Vista aérea de la manifestación que los medios informativos adictos al Régimen silenciaron y la policía disolvió con violencia |
La plaza de Colón el 22-M. Si hubiera convocado el Papa, la prensa diría que hubo un millón de personas |
Ante la gran manifestación convocada en Madrid para recibir a las distintas columnas de las Marchas por la Dignidad, la
Policía preparó un tremendo dispositivo de seguridad. En total fueron movilizados alrededor de 2.200 agentes. Parte de los cuales se encargaron de reventar con violencia el acto final en la plaza de Colón.
En concreto, 40 grupos de la
Unidad de Intervención Policial (UIP), es decir, unos 1.600 efectivos
antidisturbios, y seis grupos de la Unidad de Prevención y Reacción
(UPR) que suponen otros 180 agentes con funciones también de
antidisturbios. También se ha activado a 240 funcionarios (y a otros 180
en reserva) de la Brigada Móvil, encargada de supervisar los
desplazamientos de los manifestantes hasta Madrid y por el interior de
la capital. En total, 2.020 policías estuvieron el sábado en las calles de
la ciudad vigilando la evolución de las marchas, sin contar con los
integrantes de los servicios de información, los agentes del Servicio de
Medios Aéreos y los efectivos de seguridad ciudadana que también han
sido convocados. Aparte de los habituales provocadores infiltrados.
Provocadores que han cumplido su papel siguiendo, una vez más, la vieja estrategia de lanzar botellas y piedras a los uniformados, sirviéndoles en bandeja la oportunidad de intervenir de inmediato con gran alarde de escopetería y botes de humo. La versión oficial asegura que todo empezó porque alguien lanzó objetos a los agentes. Pero, como señala Ruth Toledano: "los portavoces oficiales no tienen, desde luego, la más mínima autoridad moral para que creamos su versión. Si el Gobierno miente por sistema. Si el Ministerio del Interior miente por sistema. Si han mentido sobre los muertos de Melilla ante todos los medios de comunicación, ante los observadores internacionales y en el mismísimo Congreso de los Diputados, ¿cómo pretenden que creamos que la agresividad de los antidisturbios no fue una provocación preparada con antelación?".
Seguimos sin saber quienes son los revoltosos, quienes los infiltrados, quienes los "buenos" y quienes los "malos". Pues, si alguien infunde sospechas son esos encapuchados sorprendidos mientras esposan a una persona a la que un antidisturbios uniformado inmoviliza colocando su escudo sobre la cabeza.
Pese a los continuos llamamientos de los organizadores, desde el escenario levantado en la plaza de Colón, rogando a los agentes que no interrumpieran un acto legal, la policía, en el peor estilo antidemocrático, reventó el final de la manifestación. Por si fuera poco, un sindicato policial mintió de la manera más burda. El portavoz de la Confederación Española de Policía (CEP), Antonio Labrado, ha mostrado en varios programas de televisión dos fotografías de supuestos objetos utilizados por quienes participaron en los enfrentamientos con la policía: un tirachinas con bolas metálica y una muleta que ocultaba un punzón de "12 centímetros la cual se introduce en los chalecos antitrauma". Las dos imágenes, sin embargo, tienen una data anterior a la manifestación del pasado sábado.
En la primavera de 2014, cabe decir que no hay una auténtica democracia en España. No puede haberla cuando el Gobierno envía el potencial represivo del Estado a reventar la protesta de una parte de la ciudadanía que sólo pide el cese de las indecentes políticas que han aumentado la desigualdad social hasta límites que repugnan a la razón.
Provocadores que han cumplido su papel siguiendo, una vez más, la vieja estrategia de lanzar botellas y piedras a los uniformados, sirviéndoles en bandeja la oportunidad de intervenir de inmediato con gran alarde de escopetería y botes de humo. La versión oficial asegura que todo empezó porque alguien lanzó objetos a los agentes. Pero, como señala Ruth Toledano: "los portavoces oficiales no tienen, desde luego, la más mínima autoridad moral para que creamos su versión. Si el Gobierno miente por sistema. Si el Ministerio del Interior miente por sistema. Si han mentido sobre los muertos de Melilla ante todos los medios de comunicación, ante los observadores internacionales y en el mismísimo Congreso de los Diputados, ¿cómo pretenden que creamos que la agresividad de los antidisturbios no fue una provocación preparada con antelación?".
