Si los Ayuntamientos regulan los mercadillos para que no invadan los espacios públicos, nada tendría de extraño que el Estado, que en el caso de España está constitucionalmente llamado a velar por la protección del interés público, regule “los mercados”. En Londres, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de referirse a esa extraña “paradoja de que los mercados a los que acudimos a salvar nos examinen e intenten poner dificultades.”
Pues qué quieren que les diga, aunque lo populacheramente correcto sea meterse con el Gobierno (Piove? porco Governo), y en especial con su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, un servidor no puede por menos que estar plenamente de acuerdo con la posición expresada ayer en la capital del Reino Unido, por el presidente del Gobierno español.
En el curso de una conferencia pronunciada en Londres, Rodríguez Zapatero arremetió contra los mercados que obligaron a los gobiernos a inyectar ingentes fondos públicos para salvar al sistema del colapso. Esos mismos mercados que ahora les urgen a reducir el déficit, disparando el coste de la financiación de su deuda. Zapatero propuso una reflexión a las organizaciones internacionales que se pronuncian tan a menudo sobre la solvencia de los países [en alusión a las agencias de calificación de riesgo o a organismos como el Fondo Monetario Internacional]: “que recuerden que los déficit públicos se producen porque imperaron las tesis de los que hoy exigen apremiantemente a todos los gobiernos reducir el déficit. ¡Vaya paradoja y vaya contradicción! dijo Zapatero, que los mercados a los que acudimos a salvar nos examinen e intenten poner dificultades".
Debo estar de acuerdo con esa posición, ante todo por coherencia con lo que uno mismo escribe en estas páginas virtuales. En ellas manifesté hace unos meses mi sorpresa, mejor dicho, mi indignación, ante la osadía con que la agencia de calificación de riesgo financiero Standard & Poor's había sembrado dudas sobre la fiabilidad de la Deuda Pública española.
¿Quiénes son, a quién representan ese grupúsculo de oficinistas sabelotodo que montan una agencia de calificación de riesgo financiero y emiten dictámenes de alcance mundial? No olvidemos que fueron tres renombradas oficinas de esta calaña, Standard & Poor's, Fitch y Moody's, las que jugaron un papel nefasto en la actual crisis al propiciar el crack financiero con sus buenas calificaciones a títulos basados en hipotecas basura. En concreto, las de Bernard Madoff, uno de los mayores estafadores de la historia financiera.
Con tan dudosas credenciales, estos chupatintas asesores de los delincuentes son quienes dictan los preceptos morales del Nuevo Evangelio Económico. Y esto es así porque entre todos, creyendo que eso era lo moderno, hemos permitido que los mercachifles se apoderen del espacio público. Unos, por activa, permitiendo que la carcoma neoliberal invadiera la estructura de los estados. Otros, por pasiva, dejando que el mercado invadiera casi todos los espacios públicos.
No discuto la evidente utilidad que tiene el mercado, ni siquiera el atractivo estético que lo reviste cuando, por ejemplo, se organiza en forma colorido zoco bereber. Pero las ventajas del mercado comienzan a disiparse cuando se celebra más de una vez a la semana y fuera del lugar concreto (el souk) que tiene asignado en la ciudad. Pretender que toda la vida humana haya de transcurrir inmersa en un mercado continuo, es algo que, aparte de aburridísimo, concluirá por agotar los recursos del planeta.
Si los Ayuntamientos regulan los mercadillos para que no invadan los espacios públicos, nada tendría de extraño que el Estado, que en el caso de España está constitucionalmente llamado a velar por la protección del interés público, regule “los mercados”, ese eufemismo con el que se denomina al poderoso mundo de los negocios que, con la delincuencia financiera a la cabeza, campa libremente por el planeta. Por favor, infórmense y dejen de creer en los cuentos neoliberales. Como señala Vicenç Navarro, “Los llamados ‘mercados financieros’ tienen muy poco de mercados y son instituciones e individuos con nombres conocidos. Hoy el centro de los mal llamados mercados financieros son las famosas (infames) ‘hedge funds’”, fondos altamente especulativos, manejados, en parte, por grandes grupos bancarios".
