Si el PSOE quiere remontar en las urnas el varapalo que acaba de sufrir en ellas, lo tiene fácil: es hora de atender ya, no con discursos, sino con hechos tangibles a sus votantes naturales. ¿Es que la izquierda, que suele declararse laica, tiene la obligación de votar sólo con la mano puesta en el lado del corazón, por fidelidad ideológica? ¿Acaso los asalariados, los desempleados, los pensionistas más humildes, no tienen derecho a votar también con la mano puesta en el lado de la cartera?
Interpretaciones edulcoradas aparte, la realidad es que el PSOE ha perdido los comicios al Parlamento europeo celebrados en nuestro país. Quien analice los resultados electorales con cierto rigor podría objetar que ganar o perder con el 40% de los votos del 30% del censo electoral es cosa de poca sustancia. Igual que esos productos alimenticios que anuncian con grandes letras "elaborado con aceite de oliva" y cuando se mira la letra pequeña resulta que, si bien no mienten, pues aceite de oliva hay en el producto, su proporción es sólo del 1% del contenido total en lípidos. La definición de democracia no se ajusta a una fórmula química, sino a una serie de conveniencias y tramoyas teatrales. De la misma manera que en el juego de naipes una simple sota de bastos decide quién gana en el recuento final, en las elecciones un punto de diferencia señala quien gana y quien pierde la confrontación.
En esta ocasión, el PSOE ha perdido, y todos los comentaristas y editoriales de prensa coinciden en que se trata de un serio aviso al gobierno de Rodríguez Zapatero. Por su parte, los socialistas, incluido Zapatero, achacan su derrota electoral a la crisis económica.
A la forma de gestionar la crisis económica, querrán decir. Es posible que una parte del electorado que vota socialista se haya visto defraudado por las maniobras de distracción frente a la crisis practicadas por Zapatero y hayan querido abstenerse como forma de censura. Pero hay, sin duda, otra parte significativa del voto socialista que tiene perfecto derecho a sentirse defraudado por la gestión de la crisis en materia social.
Zapatero se ha mantenido firme frente al discurso de la derecha fáctica: abaratamiento del despido, recorte de subsidios a los desempleados y congelación de las pensiones. Pero esa firmeza discursiva no ha ido pareja con el desarrollo de la protección social. Que, según los datos oficiales, sigue estando por debajo de los niveles europeos.
¡Qué gran oportunidad ha perdido el PSOE en unas elecciones europeas para haber anunciado medidas de convergencia europea en materia social! Tales como incrementos sustanciales de las pensiones mínimas, subsidios por desempleo y Salario Mínimo Interprofesional. Tres rúbricas en las que España se encuentra por debajo de la media UE-15.
Hay que reconocer al gobierno de Zapatero que ha cumplido su promesa de elevar las pensiones mínimas un 26% durante su primer mandato. No obstante, al tratarse de un incremento fijo sobre la base del 2004, la ganancia real de poder adquisitivo se queda en la mitad una vez descontada la inflación acumulada del período.
Rodríguez Zapatero ha puesto gran énfasis en cuidar el concepto de "igualdad", hasta el punto de haber creado un Ministerio ad hoc. Pero hasta ahora, esa preocupación sólo atañe a las cuestiones llamadas ‘de género'. Sin abordar para nada, o muy poco, la igualdad real de todas las personas, sin distinción de género, clase o nacimiento. Una igualdad que hay que equilibrar tomando medidas para superar esa pobreza estructural que afecta en España a 8.500.000 personas de uno y otro sexo.
Gobernar no es fácil, por supuesto. Y mucho menos cuando lo que se gobierna es la nave del Estado capitalista. En aras del realismo, un gobierno se verá obligado a efectuar múltiples transacciones con la banca, la patronal y los grandes propietarios. En ese sentido, el PSOE ha cumplido con creces su ‘obligación' de facilitar estabilidad, con sumas millonarias del dinero de todos, al mundo de los negocios para evitar que se convierta en elementos desestabilizadores del gobierno. A cambio de no desestabilizar, los grandes propietarios exigen su tributo (en forma de reducción de tributos al Fisco). No votan al PSOE, e incluso su número (dicen que unas 1.500 familias) es comparativamente muy pequeño para tener peso en las urnas.
Si el PSOE quiere remontar en las urnas el varapalo que acaba de sufrir en ellas, lo tiene fácil: es hora de atender ya, no con discursos, sino con hechos tangibles, a sus votantes "naturales". (En las elecciones de 2000, el PP consiguió una mayoría absoluta con casi los mismos votos con los que perdió en 2008. Más de dos millones de votantes de izquierda se quedaron en casa).
¿Es que la izquierda, que suele declararse laica, tiene la obligación de votar sólo por fidelidad ideológica con la mano puesta en el lado del corazón? ¿Acaso los asalariados, los desempleados, los precarios, los pensionistas, no tienen derecho a votar también con la mano puesta en el lado de la cartera?
El PSOE debería tomar medidas para incrementar las pensiones mínimas hasta igualarlas al SMI, y un incremento de éste, hasta igualarlo a lo previsto por la Carta Social Europea: el 60% del ingreso medio del país. Hablando en números redondos: ningún español con un ingreso inferior a 1.000 euros mensuales. Y de ahí para arriba, según méritos de cada cual.
Medidas, por supuesto, a tomar aquí y ahora por el Gobierno. Unilateralmente como corresponde a su libertad de acción. Pues, para reducir las prestaciones, ya están los pactos toledanos.
En esta ocasión, el PSOE ha perdido, y todos los comentaristas y editoriales de prensa coinciden en que se trata de un serio aviso al gobierno de Rodríguez Zapatero. Por su parte, los socialistas, incluido Zapatero, achacan su derrota electoral a la crisis económica.
