jueves, 29 de diciembre de 2011

Congelación del SMI: la primera canallada del Gobierno Rajoy


Mariano Rajoy dijo en Marsella ante el dúo Merkozy que España estará en primera línea de la UE "trabajando, opinando y existiendo". ¿Cómo se puede trabajar y, sobre todo, existir, con un salario cercano al umbral de pobreza? Que una de las primeras medidas que toma el Gobierno de Rajoy sea la congelación de un Salario Mínimo Interprofesional situado en la última fila de la UE, es, dicho sea en román paladino, una perfecta canallada.

Durante la entrevista que mantuvo en Marsella, a principios de diciembre, con la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, Mariano Rajoy afirmó que España estará en primera línea de la UE "trabajando, opinando y existiendo". Pero para garantizar a sus habitantes el derecho a la existencia, España necesita una política social y económica que respete al menos ciertos mínimos de decencia en los ingresos básicos de trabajadores y pensionistas.

Se ufana Rajoy diciendo que su Gobierno, ese que ha formado como Dios manda, llamará "al pan, pan y al vino, vino". Creo, por tanto, que a una persona que presume de claridad expresiva no le extrañará que una de sus primeras medidas de gobierno sea calificada como una perfecta canallada. Que, según el DRAE, es la acción
o dicho propios de un canalla. Un sustantivo (Del it. canaglia) con las siguientes acepciones:
1. f. coloq. Gente baja, ruin.
2. f. ant. perrería (‖ muchedumbre de perros).
3. com. coloq. Persona despreciable y de malos procederes.

El Gobierno presidido por Mariano Rajoy acaba de anunciar una serie de drásticos recortes dirigidos a reducir el abultado déficit de las arcas públicas. Un déficit cuya primera causa, no se olvide nunca, se encuentra en las cuantiosas inyecciones de dinero del contribuyente al sector bancario que ha provocado la actual crisis económica. Aunque discutible, dentro de esa lógica de reducción de gastos podrían entrar las congelaciones de sueldos a funcionarios, los recortes en las subvenciones a partidos, sindicatos y patronal... etc.

Pero da la puñetera casualidad de que el Salario Mínimo Interprofesional no es un gasto que afecte a los presupuestos del Estado, como es el caso del Iprem. No hay policías, soldados, maestras, jueces, catedráticas, médicos, enfermeras, parlamentarios, reyes... y resto de profesiones a sueldo del Estado retribuidos con una paga tan humilde como el SMI. Un nivel salarial que perciben sólo alrededor de 135.000 personas empleadas en el sector privado. Por lo tanto, la congelación del SMI no contribuye a la reducción del déficit público. Responde, única y exclusivamente, a esa miserable opción ideológica que impregna al Partido Popular en el sentido de que no deben existir salarios mínimos.

Sin embargo, casi todos los países miembros de la OCDE tienen establecido algún tipo de salario mínimo cuya cuantía es fijada por el gobierno. En concreto, la Carta Social Europea recomienda que el importe de esta retribución mínima se sitúe en torno al 60% del salario medio. Entre los países de la UE que reconocen un salario mínimo en su ordenamiento legal, España solo supera a Portugal y a Polonia en la escala más baja de su cuantía.
Pues si nuestro país cumpliera la Carta Social Europea, que firmó en 1980, al día de hoy el SMI debería ser de 1.026,43 euros brutos mensuales.



¿Es el billete de Metro de Madrid el más barato del mundo? Para muchos no aunque cueste menos que algunos de sus competidores. Por ello, alguien ha colocado junto al precio del viaje en cada ciudad el salario mínimo que cobran los habitantes de dichos países. Así, por ejemplo, en París es sólo 20 céntimos más caro que en Madrid mientras que el salario mínimo en Francia es casi tres veces más que el español. La web de ciberactivismo Actuable recoge firmas para pedir que se retire esta publicidad, calificada de “engañosa”.
En España, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) fija la cuantía retributiva mínima que percibirá el trabajador referida a la jornada legal de trabajo, sin distinción de sexo u edad de los trabajadores, sean fijos, eventuales o temporeros. El valor que toma el SMI se fija cada año por el Gobierno, mediante la publicación de un Real Decreto. Y para la determinación del mismo se tienen en cuenta factores como el IPC, la productividad media nacional alcanzada o el incremento de la participación del trabajo en la renta nacional.


El anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, llegó al poder en 2004 con la promesa de aumentar progresivamente la cuantía del SMI —fijado tras ocho años de gobiernos del PP en 460 euros— hasta situarlo en 600 euros mensuales en 2008. Un aumento que, como manda el guión neoliberal, le pareció entonces desorbitado a la derecha española, que protestó desde sus diversos altavoces patronales y mediáticos. En seis ejercicios (2005, 06, 07, 08, 09 y 10), el gobierno del PSOE subió el SMI un 40% hasta alcanzar los 641.40 euros actuales. Cuantía, pese a todo, muy lejos de las pautas marcadas por la Carta Social Europea.

Por sí mismo, un salario mínimo situado en niveles muy bajos tiene una importancia relativa, ya que, salvo para trabajos de bajísima cualificación, nadie acepta un empleo en esas condiciones. Eso piensa, por ejemplo, el economista Paul A. Samuelson, al analizar el declive de la etapa de George Bush: “Sí, al final los demócratas conseguirán su promesa de subir el salario mínimo. Pero será algo carente de importancia. Unos cuantos trabajos no cualificados estarán un poco mejor pagados. El salario mínimo recién aumentado será tan bajo en relación con las tasas salariales reales pagadas ahora, que el único resultado hará poco bien y poco mal”. (*)

Por el contrario, el prejuicio miserabilista neoliberal opina que los salarios mínimos son perniciosos para la marcha de la economía. Como ya indiqué en un artículo anterior, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), el laboratorio de ideas presidido por José María Aznar que inspira la política del Partido Popular, fundamenta su oposición al SMI en términos tan peregrinos como este:

"Algunos animales son más débiles que otros. Por ejemplo, el puercoespín es un animal indefenso excepto por sus púas, el ciervo es vulnerable excepto por su velocidad. En la economía también hay personas relativamente débiles. Los discapacitados, los jóvenes, las minorías, los que no tienen preparación, todos ellos, son agentes económicos débiles. Pero al igual que les ocurre a los seres en el mundo animal, estos agentes débiles tienen una ventaja sobre los demás: la capacidad de trabajar por sueldos más bajos. Cuando el gobierno les arrebata esa posibilidad fijando sueldos mínimos obligatorios, es como si se le arrancaran las púas al puercoespín."

Ya dije en el mentado artículo, y vuelvo a sostener ahora con mayor firmeza si cabe, el argumento que guía esa propuesta es de una asombrosa estupidez, pues la premisa principal de que las personas débiles tienen "la capacidad de trabajar por sueldos más bajos" se derrumba desde el momento en que tan espuria "capacidad" no es privativa de una determinada clase de individuos, sino que alcanza a todo tipo de personas, incluida la respetable señora madre de los ideólogos de FAES. Es una capacidad, digamos que universal. Sólo que algunos individuos, por su privilegiada posición en el sistema social no se ven forzados a ejercerla. Mientras que a los situados en los escalones más bajos no les queda otro remedio que aceptar cualquier empleo a cualquier precio y condiciones.

El argumento es estúpido, pero como hay gente dispuesta a comprar estupideces, los vendedores de falacias llevan años poniéndose las botas.
Hombres de la banca y de las finanzas, mujeres del aparato del Partido Popular, con carteras ministeriales encargadas de llevar a cabo el programa oculto del oculto Mariano Rajoy.

En el caso español, sólo el 0,6% de la población laboral percibe el SMI: unas 130.000 personas, según datos de la Seguridad Social. Por otro lado, este tope mínimo afecta a aquellos convenios colectivos que utilizan el SMI como referencia para diferentes conceptos. El Ministerio de Trabajo calcula que hasta un 5% de los asalariados (alrededor de 800.000 personas) se ven afectados por la subida de esa renta mínima.

Por otro lado, hay empleados que ni siquiera alcanzan la retribución del SMI, sencillamente porque tienen empleos de duración inferior a la jornada normal. Cada vez son más los trabajadores que cobran menos del salario mínimo. Entre las profesiones que reúnen estas condiciones destacan los cuidadores de ancianos o niños, reponedores de grandes superficies, teleoperadores, cajeros, camareros y empleadas de hogar, pero también periodistas, informáticos, diseñadores, profesores o becarios. Se trada de empleados que trabajan por horas, a tiempo parcial, con jornadas reducidas y sin horario laboral definido. Los afectados tampoco disponen de convenio colectivo, tienen contratos basura, están subcontratados o al servicio de empresas de trabajo temporal.

