"El trabajo decente resume las aspiraciones de la gente durante su vida laboral. Significa contar con oportunidades de un trabajo que sea productivo y que produzca un ingreso digno, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración a la sociedad...
....libertad para que la gente exprese sus opiniones, organización y participación en las decisiones que afectan sus vidas, e igualdad de oportunidad y trato para todas las mujeres y hombres".
Así define la Organización Internacional del Trabajo el concepto del trabajo decente. Esa idea del trabajo que dignifica a la persona que lo desarrolla es diametralmente opuesta a las condiciones degradantes que imperan en el panorama laboral de España.
Que Mariano Rajoy Brey, responsable máximo, por elevación, de la Gürtel y resto de tramas de corrupción organizadas por el Partido Popular, se sienta (falsa y teatralmente) ofendido por el hecho de que un adversario político le diga que es un político indecente es un asunto de escasa relevancia. Son gajes del oficio incluidos en el sueldo y sobresueldos. Lo sorprendente son las reacciones de algunos primeros espadas del meapilismo mediático que se han apresurado a reprochar a Sánchez que ulizase ese calificativo en el curso del debate a dos celebrado en TVE.
Indecente no es un insulto, sino un adjetivo que no debiera extrañar a Rajoy, usuario habitual de la truculencia en el discurso. Y si no, véase el florilegio de insultos que Ignacio Escolar se ha encargado de espigar en el campo de Agramante donde cocean a su gusto los peores cascos de la Celtiberia.
Lo verdaderamente escandaloso es la magnitud de los empleos que no cumplen esos mínimos requisitos que permitan calificarlos como trabajos decentes. Esta indecencia laboral es una de las consecuencias del paso por el Gobierno del equipo ministerial de Rajoy. La precariedad y la baja calidad son los principales rasgos del trabajo que se genera en España. 400.000 empleos menos a tiempo completo y 350.000 menos con contrato indefinido son el bagaje de la legislatura dominada por el Partido Popular. El 12,6% de la población con empleo sufre pobreza laboral. En el caso de los más jóvenes, la situación afecta a uno de cada cinco. Casi medio millón de personas menos trabajan o buscan empleo en España desde 2011. Pese a la bajada del desempleo, la legislatura del PP termina con 104.000 ocupados menos.
El colmo de la precariedad: contratos de ocho minutos
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Indecente no es un insulto, sino un adjetivo que no debiera extrañar a Rajoy, usuario habitual de la truculencia en el discurso. Y si no, véase el florilegio de insultos que Ignacio Escolar se ha encargado de espigar en el campo de Agramante donde cocean a su gusto los peores cascos de la Celtiberia.
George Grosz: Los pilares de la sociedad |
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