jueves, 25 de junio de 2009

Saludo a El pobrecito veedor, con ecos de Buenaventura


"Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no se olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones". (Buenaventura Durruti).


A Pierre Miró debíale yo un saludo, cordial y agradecido, por la generosa mención que de esta bitácora hace en la suya, El pobrecito veedor, de reconocida veteranía en la esfera blogal.

Mención hacia la que no pude mostrar gratitud hasta ahora, aturdido como llevo algunos días por secos golpes de maza, cortafríos y alcotana contra paredes que se desploman formando una irregular cordillera de escombro, o sea, una escombrera, pues el material constructivo ni se crea ni se destruye, sólo se tranforma. Transmutación que paga su alícuota parte de la deuda entrópica con la porción que se dispersa en polvo. Sobrecogido, he contemplado el espectáculo de la sierra radial, que mordiendo el azulejo con horrísono chirriar, proyecta torbellinos de rojizo polvo que lo envuelve todo como el simoun sahariano. Pulvis eris et in pulvis reverteris, para levantar fábrica nueva el yeso se amasa en artesa con arte milenario cuya regla exige que vaya primero el agua para espolvorear sobre ella el producto del aljez. Polvo primordial, ubicuo, que se extiende sobre todas y cada una de las partes de ese todo que consideramos ajuar hogareño. De manera que la polvorienta pantalla del escribidor electrónico más parece terrosa tablilla babilónica que luminoso cristal líquido del siglo XXI.

Sirva esta croniquilla para dar cuenta de la pulverulenta circunstancia en que me hallo sumido. Pues de la misma forma en que a todo cerdo su san Martín, llégale a toda vivienda la hora de alguna reforma más o menos seria. De la que no se ha librado esta mi choza, cuyos moradores hemos decidido adecentar, justo aquí y ahora, en tiempos de crisis, como reivindicación de que esa crisis no la provocamos los de abajo, sino que se la han cocinado solitos los de arriba: los banqueros, delicuentes en su mayoría, y los gobernantes que primero apartaron la vista para no ver esos manejos delictivos, punibles de oficio, y ahora acuden prestos a remediar el desaguisado con fondos públicos.

La crisis. ¿Qué crisis? La que han provocado ellos, porque la mayoría de nosotros, siempre hemos estado en crisis. Y cuando el capitalismo por sus necesidades de venta inyecto dinero para fomentar el consumismo, seguíamos en crisis estructural hipotecados hasta las cejas. Viviendo en casas por las que hay que pagar a especuladores y bancos el cuádruplo de su valor, hipotecándonos de por vida, lo cual, es otra forma de la miseria en la que viviremos permanentemente salvo que algún día decidamos sacudirnos el polvo de la pereza moral.

"Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades... ¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones". Buenaventura Durruti


Con las palabras de Buenaventura de fondo, reitero mi fraternal saludo a Pierre Miró, agudo veedor que tiene la rara habilidad de comentar en métrica de romance, muchas de esas de las risiones con que impregnan la vida pública los tirios y troyanos miembros de la nutrida poltronería del Reino.


1 comentario:

  1. Radiales, polvo, escombros... Lo mismito que en las trincheras de la vida, que es en realidad en donde nos encontramos. Las hostias nos vienen de todas partes y los sacos terreros se descomponen.
    Salud

    ResponderEliminar