jueves, 29 de febrero de 2024

Del salario mínimo interprofesional (SMI) y otras soledades.

 


El Gobierno presidido por Pedro Sánchez ha pactado con los sindicatos una subida del salario mínimo interprofesional del 5% para 2024 situándolo en 1.134 euros brutos en 14 pagas. Este acuerdo sigue una línea de acción progresista que, a partir de 2018, ha hecho crecer el salario mínimo más de un 54% desde los 735 euros al mes en que lo dejó el Gobierno del Partido Popular. Un sustancial incremento que, por desgracia, no se ha trasladado al subsidio por desempleo.


El Consejo de ministros de 6.2.24 aprobó la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para 2024 a 1.134 euros en 14 pagas, tras el acuerdo alcanzado con los sindicatos Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT). Con la negativa de la patronal CEOE. Se trata de un incremento del SMI inédito en la historia reciente de la política social de España, que se inscribe en la senda de cumplimiento de la Carta Social Europea, que sitúa el SMI en el ámbito del 60% del salario medio. Incremento que beneficia a más de dos millones y medio de personas que cobran esta modesta cuantía.

Frente a los negros vaticinios de que la subida del SMI produciría destrucción de empleo, los análisis muestran por ahora un impacto muy poco significativo en un tiempo de fuerte crecimiento de la afiliación y de reducción del desempleo

Por otro lado, hay empleados que ni siquiera alcanzan la retribución del SMI, sencillamente porque tienen empleos de duración inferior a la jornada normal. Entre las profesiones que reúnen estas condiciones destacan los cuidadores de ancianos o niños, reponedores de grandes superficies, teleoperadores, cajeros, camareros y empleadas de hogar, pero también periodistas, informáticos, diseñadores, profesores o becarios. Se trata de empleados que trabajan por horas, a tiempo parcial, con jornadas reducidas y sin horario laboral definido. Los afectados tampoco disponen de convenio colectivo, tienen contratos basura, están subcontratados o al servicio de empresas de trabajo temporal.

El subsidio por desempleo constituye la última red de protección social estatal a la que pueden acceder algunos desempleados de larga duración que agotaron el derecho a percibir la prestación contributiva. No es una prestación de tipo asistencial en sentido estricto ya que, entre los requisitos para obtenerla, se exige haber cotizado al sistema. Hasta el año 2003, conforme al Estatuto de los Trabajadores, este subsidio se hallaba establecido en el 75% del SMI. De manera que con la actual subida del SMI, la ayuda a los desempleados que agotan las prestaciones contributivas se hubiera actualizado de manera automática a la cifra de 850 euros mensuales

Sin embargo, el Real Decreto-Ley 3/2004 que ordenó la subida del SMI incluyó una cláusula desvinculando del SMI diversas prestaciones, entre ellas dicho subsidio. Con ese fin se creó una base distinta, lo que la jerigonza administrativa denominó Indicador Público de Rentas de Efectos Múltiples (IPREM), y cuya cuantía es más baja que el SMI. En concreto, el subsidio por desempleo quedó fijado en el 80% de esta base, de forma que, en la actualidad, su cuantía es de 480 euros al mes. 

Una distancia sideral que el Gobierno pretendía aminorar levemente con una tímida reforma en virtud de la cual subía el subsidio para la mayoría a 570 euros los primeros seis meses, a 550 euros los siguientes seis, y volvía a los 480 a partir del año de prestación. En el caso de los mayores de 52 años, la prestación se mantiene en 480 euros aunque se puede alargar mucho más: hasta la edad ordinaria de jubilación –el resto tiene una duración máxima de 30 meses–.

Lamentablemente, tras la injustificable negativa de los cinco diputados de Podemos a aprobar esta modestísima subida propuesta por el Gobierno, los desempleados mayores de 52 años seguirán cobrando esos 480 euros. Un sector de desempleados, cuya edad hace bastante improbable que puedan lograr un empleo digno en la etapa final de su carrera laboral, por lo que resulta inaceptable obligarlos a vivir con un ingreso situado por debajo del umbral de la pobreza. 

Pensiones por debajo del SMI 

La pensión contributiva ha de entenderse como un salario diferido, con capacidad para hacer frente a los gastos elementales que permitan llevar una vejez digna. Por obvias razones de justicia, su cuantía mínima debe ser equiparada al SMI.

