Los cadáveres de ancianos contagiados de Covid 19, a los que una orden del gobierno de Isabel Ayuso denegó asistencia en los hospitales, se amontonaron durante días en las residencias. Madrid se encuentra a la cabeza de los fallecidos por la contaminación. Y ese Partido Popular, que se mofa de quienes aguardan ayuda en las colas del hambre, cierra la campaña de su candidata con un espectáculo de tortura y muerte animal. Tales son algunas formas de morir a la madrileña.
Cada región, cada ciudad de España tiene sus peculiares idiotismos (RAE: Giro o expresión propios de una lengua que no se ajustan a las reglas gramaticales). Encontraremos un buen repertorio de los idiotismos madrileños en los diálogos del sainete lírico La Verbena de la Paloma, como la advertencia que la señá Rita le hace al celoso cajista: 'Julián, que tiés madre'. Aparte de idiotismos, en Madriz tenemos también un puñado de idiotas, entre ellos, los creadores del no por absurdo menos célebre eslogan con el que la candidata del Partido Popular concurre a las inmediatas elecciones regionales: libertad.
Libertad
es una categoría vacía mientras no se delimita su alcance. Pues hasta los
mayores opresores se permiten la desfachatez de usar la palabra libertad justo
cuando la violentan. “España, una, grande y libre” fue la divisa de la
dictadura franquista que privó de libertad a miles de españoles encerrándoles
en la cárcel. En el peor de los casos, muchos de ellos acabaron su vida
fusilados ante un paredón por mantener fidelidad a la causa republicana y a las
libertades civiles.
La filosofía establece una clásica distinción cualitativa entre la
libertad negativa —libertad "de"— y la libertad positiva —libertad
"para"—. En su acepción negativa, libertad "de" significa
negación de la dependencia respecto de algo, inmunidad frente a determinación
exterior, o frente a la imposición desde fuera a hacer algo que coarta la propia
espontaneidad. Por ejemplo, libertad de expresión equivale al derecho de
manifestar, defender y propagar las opiniones propias, sin encontrar trabas.
En su
acepción positiva, libertad "para" se refiere a la capacidad del
individuo para hacer algo por sí mismo. Cuando se habla de políticas concretas,
libertad debe ser algo más que una palabra mágica. Una sociedad solo podrá
considerarse libre, cuando sea capaz de crear condiciones que aseguren libertad
real a todos sus integrantes otorgando, por ejemplo, una renta básica universal
que garantice las condiciones materiales de igualdad de oportunidades
"para" hacer o dejar de hacer algo.
Freiheit,
schöner Götterfunken (libertad, hermoso tesoro de los
dioses) leemos en la Oda a la libertad (Au die Freiheit)
de Friedrich Schiller. En boca de los poetas, la palabra libertad es capaz de
suscitar profundas emociones. Sensibilidad del espíritu que desaparece en una
nebulosa alcohólica cuando la encargada de responder a la crucial
pregunta: libertad ¿para qué? es la candidata del Partido Popular
(PP). Libertad para tomar cañas en los bares, concluye, definiendo desde su
cosmovisión provinciana que ese es el eje en torno al cual gira la forma de
"vivir a la madrileña".
Desde una perspectiva metafísica, vivir conduce a un final inexorable. Así lo expresan
las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique (c.
1440-1479): Nuestras vidas son los ríos que / van a dar a la mar / que
es el morir. Y puesto que hay que morir, lo deseable es hacerlo en paz, no de la tremenda manera de irnos de este mundo que significa "morir a la madrileña" desatendidos por los sucesivos gobiernos del Partido Popular.
