viernes, 2 de septiembre de 2011

Ya te vale, Valeriano

Malas noticias, como es habitual, para las cifras de ese artificio social llamado empleo, consistente en que el trabajo de una persona dependa del beneficio ajeno. El paro sube en 51.185 personas en agosto. La creación de empleo retrocede, con 136.834 afiliaciones a la Seguridad Social menos. Las sucesivas reformas del mercado laboral precarizan las condiciones de trabajo. Y el titular del ministerio de la Impotencia, lo justifica diciendo que "preferimos un contrato temporal a un parado". Es tal la desmesura de la degradación ideológica a la que ha llegado el partido que representa la socialdemocracia en España, que sólo falta que el ministro Valeriano nos diga que la mejor solución al paro consiste en trabajar gratis.


Anticipándose a los datos oficiales hechos públicos hoy mismo, el ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, ya había afirmado que el paro subiría en agosto. En declaraciones a la
cadena Ser, Gómez ha dicho que agosto, desde hace diez años, se ha ido convirtiendo en un mes "malo" para el empleo porque hay "ciertas prácticas" empresariales por las que se rescinden contratos y luego se vuelven a producir. "Es una forma de obtener el pago de las vacaciones a costa de los servicios públicos de empleo". El ministro ha recordado que esas prácticas están penadas y castigadas.

Que el paro sufra un ligero descenso a principios del verano y un ascenso a finales del mismo es algo normal. Ocurre todos los años, debido a los contratos que se realizan esta época tanto para cubrir vacaciones de empleados fijos como, sobre todo, para realizar trabajos específicos de verano. Especialmente en la hostelería, donde necesitan camareros temporales en hoteles, restaurantes y chiringuitos playeros. Aparte de socorristas, guardas en parques nacionales e incluso miembros de las brigadas de lucha contra incendios.

Ahora bien, que el ministro de Trabajo, un cargo impotente por definición, diga que están penadas esas prácticas empresariales consistentes en rescindir contratos y reanudarlos después para ahorrarse el pago de vacaciones es un absoluto despropósito.

Para empezar, a la gente que se despide, por ejemplo en el sector de la enseñanza privada, no es a finales de agosto. Los colegios privados ponen en la puñetera calle a personal docente y no docente eventual a comienzos del verano, y la vuelven a contratar a comienzos del curso. Y eso ni está penado ni siquiera reprimido en aras de la sacrosanta libertad de mercado. Que en el caso del que estamos hablando se sustancia en
libertad de despido perfectamente consentida por las autoridades competentes e impotentes en materia del Trabajo.

Mucho antes de que empezara la actual crisis económica, las patronales vienen reclamando continuas facilidades para despedir a sus empleados. Facilidades que el Gobierno de Rodríguez Zapatero les ha servido en bandeja con sus continuas reformas laborales. Sin ir más lejos, la que acaban de aprobar, extendiendo la precariedad del becariado hasta los treinta años. En la nueva reforma se suspende por dos años el límite de encadenamiento de contratos temporales para hacer fijo a un trabajador y se promueve un nuevo contrato de formación para jóvenes de hasta 30 años. "Preferimos un contrato temporal a un parado", decía hace unos días ese mismo Gómez que hoy se rasga las vestiduras por las prácticas empresariales.

Es una verdadera lástima la situación de degradación ideológica, reflejada en su praxis, a la que ha llegado el partido que representa a la socialdemocracia en España. Es tal la desmesura, que sólo falta que el ministro Valeriano nos diga que la mejor solución al paro consiste en trabajar gratis.

Desde luego, ideas no le van a faltar. "Quienes trabajan gratis tienen más ambición, más hambre que aquellos que perciben un salario. Y además son más creativos"... Esta es una de las afirmaciones recogidas recientemente por la revista Fortune para documentar una tendencia esperanzadora o peligrosa (según se mire) del mercado de trabajo que surge tras unos cambios vertiginosos: Cada vez más gente está dispuesta a trabajar sin percibir un sueldo. No se trata de pasantías, prácticas o jóvenes recién licenciados que buscan su primer empleo. Hablamos de profesionales, más o menos cualificados, que persiguen la promesa de un puesto futuro, una experiencia profesional o un impulso a su autoestima, sobre todo en tiempos difíciles. Y están dispuestos a hacerlo sin cobrar.

Según Fortune, algunos expertos [se autoconsideran así] hablan del trabajo gratis como "una corriente de futuro en recursos humanos. Algo que en una década será la norma". Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter España, cree en la llegada de tendencias que nos llevan hasta el ajuste de los sueldos en función de la productividad, en vez de asociarlos a índices externos: "El gran salto que podría comenzar es aún mayor. Se trata de ‘trabajar gratis' o, dicho de otra forma, cobrar en función de los resultados aportados".

El presidente de Otto Walter recuerda que "esta fórmula ya existe desde hace muchos años en otros formatos, y alguno de ellos es un gran éxito de empleabilidad en países como Inglaterra. Es el caso de los vendedores, de los autónomos y de los freelance, una solución muy extendida en Reino Unido que implica que un profesional trabaje sin sueldo para proyectos concretos y sólo cobre en función del resultado. La gran ventaja es que encuentran puestos con suma facilidad, ya que no existe compromiso de continuidad; su productividad y orientación a la aportación de valor es total y las empresas están encantadas de darles diversos trabajos, por lo operativo de esta alternativa".