Un aluvión de críticas ha caído sobre ZP por hablar de un hecho cierto. ¿Deben los gobernantes seguir mostrando sumisión a "los mercados" o se deben al electorado que los situó en el puesto de mando? Personalmente, pienso que deben cantar las verdades del barquero, eso sí, sin exagerar la nota demagógica. Y me viene a la memoria don Nicolás Salmerón, presidente del Gobierno de la I República Española, que resentó su dimisión para no verse obligado a firmar las sentencias de muerte dictadas contra los principales responsables de la fracasada insurrección cantonal de 1873.
En el curso de una conferencia pronunciada en Londres, Rodríguez Zapatero arremetió contra los mercados que obligaron a los gobiernos a inyectar ingentes fondos públicos para salvar al sistema del colapso. Esos mismos mercados que ahora les urgen a reducir el déficit, disparando el coste de la financiación de su deuda. Zapatero propuso una reflexión a las organizaciones internacionales que se pronuncian tan a menudo sobre la solvencia de los países [en alusión a las agencias de calificación de riesgo o a organismos como el Fondo Monetario Internacional]: “que recuerden que los déficit públicos se producen porque imperaron las tesis de los que hoy exigen apremiantemente a todos los gobiernos reducir el déficit. ¡Vaya paradoja y vaya contradicción! dijo Zapatero, que los mercados a los que acudimos a salvar nos examinen e intenten poner dificultades".
Debo estar de acuerdo con esa posición, ante todo por coherencia con lo que uno mismo escribe en estas páginas virtuales. En ellas manifesté hace unos meses mi sorpresa, mejor dicho, mi indignación, ante la osadía con que la agencia de calificación de riesgo financiero Standard & Poor's había sembrado dudas sobre la fiabilidad de la Deuda Pública española.
¿Quiénes son, a quién representan ese grupúsculo de oficinistas sabelotodo que montan una agencia de calificación de riesgo financiero y emiten dictámenes de alcance mundial? No olvidemos que fueron tres renombradas oficinas de esta calaña, Standard & Poor's, Fitch y Moody's, las que jugaron un papel nefasto en la actual crisis al propiciar el crack financiero con sus buenas calificaciones a títulos basados en hipotecas basura. En concreto, las de Bernard Madoff, uno de los mayores estafadores de la historia financiera.
Con tan dudosas credenciales, estos chupatintas asesores de los delincuentes son quienes dictan los preceptos morales del Nuevo Evangelio Económico. Y esto es así porque entre todos, creyendo que eso era lo moderno, hemos permitido que los mercachifles se apoderen del espacio público. Unos, por activa, permitiendo que la carcoma neoliberal invadiera la estructura de los estados. Otros, por pasiva, dejando que el mercado invadiera casi todos los espacios públicos.
No discuto la evidente utilidad que tiene el mercado, ni siquiera el atractivo estético que lo reviste cuando, por ejemplo, se organiza en forma colorido zoco bereber. Pero las ventajas del mercado comienzan a disiparse cuando se celebra más de una vez a la semana y fuera del lugar concreto (el souk) que tiene asignado en la ciudad. Pretender que toda la vida humana haya de transcurrir inmersa en un mercado continuo, es algo que, aparte de aburridísimo, concluirá por agotar los recursos del planeta.
Si los Ayuntamientos regulan los mercadillos para que no invadan los espacios públicos, nada tendría de extraño que el Estado, que en el caso de España está constitucionalmente llamado a velar por la protección del interés público, regule “los mercados”, ese eufemismo con el que se denomina al poderoso mundo de los negocios que, con la delincuencia financiera a la cabeza, campa libremente por el planeta. Por favor, infórmense y dejen de creer en los cuentos neoliberales. Como señala Vicenç Navarro, “Los llamados ‘mercados financieros’ tienen muy poco de mercados y son instituciones e individuos con nombres conocidos. Hoy el centro de los mal llamados mercados financieros son las famosas (infames) ‘hedge funds’”, fondos altamente especulativos, manejados, en parte, por grandes grupos bancarios".
Un aluvión de críticas ha caído sobre ZP por hablar de un hecho cierto. ¿Deben los gobernantes seguir mostrando sumisión a "los mercados" o se deben al electorado que los situó en el puesto de mando? Personalmente, pienso que deben cantar las verdades del barquero, eso sí, sin exagerar la nota demagógica. Y me viene a la memoria don Nicolás Salmerón, presidente del Gobierno de la I República Española, que resentó su dimisión para no verse obligado a firmar las sentencias de muerte dictadas contra los principales responsables de la fracasada insurrección cantonal de 1873.