A la forma de gestionar la crisis económica, querrán decir. Es posible que una parte del electorado que vota socialista se haya visto defraudado por las maniobras de distracción frente a la crisis practicadas por Zapatero y hayan querido abstenerse como forma de censura. Pero hay, sin duda, otra parte significativa del voto socialista que tiene perfecto derecho a sentirse defraudado por la gestión de la crisis en materia social.
Zapatero se ha mantenido firme frente al discurso de la derecha fáctica: abaratamiento del despido, recorte de subsidios a los desempleados y congelación de las pensiones. Pero esa firmeza discursiva no ha ido pareja con el desarrollo de la protección social. Que, según los datos oficiales, sigue estando por debajo de los niveles europeos.
¡Qué gran oportunidad ha perdido el PSOE en unas elecciones europeas para haber anunciado medidas de convergencia europea en materia social! Tales como incrementos sustanciales de las pensiones mínimas, subsidios por desempleo y Salario Mínimo Interprofesional. Tres rúbricas en las que España se encuentra por debajo de la media UE-15.
Hay que reconocer al gobierno de Zapatero que ha cumplido su promesa de elevar las pensiones mínimas un 26% durante su primer mandato. No obstante, al tratarse de un incremento fijo sobre la base del 2004, la ganancia real de poder adquisitivo se queda en la mitad una vez descontada la inflación acumulada del período.
Rodríguez Zapatero ha puesto gran énfasis en cuidar el concepto de "igualdad", hasta el punto de haber creado un Ministerio ad hoc. Pero hasta ahora, esa preocupación sólo atañe a las cuestiones llamadas ‘de género'. Sin abordar para nada, o muy poco, la igualdad real de todas las personas, sin distinción de género, clase o nacimiento. Una igualdad que hay que equilibrar tomando medidas para superar esa pobreza estructural que afecta en España a 8.500.000 personas de uno y otro sexo.
Gobernar no es fácil, por supuesto. Y mucho menos cuando lo que se gobierna es la nave del Estado capitalista. En aras del realismo, un gobierno se verá obligado a efectuar múltiples transacciones con la banca, la patronal y los grandes propietarios. En ese sentido, el PSOE ha cumplido con creces su ‘obligación' de facilitar estabilidad, con sumas millonarias del dinero de todos, al mundo de los negocios para evitar que se convierta en elementos desestabilizadores del gobierno. A cambio de no desestabilizar, los grandes propietarios exigen su tributo (en forma de reducción de tributos al Fisco). No votan al PSOE, e incluso su número (dicen que unas 1.500 familias) es comparativamente muy pequeño para tener peso en las urnas.
Si el PSOE quiere remontar en las urnas el varapalo que acaba de sufrir en ellas, lo tiene fácil: es hora de atender ya, no con discursos, sino con hechos tangibles, a sus votantes "naturales". (En las elecciones de 2000, el PP consiguió una mayoría absoluta con casi los mismos votos con los que perdió en 2008. Más de dos millones de votantes de izquierda se quedaron en casa).
¿Es que la izquierda, que suele declararse laica, tiene la obligación de votar sólo por fidelidad ideológica con la mano puesta en el lado del corazón? ¿Acaso los asalariados, los desempleados, los precarios, los pensionistas, no tienen derecho a votar también con la mano puesta en el lado de la cartera?
El PSOE debería tomar medidas para incrementar las pensiones mínimas hasta igualarlas al SMI, y un incremento de éste, hasta igualarlo a lo previsto por la Carta Social Europea: el 60% del ingreso medio del país. Hablando en números redondos: ningún español con un ingreso inferior a 1.000 euros mensuales. Y de ahí para arriba, según méritos de cada cual.
Medidas, por supuesto, a tomar aquí y ahora por el Gobierno. Unilateralmente como corresponde a su libertad de acción. Pues, para reducir las prestaciones, ya están los pactos toledanos.
Congratulations:
ResponderEliminarwe couldn't greet You more today!
Achacable al PSOE (a parte de su desidia secular por Madrid)son los eufemismos que utilizó de la palabra crisis y su miedo celestial a perjudicar a la iglesia católica y por añadidura a las demás; así, más de dos décadas para despenalizar el aborto por completo, la negativa a legalizar la eutanasia, el mantenimiento del dichoso concordato con el Vaticano. A su favor: los matrimonios entre personas del mismo sexo y la posibilidad de cobrar el SOVI y la pensión de viudedad.
ResponderEliminarRuego a San Rodríguez Zapatero que deje de besar el anillo papal y vea la realidad de los millones de ciudadanos que somos aconfesionales, agnósticos o ateos, como quiera llamarse cada uno.
Salud.
Anónimo: "ciudadanos", simplemente. Los calificativos, o sea, lo que piense cada uno sobre la cuestión "Dios", no le importan a nadie.
ResponderEliminarZapatero tiene miedo a la Conferencia Episcopal, al Papa, a los musulmanes, a que sus hijas engorden, a Esperanza Aguirre y, sobre todo, a perder la poltrona, a que su "hamigo" Obama no le "ajunte", y a que la Historia le recuerdará siempre como Zapatero "el incapaz". Nos gobierna un cobarde y vengativo don Nadie sin una sola idea, un producto de agencia de publicidad rodeado de desorientados oportunistas que no dejan pasar la oportunidad de sacarse unas perras y hacer unos contactos a costa de demostrarnos lo "socialistas" que son. Pero tranquilo, porque mientras haya fútbol y prensa cotilla para todos, todo va estupendamente. Ecos de aquello, ¿cómo era? ... "España va bien" ...
Saludos