Como resulta vomitivo para los propósitos de este blog seguir citando esta basura ideológica, los lectores con estómago apto para olisquear estas ideas pueden ampliar el contenido en el reportaje publicado en Expansión, diario del mundo de los negocios que, en su momento, aplaudió con entusiasmo a Díaz Ferrán un genuino representante del empresariado español, que consideró oportuno ponerle al frente de la presidencia de la patronal CEOE.

6 comentarios:

  1. Esta requetedemostrado, trabajo hay, lo que se quiere es no pagarlo. Como bien dices, trabajo gratis, a lo que quieran darte, la miseria.
    Un abrazo, seguimos por aquí: PAQUITA

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  2. Lo hacen, te envtrevistan, te anuncian que hay dificultades y que se están resolviendo. Empiezas, pasas el mes, no cobras, preguntas y las respuestas son: cobrarás la semana que viene. Entonces denuncias y te vas. Las vísperas del juicio te llama el jefe y te dice que cómo no has esperado, que cuánto se te debe para arreglarlo. Mi hija respondió como una curtida luchadora con sus 21 años: Lo que me debe la empresa os lo dirá mañana mi abogado en el juzgado. En 15 días lo tenía ingresado. Pero el resto de compañeros siguieron por miedo a perder el empleo por el que no cobraban. Fue el trabajo de verano que había encontrado en junio como dependienta en un tienda de ropa. Ya ves que, si esto es un caso real, será la punta del iceberg.

    Saludos MAM

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  3. La Renta Básica, que de ser será de absoluta subsistencia (justito para seguir trabajando gratis), cada día está más cerca Bismark mediante, aunque yo preferiría otro camino y otro tempo porque el abismo a la exclusión social, material y moral es feísismo
    Salud

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  4. La Renta Básica, entendida como derecho de ciudadanía, no tiene por qué conducir al abismo de la exclusión social. Otra cosa son las rentas de inserción, o de indigencia que, bajo diversos condicionantes, facilitan los servicios sociales autonómicos.

    http://carnetdeparo.blogspot.com/2009/06/una-autentica-renta-basica-de.html

    En cuanto a Bismarck, genuino representante de la derecha pura y dura, fue el primer gobernante que impulsó algunas medidas de protección social. Decisión que no vino inspirada por un repentino arrebato de amor hacia la clase trabajadora. Si el Canciller se vió obligado a realizar algunas mínimas concesiones fue para frenar la creciente ola revolucionaria que se extendía por Europa. El astuto Canciller de Hierro tuvo el suficiente olfato político para advertir el efluvio sedicioso que desprendían las masas obreras agitadas por el fermento revolucionario de la época. Para impedir que los obreros simpatizaran con la causa socialista, Bismarck
    urgió al Reichstag a decretar esas medidas sociales para calmar la situación. Así pues, el Welfare State no surgió de la filantropía de la derecha, sino, en todo caso, de la razón práctica y del miedo que se apoderó de
    la burguesía del siglo XIX ante la magnitud de la revuelta social que se avecinaba.

    En la década de 1880, Bismarck intentó un acercamiento oportunista al movimiento obrero proponiendo al Reichstag la adopción de las primeras medidas de protección de la clase trabajadora tomadas por un Estado moderno. Una protección elemental en forma de seguros de
    accidentes, enfermedad y vejez, reglamentada legalmente, y financiada por los propios obreros a través de un sistema contributivo obligatorio. Este sistema suponía un trato ventajoso para los trabajadores mejor pagados,
    cuyo favor pretendía ganarse el canciller con el astuto propósito de dividir al conjunto de la clase obrera.
    En todo caso, bajo el esquema bismarckiano de seguridad social, el Estado no aporta dinero sino organización. El sistema consiste en una renuncia obligatoria de los trabajadores a una parte de sus remuneraciones para constituir un fondo destinado a cubrir los gastos de la atención a su salud y suministrarles un ingreso el día que ya no puedan trabajar, ya sea porque cumplan cierta edad, tengan un accidente, padezcan enfermedad o se vean afectados por desempleo involuntario.

    Ojalá hubiera ahora un potente movimiento de protesta que no se conformara con acampar en las plazas públicas (lo cual es bastante insano y antiestético, y fuera capaz de infundirle a la derecha el mismo respeto que le infundió el movimiento obrero. Pero este pueblo no inspira temor a una derecha lo suficientemente crecida como para recortar el Estado del Bienestar. Una derecha que ni siquiera necesita gente de altura como Otto von Bismarck: con Rajoys, Cospedales y Camps se bastan para fastidiar el invento.

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  5. Yo estoy convencida de que sólo la Rente Básica puede salvarnos del abismo de la exclusión, también de que esta tropa de indocumentados soverbios creen que se puede trabajar sin cobrar ni garantizar las necesidades básicas, la exclavitud por arriendo les debe parecer un despilfarro, mantener sus privilegios o soñar con llegar a disfrutarlos es una fuerza bruta que no les detiene nunca a lo largo de los tiempos, ahora "la sociedad del espectáculo" facilita los rebaños y el adormecimiento del personal, y así

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  6. no he podido terminar de leer la noticia, verdaderamente se me a revueltoel estomago, lo lamentable es ke se permita por parte de un gobierno ke se puedan plantear estas cosas, solo una pequeña obserbacion el H.P.ke se le ha ocurrido esto por que no da ejemplo y se va a trabajar gratis, pero en un trabajo delicado como hacer una zanja con um pico o picar piedras o cosas parecidas

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