jueves, 26 de abril de 2012

El sabotaje como penúltimo recurso


La descarada agresión de los poderes económicos contra la sociedad exige una respuesta urgente. Sin embargo, la debilidad actual de los sindicatos y la ineficacia de una clase política, que mira más por su interés corporativo que por el interés común, han roto los puentes de la representación política. En estas circunstancias, el instinto de supervivencia y el sentido de la dignidad están llamando cada vez con más insistencia a la rebelión civil. Queda, todavía, una penúltima opción: el sabotaje.



Una acción de activistas anónimos contra la subida del precio del transporte público en Madrid ha paralizado en plena hora punta y durante unos minutos el servicio de nueve líneas de Metro. La protesta, perfectamente coordinada y sincronizada, se produjo el pasado 25 de abril, entre las 8.28h y las 8.41h, cuando un grupo de personas ha accionado las frenos de emergencia en 13 convoyes de nueve líneas del metro madrileño.

Esta acción, que reúne elementos para ser calificada como sabotaje, puede ser un anuncio de la cadena de disturbios que pueden generarse en el seno de una sociedad agredida y despojada de los cauces clásicos de mediación y prevención de conflictos. ¿Qué otra salida le queda, por ejemplo, en caso de despido, a un trabajador reformado, es decir, desprovisto de garantías por la última reforma laboral aprobada por el Gobierno del Partido Popular? El sabotaje informático es un ejemplo de venganza practicada por trabajadores despedidos





No olvidemos que el sabotaje ha sido un arma histórica de autodefensa obrera. Como he explicado en alguno de los libros que aparecen reseñados en el margen izquierdo de esta página, sabotaje (Del fr. sabotage) se define como: Daño o deterioro en las instalaciones, productos, etc., como procedimiento de lucha contra los patronos, contra el Estado o contra las fuerzas de ocupación en conflictos sociales y políticos.

La voz fr. sabotage deriva de sabot, zueco, y significa literalmente «chancletear, arrastrar los zuecos»; claquer avec sabots: «trabajar chapuceramente». Se refiere al daño o deterioro que realizan los obreros para perjudicar al patrono. El sentido de esta forma de acción directa destinada a interferir la eficacia de la producción se halla confirmado en el Oxford Dictionary, que define el sabotaje como acción característica de «workmen on bad terms whith their employers», es decir, trabajadores en desacuerdo, enfadados, con sus empleadores.

En ese caso, desde la perspectiva del trabajador, la finalidad del sabotaje consiste en interferir en la producción para eliminar la eficiencia. Una forma de lucha obrera de larga tradición. En un folleto sindical de la Industrial Workers of the World, publicado en 1916, se indica que: Sabotaje significa o bien remolonear (y así interferir en la cantidad de la producción), o bien hacer chapuzas (interfiriendo en la calidad) o bien prestar un servicio pobre. Estas tres formas de sabotaje, que afectan a la calidad, a lacantidad o al servicio prestado, pretenden afectar el beneficio del empresario. 

La finalidad básica del sabotaje es, por lo tanto, la de "penalizar" el funcionamiento de las instalaciones. La única objeción seria que se le puede plantear es la que deriva de la improcedencia de dañar la propiedad. Pero se trata de una objeción menor toda vez que  "dañar la propiedad no es tan grave como herir o matar a alguien; de aquí que pueda estar justificado por razones que no justificarían nada que causara daños a seres sensibles", como concluye el filósofo Peter Singer, a propósito de las acciones de los ecosaboteadores. 


¿Acaso el mismísimo Jesucristo no atentó contra las cosas cuando volcó las mesas con que los banqueros habían invadido el templo de Jerusalén?. La pequeña dosis de violencia instrumental que hay que aplicar para expulsar del templo a los mercaderes es despreciable cuando se la compara con la violencia "encubierta" con que la supremacía de los valores económicos inunda de miseria los hogares de millones de personas.



En el momento de la acción contra el tarifazo del Metro madrileño, según precisó una portavoz de la compañía, ninguno de los trenes estaba circulando sino que estaban parados en las estaciones.

Romper una máquina, bloquear una instalación o estropear un sistema en respuesta a la descarada violencia del neoliberalismo, siempre serán acciones mucho menos lesivas de lo que sería una eventual aplicación de la ultima ratio de la rebelión armada. Comparado con ésta, el sabotaje contra las cosas supone una considerable reducción del quantum de violencia implícito en un conflicto. Se trata, por lo tanto, de la penúltima oportunidad que tiene la resistencia para evitar un desenlace fatal. Porque si el incremento de la injusticia consigue ahogar las últimas reservas de la paciencia y de la ética, entonces sí que se habrá abierto el paso al estallido de la violencia de las picas.

Convendrá de todas formas poner un especial énfasis en la delimitación de la frontera que separa las acciones dirigidas contra las cosas, de los actos de violencia indiscriminada. El sabotaje sólo podrá ser entendido como recurso a la penultima ratio cuando por encima de todo respete escrupulosamente lo que algunos autores entienden como "la santidad de la vida humana". La segunda condición es que sirva para detener mecanismos generadores de injusticia, porque causar destrozos en las cosas de manera indiscriminada tiene otros nombres.