Morir a la madrileña en
las residencias de ancianos
Durante el
periodo más álgido del contagio por el Covid19, millares de personas murieron
en Madrid. La mayoría de ellos, personas de avanzada edad que, a mediados de
marzo de 2020, quedaron atrapadas en las residencias sin recibir atención
médica. Por supuesto que la pandemia pilló desprevenidos a todos los gobiernos
mundiales. Al principio, todos tuvieron que improvisar medidas para hacerle
frente. Pero el gobierno regional presidido por Isabel Ayuso tomó una de las
medidas más crueles que cabría esperar hacia la gente más débil. Los
responsables de Salud redactaron un protocolo de admisión en los hospitales en
virtud del cual se negó el traslado a ellos de los ancianos residentes en
geriátricos contagiados por el virus.[i]
Un
protocolo que establece denegar la cama a quienes más riesgo de morir tienen,
asignándola al paciente que más pueda beneficiarse del tratamiento, puede
explicarse tal vez en una situación de guerra. Pero resulta moralmente
inaceptable aplicarla en el seno de un país desarrollado. Estas personas vieron llegar el final de sus vidas en las más espeluznantes condiciones de soledad y desatención médica que se puedan imaginar. Cadáveres abandonados en las habitaciones es lo que encontraron los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias cuando, por fin, lograron entrar a las residencias.
El
idiotismo lingüístico se convierte en idiotez moral cuando, en pleno siglo XXI,
la madre del cajista que invoca la señá Rita o don Rodrigo Manrique, el
padre de las sentidas coplas que le dedica su hijo Jorge, habrían muerto de una
forma sórdida. Abandonados en sus últimos estertores por la política dictada
por los idiotas morales que tenían en ese momento el timón del gobierno de la
Comunidad de Madrid.
Madrid, la ciudad europea con más muertes por contaminación de los coches
La contaminación ambiental del aire es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Un estudio de impacto en salud ha estimado la carga de mortalidad atribuible a la contaminación del aire en más de 1.000 ciudades europeas. La investigación, publicada en The Lancet Planetary Health, incluye un ranking de las ciudades europeas con mayor mortalidad atribuible a cada uno de los dos contaminantes del aire estudiados: partículas finas (PM2,5) y dióxido de nitrógeno (NO2). Por lo que respecta a este último factor, el área metropolitana de Madrid lidera el ranking de muertes evitables asociadas al NO2 entre las cerca de 1.000 ciudades estudiadas.
Sabedor de tal amenaza para la salud de la población,
un gobernante responsable procuraría adoptar las medidas más adecuadas para
reducir la mortalidad asociada a la contaminación. Pero un idiota moral lo que
hace es dedicarse a sus cosas, que en el caso del PP suelen ser asuntos bastante turbios, como demuestra la experiencia. Desde el mismo momento de ser nombrado
candidato a la Alcaldía de Madrid, José Luis Martínez-Almeida se ponía como
prioridad terminar con la zona de bajas emisiones. "Lo primero, acabar con
Madrid Central", dijo en una entrevista con El Independiente el 20 de
enero de 2019. "Con
Almeida, Madrid central se acaba el 26 de mayo", decían los carteles
electorales con los que el PP empapeló por toda la ciudad. Una vez en la Alcaldía, los tribunales de justicia se encargaron de frustrar sus planes,
De nuevo, el discurso de los populares emplea la palabra libertad
con una finalidad torticera: Almeida defendió que los madrileños tenían derecho "a circular con libertad" por la ciudad. Misión en la que fue respaldado por
Díaz Ayuso, en cuya opinión, "los atascos a las tres de la mañana un sábado" en
la capital le hacían ver a los madrileños que su ciudad era especial. "Era
parte de la vida de Madrid".
Malvivir en las colas del hambre
La agencia de
las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al
hambre (FAO)[ii] define
el hambre como "una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un
consumo insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la
persona no consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de
forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable".
Hoy en día, se estima que casi 690 millones de personas pasan hambre en el mundo. En países los países extremadamente pobres, poblaciones enteras pueden verse sometidas a los estragos de la hambruna. Por contraste, en sociedades desarrolladas como la nuestra hay excedentes de alimentos, por lo tanto, nadie debería morir físicamente de hambre. Eso no significa que todas las personas que la habitan tengan la capacidad adquisitiva suficiente para conseguir alimentos.
