La foto del niño Aylan Kurdi, muerto al naufragar el bote en que venía con la avalancha de inmigrantes que huyen de la guerra, ha tenido un gran impacto social. ¿Habrá servido para sacar del letargo a una sociedad anestesiada frente a los horrores de la guerra y de la hambruna?
LLevamos ya demasiado tiempo asistiendo a la catástrofe humana que tiene lugar en el Mediterráneo. Cuyas aguas intentan cruzar a la desesperada los millares de personas que huyen de la hambruna y de las guerras con la intención de buscar refugio en Europa. Un territorio político donde sus dirigentes, tras haber puesto en marcha recortes sociales contra su propia población, hacen cuanto está en su mano para rechazar a los inmigrantes. Muchos de los cuales mueren ahogados durante la travesía a causa del naufragio de sus precarias embarcaciones o asfixiados en las bodegas de herrumbrosos cargueros.
En la madrugada del 2 de septiembre, la reportera
turca Nilüfer Demir tomó la foto que ha dado la vuelta al mundo, la de Aylan, un niño
muerto en la orilla. Demir estaba de guardia cubriendo la llegada de
inmigrantes a Kos, la isla griega frente a la costa turca. Entonces en la
costa turca de Akyarlar Bodrum llegaron varios cuerpos después de
que dos botes inflables se hundieran. "Vi a Aylan Kurdi, que yacía boca
abajo sin vida en la arena, con su camiseta roja y su pantalón azul oscuro. La única cosa que podía hacer era hacer oír su protesta. En ese momento, yo creía que sería capaz de lograrlo presionando el obturador de mi cámara y tomé su foto".
Captura de la página web de Nilüfer Demir, con la foto de Aylán. |
Una imagen insoportable que ha sido capaz de despertar la conciencia de amplios sectores de una sociedad que lleva décadas anestesiada. Hace poco, el hispanista Stanley Payne declaraba su sensación de que la sociedad española está anestesiada por anti-valores que desmovilizan a la gente: la telebasura, los espectáculos deportivos, el hedonismo y el consumismo: "Con una ciudadanía absorbida por estas realidades resulta muy complicado que surja una movilización para mejorar las estructuras políticas. El horizonte vital de la mayor parte de la gente consiste en disfrutar de la mejor forma posible. El español medio se ha convertido en un ser anestesiado y con pocas ambiciones trascendentales", afirma Payne.
Una sociedad que ha apartado la vista del drama humano desencadenado por el fenómeno de la migración de gentes que huyen de la guerra y del hambre. Se trata de un fenómeno imparable, que por la ley de los vasos comunicantes, empuja a los desfavorecidos de la tierra a desplazarse a los lugares donde creen que existe un mundo mejor. Aunque ese mundo, hasta ahora, los haya recibido con alambradas y desprecio de su situación.
La imagen del niño muerto en la orilla es insoportable, pero no es más que una muestra de lo que, casi a diario, ocurre en nuestras costas. En el año 2000, el fotoperiodista Javier Bauluz obtuvo otra imagen que testimonia ese adormecimiento de la conciencia social e individual.
Fotografía de Javier Bauluz tomada en Tarifa, en la playa de los Alemanes, a primeros de septiembre de 2000. |
Durante 40
días y 40 noches Javier Bauluz estuvo cubriendo la llegada de inmigrantes a las
costas gaditanas. Porque las únicas imágenes que se estaban dando eran las del
barco de salvamento recogiendo algunas pateras en el estrecho y luego cuando
los llevaban [a los inmigrantes] al puerto de Tarifa. Pero, según Bauluz, esa no era la
realidad: "La realidad era que llegaban a la costa de noche o al amanecer y en
pésimas condiciones. No había ninguna clase de ayuda humanitaria para esos
náufragos, sólo la Guardia Civil, que los detenía y los tenía unas horas sin
atención médica”.
“Un día me avisaron de que había un inmigrante muerto en la playa de Zahara. Cuando llegué me encontré la playa llena de gente tomando el sol, con sus sombrillas. No veía nada raro. Luego, fijándome un poquito en una zona de rocas, me pareció ver algo. Al irme acercando vi al inmigrante muerto. Había un par de personas en traje de baño y un cámara de televisión. Pero lo que más me llamó la atención fue esta pareja con su sombrilla, su nevera y sus cervecitas, sentados tomando el sol mientras el inmigrante estaba allí muerto, a unos pocos metros”.
“Un día me avisaron de que había un inmigrante muerto en la playa de Zahara. Cuando llegué me encontré la playa llena de gente tomando el sol, con sus sombrillas. No veía nada raro. Luego, fijándome un poquito en una zona de rocas, me pareció ver algo. Al irme acercando vi al inmigrante muerto. Había un par de personas en traje de baño y un cámara de televisión. Pero lo que más me llamó la atención fue esta pareja con su sombrilla, su nevera y sus cervecitas, sentados tomando el sol mientras el inmigrante estaba allí muerto, a unos pocos metros”.
“Yo no soy quien para juzgar lo que hacen los demás, pero me parecía una foto representativa de la actitud de la gente porque no era solo esta pareja, que eran los que estaban más cerca: el resto dela playa continuó con su maravilloso día de verano [...] Me pasé cuatro horas allí hasta que hubo el levantamiento del cadáver. Esa misma pareja seguía allí cuatro horas después. No se movieron. En la playa todo siguió con normalidad. La gente seguía bañándose y a su bola”.
Me asalta una duda inquietante. La foto de Aylan se ha vuelto viral y ha sido rebotada a través de las redes sociales. ¿Cuánta gente ha pulsado 'me gusta' al recibirla vía Facebook?
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