Seguimos sin saber quienes son los revoltosos, quienes los infiltrados, quienes los "buenos" y quienes los "malos". Pues, si alguien infunde sospechas son esos encapuchados sorprendidos mientras esposan a una persona a la que un antidisturbios uniformado inmoviliza colocando su escudo sobre la cabeza.
Pese a los continuos llamamientos de los organizadores, desde el escenario levantado en la plaza de Colón, rogando a los agentes que no interrumpieran un acto legal, la policía, en el peor estilo antidemocrático, reventó el final de la manifestación. Por si fuera poco, un sindicato policial mintió de la manera más burda. El portavoz de la Confederación Española de Policía (CEP), Antonio Labrado, ha mostrado en varios programas de televisión dos fotografías de supuestos objetos utilizados por quienes participaron en los enfrentamientos con la policía: un tirachinas con bolas metálica y una muleta que ocultaba un punzón de "12 centímetros la cual se introduce en los chalecos antitrauma". Las dos imágenes, sin embargo, tienen una data anterior a la manifestación del pasado sábado.
En la primavera de 2014, cabe decir que no hay una auténtica democracia en España. No puede haberla cuando el Gobierno envía el potencial represivo del Estado a reventar la protesta de una parte de la ciudadanía que sólo pide el cese de las indecentes políticas que han aumentado la desigualdad social hasta límites que repugnan a la razón.
Y digo 'una parte' de la ciudadanía porque, en circunstancias como las que estamos viviendo, habría que preguntarle al resto de la sociedad civil por qué comulgan con las políticas del Gobierno del Partido Popular, por qué se hacen cómplices de la injusticia y de la indignidad. Por qué, incluso, siendo en su mayoría directamente perjudicados por la acción depredadora de estos gobernantes, no se rebelan contra ellos. Aunque no fuera más que para no tener que aguantar a tipos como Ignacio González, que compara a los organizadores de estas marchas con grupos griegos nazis. O de su portavoz, Salvador Victoria, que afirma que: las Marchas son "columnas de extrema izquierda lideradas por un actor que vive en Cuba".
Frente a tanta sinrazón, a nosotros, los desempleados, con o sin derecho a prestación, a los pensionistas a mínimos, a los trabajadores precarios, a los mayores dependientes sin asistencia, a los enfermos en lista de espera, a los escolares con déficit de profesores o, sencillamente, a las personas con un mínimo sentido del decoro moral, nos asiste la razón moral, a ellos tan sólo algunos millares de unidades de polizía molto arabbiata. Una policía rabiosa a la que, en los años de supremacía del PP en el poder, se le ha dado barra libre para reprimir las protestas ciudadanas sin respetar los más mínimos derechos. Tan rabiosa, que ha protagonizado una absurda paradoja: parte de esos mismos agentes encargados de reprimir manifestaciones protagonizaron una manifestación no autorizada para exigir la dimisión de sus mandos, al considerar que en la noche del 22-M no se empleó todo el potencial represor disponible. Si lo habitual es que la policía disuelva las manifestaciones no autorizadas ¿quién disuelve las manifestaciones de policías no autorizadas?
Frente a tanta sinrazón, a nosotros, los desempleados, con o sin derecho a prestación, a los pensionistas a mínimos, a los trabajadores precarios, a los mayores dependientes sin asistencia, a los enfermos en lista de espera, a los escolares con déficit de profesores o, sencillamente, a las personas con un mínimo sentido del decoro moral, nos asiste la razón moral, a ellos tan sólo algunos millares de unidades de polizía molto arabbiata. Una policía rabiosa a la que, en los años de supremacía del PP en el poder, se le ha dado barra libre para reprimir las protestas ciudadanas sin respetar los más mínimos derechos. Tan rabiosa, que ha protagonizado una absurda paradoja: parte de esos mismos agentes encargados de reprimir manifestaciones protagonizaron una manifestación no autorizada para exigir la dimisión de sus mandos, al considerar que en la noche del 22-M no se empleó todo el potencial represor disponible. Si lo habitual es que la policía disuelva las manifestaciones no autorizadas ¿quién disuelve las manifestaciones de policías no autorizadas?