Las sucesivas crisis económicas provocadas
por la locura financiera de 2008 y la actual pandemia, unidas a un insuficiente
sistema de protección social, han situado a mucha gente en una situación límite. Gente abocada a implorar el auxilio de diversas organizaciones que, movidas
por impulsos de orden caritativo o solidario, recolectan alimentos y los
distribuyen entre los necesitados. Ante sus sedes aguardan los necesitados,
dando lugar al fenómeno urbano de las colas del hambre que integran uno de los
aspectos más desgarradores de la realidad madrileña.
Gracias a la distribución de alimentos básicos, la
gente atendida por estas organizaciones no se muere literalmente de hambre, pero sufren lo
que la FAO denomina inseguridad alimentaria. Es decir, la que padece una
persona cuando carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y
nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida
activa y saludable. Esto puede deberse a la falta de disponibilidad de
alimentos y/o a la falta de recursos para obtenerlos.[iii]
Pues bien, estas personas que en situación de extrema
necesidad e inseguridad alimentaria tienen que acudir a las colas del hambre
reciben la calificación de "mantenidos subvencionados" por parte de la
presidenta en funciones del gobierno de la Comunidad de Madrid. Según Ayuso,
los candidatos de izquierda "Necesitan Madrid para seguir con su hoja de ruta
que es romper España, dividirla territorialmente y crear ciudadanos de primera
y de segunda. De segunda, los mantenidos subvencionados que ellos crean como
las colas del hambre para que la gente dependa de ellos".
Resurrección del casticismo: Pan y toros
Con esta expresión, panem et circenses, pan y circo,se refiere el poeta
romano Juvenal (60-128) a las distribuciones gratuitas de trigo (leyes Frumentaria y
Congiaria) que, junto a los espectáculos del circo, se organizaban desde el poder
para mantener distraída a la plebe de Roma. En España, la reacción absolutista de
Fernando VII contra las reformas inspiradas en la Ilustración europea dio nuevo impulso a las corridas de toros, dando lugar a que los críticos con el casticismo
embrutecedor del pueblo, parafraseando a Juvenal, acuñaran la expresión 'pan y
toros' para describir la fiesta de los toros como una diversión que halaga las
bajas pasiones del pueblo llano y amortigua los conflictos sociales.
Ahora, y con el dinero de todos los contribuyentes, la candidata del PP organiza una corrida de toros que tendrá lugar el 2 de mayo, fiesta oficial de la Comunidad. Cerrando así su campaña con un broche casticista que deja por los suelos su concepto de libertad. "Donde hay toros, hay libertad, ha declarado".
En Madrid, mientras el gobierno regional del PP, el partido más corrupto de actual escenario político de España, niega el pan a la gente obligada a pedirlo en las colas del hambre, su candidata a renovar el mandato alienta la
muerte y tortura animal para excitar las más bajas pasiones de sus seguidores.
Toros de lidia, corolario de lo que significa morir a la madrileña.
[i] Siete de cada diez muertes de mayores de residencias de Madrid en la primera ola de coronavirus se produjeron dentro de los geriátricos, donde en muchos casos no había medios para curarles ni las condiciones dignas para que tuvieran una buena muerte. Son datos de la propia Comunidad de Madrid y contradicen la cifra que ha repetido durante la campaña del 4-M la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, según la cual siete de cada diez mayores de residencias murieron en hospitales. Realmente fue a la inversa. Murieron 11.389 mayores que vivían en residencias, de los cuales 8.338 no fueron trasladados a un hospital, según los datos de la propia Comunidad de Madrid.
[ii] Food and Agriculture Organization (FAO)
[iii] Mientras que muchas personas pueden no estar hambrientas –en el sentido de sufrir molestias físicas causadas por una falta severa de energía alimentaria–, pueden estar en situación de inseguridad alimentaria. Puede que cuenten con acceso a alimentos para satisfacer sus necesidades energéticas, pero no están seguros de que vayan a durar, o pueden verse obligados a reducir la calidad y/o cantidad de los alimentos que consumen para poder sobrevivir. Este nivel moderado de inseguridad alimentaria puede contribuir a diversas formas de malnutrición y tener graves consecuencias en la salud y el bienestar de las personas.