Esa opinión pública (o publicada) que tanto se solivianta y critica con encendida irritación los impuestos estatales, no se inmuta ante el hecho abusivo de que la clientela de los bancos —prácticamente toda la ciudadanía— abone a diario y con gran mansedumbre este impuesto extraoficial que va a parar a la cuenta de ganancias de la banca, y no a las arcas del Estado: las comisiones bancarias. En España, las comisiones que los bancos aplican a las tarjetas subieron un 49% en 4 años.
Decíamos ayer... algunas palabras a propósito de los trabajos gratuitos que de manera más o menos inadvertida realizamos los consumidores. Por ejemplo, al utilizar los cajeros automáticos de los bancos que han sustituido a los empleados, sin que ese ahorro de costes repercuta en beneficio del usuario. Una práctica abusiva que raya en el gangsterismo, pues, no sólo cobran al cliente una tarifa por el mantenimiento de una cuenta corriente o de ahorro sino que, también le cobran por entregarle esa tarjeta de plástico sin la cual no podría ¡disponer de su propio dinero!
Las comisiones que las entidades financieras españolas aplican al mantenimiento de las tarjetas de pago (crédito y débito) y a las cuentas corrientes y de ahorro han vuelto a incrementarse en 2009.
Según los últimos datos publicados por el Banco de España, en diciembre la banca cobraba una cuota media anual de 16,66 euros para mantener sus tarjetas de débito y de 33,3 euros, para las de crédito. Este importe supone un incremento del 9,89% y 6,56%, respectivamente, con respecto a la cuota que aplicaba en diciembre de 2008.
El incremento es mucho más abultado si se compara con las cifras de 2005. A finales de ese ejercicio, las financieras cobraban 11,12 euros para el mantenimiento de las tarjetas de débito y de 22,94 euros para el de las de crédito. Lo que pone de manifiesto que el alza de las comisiones ha sido del 49,8% (débito) y 45,16% (crédito) en los últimos cuatro años.
Todo ello, sin contar las tarifas que las financieras cobran por el mantenimiento de cuentas corrientes y de ahorro. En diciembre de 2009, por las primeras cobraban 21,07 euros y por las segundas, 20,43 euros.
Ya en abril de 2006, la comisaria de Competencia de la Unión Europea, Neelie Kroes, denunciaba que gran parte de los enormes beneficios de los bancos se obtienen con la gestión de las tarjetas de pago (crédito y débito) en el mercado europeo. En la situación actual, señaló Kroes, “los bancos fijan unas comisiones, del 2,5% de media, que actúan como un impuesto sobre las ventas que encarece los precios”. Más del 25% de los beneficios de los bancos proceden de esas comisiones, mientras que un usuario particular puede perder varios cientos de euros anuales por los abusos de los bancos y los emisores de tarjetas.
Una maravilla digna del retablo de Maese Pedro: mientras que desde el Parlamento hasta las más bajas tabernas se discute con ardor si el Estado debe o no recaudar impuestos, los bancos cobran lindamente y por la cara un recargo sobre cada transacción electrónica. Este recargo opera exactamente de la misma manera que lo haría un impuesto adicional sobre el consumo: encareciendo el producto final que paga el consumidor. Pues bien, esa opinión pública que tanto se solivianta a la hora de pagar impuestos ni se inmuta cuando la clientela de los bancos —prácticamente toda la ciudadanía— abona a diario y con gran mansedumbre este impuesto extraoficial que va a parar a la cuenta de ganancias de la banca, y no a las arcas del Estado.
Por cierto, ¿qué tipo de comisión están aplicando los bancos a las transferencias de las gentes solidarias hacia las cuentas que recaudan fondos para ayudar a los damnificados por el terremoto de Haití? En la naturaleza, la vida se crea y se destruye. Pero la banca siempre gana.