En contraste con el reducido grupo de pensionistas con derecho a pagas elevadas, otros 4,7 millones de jubilados perciben cuantías situadas por debajo del SMI. En concreto, según los datos de la Seguridad Social, 4,18 millones de pensionistas no alcanzan los 846 euros en 14 pagas en los que está fijado el umbral de la pobreza para un hogar individual. De ellos, tres de cada cuatro, son mujeres.

Uno de los principales motivos por el que muchas personas cobran hoy cuantías mínimas es que, al estallar la crisis económica de 2008 cuyo detonante fueron los manejos cuasi delicuenciales de la banca, se vieron afectadas por el desempleo en los años previos a la jubilación, lo cual perjudicó su carrera de cotización a la Seguridad Social. Circunstancia que constituye una doble injusticia cuando se compara con las ingentes sumas de recursos públicos dedicados a salvar a instituciones financieras o empresariales de la ruina producida por sus propios errores.

 








____________________


miércoles, 31 de enero de 2024

Libertad, igualdad... cuando la derecha tuerce el sentido de los valores republicanos





Heredero directo de la dictadura franquista, el partido Popular parece descubrir ahora los valores republicanos. Tras su decepcionante defensa de la "libertad", cuyo valor redujo al referirlo a tomar cañas de cerveza en las terrazas de Madrid, ahora ha incorporado a su discurso la palabra "igualdad".  Y por el bien de España, esperemos que no intente interpretar la "fraternidad" a su manera.


El pasado domingo, estaba un servidor en tierras de la Alcarria, "ese hermoso país al que a la gente no le da la gana ir" (C.J. Cela dixit) entregado al horaciano oficio de cuidar unos árboles frutales, cuando, apenas regresado al tráfago capitalino, me llegan los ecos de una nueva movida madrileña. Al parecer, varios miles de personas (humanas) se habían congregado en la plaza de España (ahí es ) para escuchar el encendido parlamento de los principales líderes del Partido Popular que reniegan del Parlamento oficial.

Y la verdad es que, a mí, como al forzado de Dragut, es nombrarme lo que viene siendo la patria y se me ponen los vellos como escarpias mientras mis fatigadas neuronas recuperan los versos de esa estrofa gongorina ¡Oh sagrado mar de España, / Famosa playa serena, / Teatro donde se han hecho /Cien mil navales tragedias!

¿Qué nueva tragedia aguarda ahora a esta sufrida Hispania nostra? Me pregunto al saber que Núñez Feijóo, ante decenas de miles de fieles seguidores, ha asegurado que "Vamos a rescatar a España". Ay, ay, ay, cuidado con las carteras, que ya sabemos lo que pasa cuando el Partido Popular se pone a rescatar algo. ¿Recordáis el rescate de la banca que no iba a costarnos nada?

"La libertad se abre camino. Sánchez tiene los días contados y ese final se acerca a gran velocidad", ha apostillado en su intervención en ese mitin Isabel Díaz Ayuso. Escuchando pronunciar esa palabra cómo no sentir un divino arrebato: Libertad, hermoso tesoro de los dioses (Freiheit, schöner Götterfunken) tal como la invoca Friedrich Schiller en su Oda a la libertad Nuestros pies deberían elevarse por encima del nivel del suelo. Máxime cuando sabemos que una líder política, como la popular presidenta de la Comunidad, se ha entregado en cuerpo [de fruta] y alma [de vermú] a realizar una encendida cruzada en pro de la libertad.

Claro que, cuando se plantea la cuestión clave: Libertad ¿para qué? la respuesta del PP es algo dececpcionante, pues se agota en la libertad de beber cañas de cerveza a tutiplén en las terrazas de Madrid.

Libertad, igualdad y fraternidad, esos son los tres grandes lemas del ideal republicano. Tal vez los dos primeros pudieran estar siendo objeto de un tardío descubrimiento por un partido que es heredero directo de la dictadura franquista que durante cuarenta años cercenó vidas y libertades en España.

