempleo está a punto de agotar su derecho a prestación por desempleo. Con una familia que mantener, desprovisto de medios para la supervivencia, a punto de que le embarguen la casa cuya hipoteca no puede pagar a ese sistema bancario que es el origen de la crisis económica, ha decidido comenzar una huelga de hambre al ver cómo se derrumba toda una vida de duro trabajo.




Este es el texto de la carta abierta enviada por Segundo Quiñones al presidente del Gobierno de España, al que considera responsable de su situación. Las opiniones generalizadoras de Quiñones respecto a la responsabilidad absoluta de Rodríguez Zapatero en el origen de la crisis y los males derivados de la misma no son compartidas por el autor de este blog. Que no obstante comprende la desesperación de quienes, como Segundo, se encuentran en el más absoluto desamparo debido a una crisis que, en cualquier caso, no fue desencadenada por los trabajadores. Y por cierto, ¿dónde debe ser empadronado Segundo Quiñones, nacido en Colombia y trabajador en paro en España; dónde John Felipe Romero Meneses, de 21 años y también colombiano, enrolado en el Ejército español, recientemente fallecido al estallar una mina al paso de un convoy militar español en Afganistán?


Señor don José Luis Rodríguez Zapatero:

Segundo Quiñones, como una víctima más de su política económica, se declara en huelga de hambre total y le dirige la presente para público conocimiento, en nombre de todos los parados y desahuciados.

Después de 9 meses y 11 días a la puerta de su casa, contra todo pronóstico, el único apoyo que me han dado usted y sus mandados son insultos, humillaciones y maltratos. Sus desprecios son tanto para mí y mi familia como para todos los que están en la misma situación.

No pedimos que nos regalen nada: ni una casa, ni un trabajo. Pedimos justicia. ¿Por qué no hay una ley de hipotecas justa? ¿Por qué los bancos que nos engañaron se quedan con nuestras casas y, no conformes, nos dejan con nuestras deudas? Esto es así porque usted se lo permite. Usted no ha ayudado al pueblo en nada, reforma sólo las leyes que le interesan a los poderosos; como la ley de extranjería, para machacar a los inmigrantes. Parece mentira que alguien que se dice socialista haga este tipo de política.

Ninguno de los parados tenemos culpa de la crisis que nos ha mandado a la calle. Tampoco tenemos culpa de la política tan nefasta de usted y sus ministros, durante los años que lleva gobernando el país.

¿Por qué nos ha engañado? Según usted, no había crisis. Nos prometió el pleno empleo; era una de sus "razones para creer", pero nos ha traído el paro a millones. Usted dijo que no iba a dejar a ninguna familia en la cuneta. Ha hecho lo contrario: dejarnos sin trabajo, sin casas, con una deuda en una lista de morosos, destruyendo el sueño y el porvenir de miles de niños. ¿No es usted padre de familia, como nosotros? ¿No le da pena? ¿O sólo le dan pena los banqueros? A esos sí que los recibe y les ayuda.



Usted votó a favor del documento marco "Ciudadanía, Libertad y Socialismo: Un partido en la España del s. XXI". El punto 87 dice: «Nuestro objetivo y nuestra propuesta, será hacer realidad una Renta Básica de Ciudadanía, es decir, garantizar unos ingresos mínimos para todos los ciudadanos con carácter universal e incondicional, que se constituya como el mínimo vital de subsistencia que toda persona o familia necesita para vivir». Pero usted ha aprobado 420 euros de miseria, sólo para algunos parados, lo cual excluye a millón y medio de familias que no cobran ningún tipo de prestación. Muchos de nosotros, votándole a usted, votamos nuestra ruina. Nos trajo usted el pleno paro y ahora quiere retrasar nuestra jubilación. Demuestren usted y los suyos que son Partido Socialista Obrero Español.

Sigo a la puerta de su casa pidiendo justicia para todos y, ante su falta de respuesta, he decidido ir a la huelga de hambre absoluta y total a partir del 1 de febrero de 2010. Después de 9 meses y 11 días prefiero la muerte antes que abandonar esta lucha sin una respuesta adecuada a nuestras necesidades: un trabajo digno y una vivienda digna para todos, como manda la Constitución. Hago un llamamiento a la sociedad para movilizarse y actuar en ese sentido, pues Homo sine pecunia imago mortis.*

* [El hombre sin dinero es la imagen de la muerte]