Las comisiones que las entidades financieras españolas aplican al mantenimiento de las tarjetas de pago (crédito y débito) y a las cuentas corrientes y de ahorro han vuelto a incrementarse en 2009.
Según los últimos datos publicados por el Banco de España, en diciembre la banca cobraba una cuota media anual de 16,66 euros para mantener sus tarjetas de débito y de 33,3 euros, para las de crédito. Este importe supone un incremento del 9,89% y 6,56%, respectivamente, con respecto a la cuota que aplicaba en diciembre de 2008.
El incremento es mucho más abultado si se compara con las cifras de 2005. A finales de ese ejercicio, las financieras cobraban 11,12 euros para el mantenimiento de las tarjetas de débito y de 22,94 euros para el de las de crédito. Lo que pone de manifiesto que el alza de las comisiones ha sido del 49,8% (débito) y 45,16% (crédito) en los últimos cuatro años.
Todo ello, sin contar las tarifas que las financieras cobran por el mantenimiento de cuentas corrientes y de ahorro. En diciembre de 2009, por las primeras cobraban 21,07 euros y por las segundas, 20,43 euros.
Ya en abril de 2006, la comisaria de Competencia de la Unión Europea, Neelie Kroes, denunciaba que gran parte de los enormes beneficios de los bancos se obtienen con la gestión de las tarjetas de pago (crédito y débito) en el mercado europeo. En la situación actual, señaló Kroes, “los bancos fijan unas comisiones, del 2,5% de media, que actúan como un impuesto sobre las ventas que encarece los precios”. Más del 25% de los beneficios de los bancos proceden de esas comisiones, mientras que un usuario particular puede perder varios cientos de euros anuales por los abusos de los bancos y los emisores de tarjetas.
Una maravilla digna del retablo de Maese Pedro: mientras que desde el Parlamento hasta las más bajas tabernas se discute con ardor si el Estado debe o no recaudar impuestos, los bancos cobran lindamente y por la cara un recargo sobre cada transacción electrónica. Este recargo opera exactamente de la misma manera que lo haría un impuesto adicional sobre el consumo: encareciendo el producto final que paga el consumidor. Pues bien, esa opinión pública que tanto se solivianta a la hora de pagar impuestos ni se inmuta cuando la clientela de los bancos —prácticamente toda la ciudadanía— abona a diario y con gran mansedumbre este impuesto extraoficial que va a parar a la cuenta de ganancias de la banca, y no a las arcas del Estado.
Por cierto, ¿qué tipo de comisión están aplicando los bancos a las transferencias de las gentes solidarias hacia las cuentas que recaudan fondos para ayudar a los damnificados por el terremoto de Haití? En la naturaleza, la vida se crea y se destruye. Pero la banca siempre gana.
Paso para comunicarte la publicación en mi página de tu texto...
ResponderEliminar* enero 19, 2010. Hay vida más allá del empleo: Cive Pérez
(Publicado por Cive Pérez en jueves 19 de noviembre de 2009 12:59 en su blog Carnet de paro. Un texto estupendo de canto a la vida y sus preciados dones, minusvalorados. PAQUITA) carnetdeparo.blogspot.com/
Si en algo están de acuerdo (...)
... en cuanto a los bancos... carroña pura. Nos indujeron al uso de la tarjeta "sin coste alguno, gratuita" para, una vez acostumbrados, con el hábito incorporado a la rutinidad, cambiar las condiciones y donde dije digo digo "coste tarjeta..." y las comisiones, son todas las que se les pasan por las barbas según amanece cada día.
Besos y hasta pronto: PAQUITA
¡AH! que la garganta es la de Gredos, con entrada por Navalperal de Tormes ¿no es así?
Gracias por tus amables comentarios. En cuanto a la Garganta concreta mentada en 'Hay vida...' las pistas son suficientes y Manolo, en el comment a tu blog, no ha tenido problemas para identificarla. Un abrazo, nos vemos en el monte.
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