 
La verdadera importancia del salario mínimo consiste en que constituye una referencia moral, política e incluso psicológica para el resto de prestaciones del sistema de protección social. Por ejemplo, existe un consenso generalizado sobre la idea de que, para no desincentivar el trabajo, las prestaciones de auxilio a la pobreza y el subsidio por desempleo deben ser inferiores a un salario normal. Es obvio que cuando se toma como referencia un índice tan bajo con el SMI español, incremento zapaterista incluido, las prestaciones “no desincentivadoras” habrán de ser necesariamente de miseria. Por lo que no es extraño que sus cuantías se sitúen por debajo del umbral de pobreza. Además, una promesa política de igualar las pensiones mínimas al SMI no tendría el mismo alcance en España que en Francia, a la vista de las respectivas cifras indicadas en el cuadro anterior.

Y a todo esto ¿qué harán los sindicatos: emitir una quejosa declaración de disconformidad o plantar cara a Gobierno y patronal?

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PS1 La alianza formada por el FMI, la Comisión Europea y el BCE ha solicitado al Gobierno griego que reduzca el salario mínimo mensual como condición para seguir prestando ayuda financiera a Grecia. La idea es que este se encuentre por debajo de los 600 euros que es el mínimo en la actualidad.

PS2 El freno al salario mínimo agrava las cuentas de la Seguridad Social: La medida supone congelar más de dos millones de cotizaciones. El sistema deja de ingresar 50 millones por cada punto que no sube la renta mínima


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(*) Samuelson, Paul: “El presidente Bush se atrinchera”, El País, suplemento Negocios, 04/03/2007.

4 comentarios:

  1. Hace unos días en elEconomista se hablaba del "riesgo moral" de que las coberturas sociales desincentivaran la búsqueda de empleo. Pura desfachatez a la vista de lo poco que ha importado el "riesgo moral" en el caso de los bancos, sostenidos artificialmente con dinero de todos y repartiendo bonus, dividendos, etc.

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  2. No puedo entender que una persona que cobre el salario mínimo o una viuda, que cobra menos aún, voten a partidos políticos o apoyen a sindicatos, que sólo llevan chupando del bote, desde siempre, sabiendo que son los que han logrado con sus pactos, convenios y reformas, que seamos obedientes, perdamos la dignidad y nos convirtamos en precarios permanenetes.
    NO LO ENTIENDO.
    A no ser que la mayoría aplastante sea idiota de solemnidad.

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  3. Lo que sucede, ahobeltz, es que esa mayoría aplastante es también mayoría aplastada y por partida doble: por estulticia propia y por codicia ajena. Por ejemplo,a la vista de lo que ha sucedido en Cataluña con la sanidad cabe preguntarse: ¿votaron a Artur Mas solamente las personas sanas y sin familiares y/o amigos enfermos? Y en Valencia ¿cómo pudo arrasar Camps en las urnas con las implicaciones turbias que afectaban a dicho candidato? En fin, queda demostrado por enésima vez que las cúpulas dirigentes saben manejar muy bien a la masa social mediante los tres males que la aquejan desde siempre: ignorancia, miedo y necesidad.

    Un saludo y buen año para todos (dentro de lo posible...).

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  4. A Ahobeltz yo le diría que deje de meterse con los sindicatos y que trabaje, estoy harto de ver sindicalistas despedidos por el empresario e insultados por sus "compañeros" izquierdistas tan de izquierdas que acampan en Sol, pero luego no van a la huelga y tragan con el empresario por un contrato temporal de media jornada menor que mileurista y haciendo mas horas que las marcadas. Eso si, "semos moernos" para piratear películas pero no para plantar cara al empresario, y si dar la espalda al sindicalista traidor que sale por la puerta despedido por haber llamada a la inspección de trabajo, que por cierto esta ocupada. Por cierto no me creo que esa marea verde de enseñantes mas del 60% no haya votado a la Aguirre. Basta de izquierda de salón y de tanto varón

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