5 comentarios:

  1. El otro día, en una charla cometí un desliz que me dejó expuesto a una incómoda papeleta entre mis amigos. Se me ocurrió decir literalmente lo que pensaba. Y dije, convencido, que no solo prevía, sino que deseaba que en esta injusta y dramática situación, de enfermos oncológicos desatendidos, de ancianos con pagas miserables, de jóvenes sin esperanza, que contrasta con una política descarada de indultos a banqueros corruptos, empresarios prepotentes fuera de control y rescates milmillonarios, en esta situación, digo, pensé que se echaba en falta alguna respuesta más agresiva contra la opresión.
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    En realidad, pedí una respuesta defensiva colectiva más "física" para mostrar los dientes ante la desvergonzada violencia de los opresores, lo único que quizá pudiese disuadirles de proseguir con su polítca arrasadora. Pero cuando lo formulé, se produjo un silencio incómodo. Mis acompañantes, gente crítica y concienciada, mostraron la máxima aprensión ante esta perspectiva. Y yo, por más que intento ser racional y sensato, no sé por qué se rechaza esa opción.
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    Al acabar, supongo que ya malogrado el efecto exaltador de mi charla anti-capitalista, me limité a contar a los más cercanos una anécdota escrita por Nazanín Aminian: "En 1996, un periodista del programa “60 Minutes” de la CBS preguntó a Madelene Albright si merecía la pena seguir con el bloqueo [al Irak de las "armas de destrucción masiva"] cuando han muerto más niños que en Hiroshima. “Es el precio que creemos que merece la pena pagar”.
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    Responder con resistencia física a alguien así, ¿se puede interpretar como violencia?

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    1. Interesante... para el anónimo le comentaré, aunque no lo lea, que la gente tiene un pensamiento muy dispar, igualmente también me he sentido como un incomprendido, porque pareciera que esas cosas tan malas que nos rodean solamente me afecta a mi o a unos pocos, pero puede ser por la comodidad, el estar acostumbrado a lo mismo, el no estar ahí pasándolo mal, no ser un afectado del cáncer, de las reformas... hay veces que hay que vivirlo en la piel para entenderlo.

      Sobre la cuestión, si Madelene fue violentada por la pregunta del periodista, pienso que no, aún si fuera ella responsable indirectamente del bloqueo, quizás incómoda, porque desea responder con honestidad y sabe que sus palabras podrán incomodar a otras personas, y a lo mejor a las mismas que sufren el bloqueo.

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    2. La violencia no es en absoluto deseable ni digna de ser aplaudida. La violencia significa el fracaso: de la política, la estabilidad social, la solidaridad, el compromiso o pacto social... El problema en el momento actual es que hay un Gobierno que, por ceguera ideológica o por servidumbre expresa a los intereses de las clases adineradas, está dinamitando todas las estructuras de solidaridad y armonía social. Y la historia es clarísima a la hora de enseñar lo que sucede en tales circunstancias.

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    3. Nuestro crecimiento espiritual, moral, intelectual, es paralelo a la compresión del por qué de las cosas, y en la misma medida nos hace mas comprensivos, tolerantes y pacíficos. Si paralelo a nuestro crecimiento, no decrece nuestra respuesta violenta ante las injusticias de este mundo e incluso ante las provocaciones, algo va mal.

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  2. ESTO LO PODEMOS SOLUCIONAR A PESAR DEL GOBIERNO
    Hay cosas que todavía podemos hacer la ciudadanía para salir de esta crisis, sin contar para ello con la colaboración de los políticos en general y del gobierno en particular.
    Se trata de repartirnos el trabajo que hay en nuestro país (España) entre todos, a partes iguales.
    Si hay algún ejercicio de solidaridad que verdaderamente atienda nuestras necesidades básicas, de cohesión y solidaridad social, y muy por encima de cualquier reparto que pueda hacerse desde el estado, de ayudas, subvenciones, subsidios, etc. es repartimos el trabajo que hay, la carga laboral de nuestro país, entre todos, en justicia y equidad, y eso no es necesario esperar que lo haga el gobierno, también lo podemos hacer nosotros, por nuestra cuenta, y con igual o mejores resultados.
    Si reducimos la jornada laboral hasta absorber y ocupar a toda la población en paro, en primer lugar, no solo no se va a dejarse de destruir empleo, sino que esta espiral que ahora tenemos en decrecimiento económico va a revertir en crecimiento económico, de modo que esta falta de trabajo, en condiciones precarias, de explotación y de liquidación de derechos, se va a traducir en más trabajo, de más calidad, mejores derechos y más seguro. Y eso lo podemos hacer sin contar con la colaboración del gobierno, e incluso a pesar de nuestro gobierno, por nuestra propia cuenta.
    Es una medida que la están aplicando los gobiernos de Francia y Alemania con extraordinarios resultados, pero que España, que está dispuesta a cumplir con todo lo que le mandan desde estos países, sin embargo, en esto, que si está dando buen resultado, no lo imita, y nunca los imitará mientas España sea lacaya de Francia y Alemania, por cuanto que estos países, de este modo preservan su hegemonía sobre los demás países de la Comunidad Europea mejorando su capacidad económica y su competitividad. Si, también se mejora la combatividad si se equilibra nuestro mercado de oferta y demanda laboral. Así, que sus planes de hundir nuestra economía y hacerla más incompetente, para adueñarse de ella, son extremadamente tenaces, con el servilismo e incondicionalidad de nuestros políticos.
    Alemania y Francia han visto que mantener su fuerza, poderío económico y competitividad frente al resto de naciones europeas, depende también de equilibrar su mercado laboral, e impedir que los demás lo hagan, así que aunque nuestros gobiernos sepan que ese es el camino más indicado para salir de esta situación, no lo van hacer mientras estén a las ordenes de Francia y Alemania, y mientras estos países nos puedan continuar hundiendo exigiéndonos recortes gracias al falaz argumento del déficit.

    Seguir leyendo en http://comunidad.terra.es/blogs/economiamundial/archive/2012/04/30/estolopodemossolucionarapesardelgobierno.aspx

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