Permitan que se les diga también cómo de "absurdo" y "paradójicamente" puede ser decir "populacheremente correcto" al no mostrarse una vez más "plenamente de acuerdo con esa posición expresada por el presidente del Gobierno“ (¿será eso más "popular", realmente?).
ResponderEliminarSobre todo cuando la opinión es "los déficit públicos se producen porque imperaron las tesis de los que hoy exigen, apremiantemente a todos los gobiernos reducir sus déficits. ¡Vaya paradoja y vaya contradicción que los mercados a los que acudimos a salvar nos examinen e intenten poner dificultades!".
¿De qué guindo pretenden haber caido ahora tras tanto alarde siempre de sabia erudición? ¿No recordaban esa celebérrima fábula infantil del escorpión y la rana?
Nos chulea el dinero para dárselo a los mercaderes, ¿y ahora muestra su escándalo, por la "contradicción"? En efecto, es una vergüenza que traicione las banderas de "lo social" con las que torea las buenas fes de tantos electorados crédulos o deseosos de ser mentidos por su partido. ¡Pero que no nos trate de hacer tragar hostia de que hasta hoy no conoció las naturalezas desalmadas y especulativas de "los mercados", ni de quienes ponen voz y dinero público con que les "acudimos a salvar"!
Nuestra ruina, confiesa Zetaparo, es porque "imperaron las tesis de los que hoy exigen" estos absurdos, o sea la tesis mayoritaria que mandó un Gobierno democrático por él mismo dirigido con todas las fuerzas de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) en su mano para el "imperio de la ley" exigible según Constitución votada.
También es otro "absurdo paradójicamente establecido", éste. El que igual podría llevar, y precisamente "por coherencia", a mostrarse plenamente en desacuerdo con nuevos pretextos de PSOE mal pagador (salvo para esos "mercados" contra los que tanto pecho dialéctico hace luego como que sacaría):
¡No hay derecho a que con el "que vienen lobos... de FMI-CEOE-PP" nos hagan entrar al nuevo trapo rojo tan diestramente por ellos manejado con objeto de "salvar" sus (¿criticadas, luego?) "tesis". Digan lo que digan entre tanto.
Al fin podríamos estar de acuerdo, no sería "exagerar la nota demagógica" si reclamamos que antes de seguir apoyando las políticas hasta hoy al servicio de quien apremia para que impere tanta "sumisón" ZP debe tomar el ejemplo de Salmerón. Y a ver si en ese partido que ganó las últimas elecciones reclamándose de izquierda tienen aun alguien capaz de algo diferente.
Porque si no, apaga y vámonos; que con el viaje actual saliendo de Málaga para solo ir a Malagón tampoco hace falta tantas alforjas. La vía podrá ser "única" mas no en nuestro nombre, al menos.
No hace falta que diga (por sus obras los conoceréis) que tengo escasa afinidad con el partido en el gobierno y con muchas de sus actuaciones. Pero si, en un determinado momento, ZP dice lo mismo que yo, y que Vicenç Navarro, no tengo empacho en reconocerlo.... dígalo Agamenón o su porquero. Aunque no fuera más que por dar un 'refuerzo positivo' a esa actitud. Por lo demás, personalmente me orea el espíritu el poder expresar una opinión de este tipo, sin tener que estar sujeto a la perpetua y constante obligación de condenar por sistema a ZP. Y mucho menos, desde el anonimato.
ResponderEliminarVengo de escribir tras un anónimo y me encuentro con otro que bien podría ser el mismo -tienen el mismo nombre-.
ResponderEliminarA lo que venía... como quiero que tengas conocimiento de que te menciono en la excursión que hoy he publicado... te lo digo... para que no haya dudas -las mías-
Besitos: PAQUITA
Otra cosa, la foto esta de arriba a la izda. ¿donde está tomada?
Bueno, Paquita, ¿cómo te has enterado de nuestra excursión de veteranos al Perdiguero? del pasado verano? Luego también hicimos el circuito mentado en tu relato, sólo que en sentido inverso: Hospital, pto Glera ... pernoctando en una magnífica cabaña que hay en el valle, y retornamos por pto Benasque.
ResponderEliminarEn comentario en mi blog preguntas por la foto: es el collado Cordier, 3.000m, al pie de los Maladetas Occidentales, que ascendimos el año anterior.