Según parece, la concentración de la plaza de España es el comienzo de la caravana por la "igualdad" del PP: una serie de actos que harán los populares por toda la geografía para comunicarse de manera más cercana con los ciudadanos para combatir contra las "desigualdades" que, a su juicio, La Moncloa está provocando entre las comunidades. "Vamos a rescatar democráticamente este país y restituir la igualdad real entre todos los ciudadanos"

¿Pero en qué consiste la igualdad de Feijóo? Porque con él a la cabeza, su grupo parlamentario ha votado en contra de las últimas medidas del Gobierno en materia de reducción de la desigualdad de las personas: desde la subida de las pensiones al salario mínimo interprofesional. "Sé que no es fácil coger un bus a las seis de la mañana o pagarse un avión", ha agradecido el líder popular a los presentes en el mitin, que no venían exclusivamente de Madrid. ¿Acaso pensionistas y trabajadores con ingresos bajos pueden pagarse un billete de avión para escuchar al Feijóo que se opone a igualar, siquiera un poco, esas pagas mínimas?

Quienes reivindican el principio de igualdad —por ejemplo, en la discusión sobre la ley de amnistía— deberían tener en cuenta que este es indivisible, y que un instrumento básico para reducir la desigualdad social que corroe a nuestras sociedades es la tributación sobre la riqueza, más todavía que sobre la renta, como acaba de subrayar la propuesta del Observatorio Fiscal de la UE de establecer una nueva tasa del 2% a los milmillonarios. (Impuestos al poder económico. El País)

En fin, tras esta precaria interpretación de los dos primeros valores de la trinidad republicana, uno se echa a temblar por si le llega el turno de lectura pepera a la Fraternidad. Porque mucho me temo que pudiera quedar reducida a una hermandad de cofrades nazarenos de Semana Santa. O, mucho peor, a una germanía, que la RAE define como:

germanía

Del lat. germānus 'hermano'.

1. f. Jerga o manera de hablar de ladrones y rufianes, usada por ellos solos y compuesta de voces del idioma español con significación distinta de la verdadera, y de otros muchos vocablos de orígenes muy diversos.

 

domingo, 31 de diciembre de 2023

El derecho a no ser pobre

 

Murales Diego Rivera, Palacio Nacional, México DF

Junto al derecho a la vida, que es el más sagrado e inalienable de los derechos humanos, debería formularse el derecho a no ser pobre, puesto que a las personas de tal condición el vivir el día a día no suele  resultarles muy satisfactorio. Hoy, la pobreza sigue haciendo mella incluso en amplias capas sociales de los países avanzados, pese a las ayudas implementadas por gobiernos de distinto color. Es hora de aplicar a esta enfermedad social el sabio principio de la medicina: es mejor prevenir que curar. Y la mejor vacuna contra la pobreza consiste en garantizar a toda la población la percepción de un ingreso mínimo universal e incondicional. Sería, además, una indemnización por la ineficacia del modelo económico, que ha demostrado ser incapaz de ofrecer un empleo decente a cada persona.


Hablar de pobreza nos remite de inmediato a la cara opuesta de la moneda: la riqueza. Pues ambas realidades, tan complementarias como antagónicas, no pueden entenderse la una sin la otra.

Adam Smith (1723-1790), considerado el fundador de la Economía Clásica, mentor intelectual y "espiritual" del liberalismo económico, plasmó sus ideas en su Investigación sobre la Riqueza de las Naciones, el famoso libro que los adeptos al libre mercado consideran como la Biblia de la economía. En ese venerado texto que son más quienes lo citan que los que lo han leído— hay pasajes tan rotundos y esclarecedores como este:

En las naciones de cazadores casi no hay propiedad, o como máximo no hay ninguna que supere el valor de dos o tres días de trabajo; y por eso no hay un magistrado permanente ni una administración regular de la justicia […]. Cuando hay grandes propiedades hay grandes desigualdades. Por cada hombre muy rico debe haber al menos quinientos pobres.[i]

Y siguiendo una línea de análisis que no dudaría en suscribir la mayoría de escritores revolucionarios, continúa el escocés:

En especial los ricos están necesariamente interesados en conservar un estado de cosas que pueda asegurarles sus propias ventajas […]. El gobierno civil, en la medida en que es instituido en aras de la seguridad de la propiedad, es en realidad instituido para defender a los ricos frente a los pobres, o a aquellos que tienen alguna propiedad contra los que no tienen ninguna.[ii]

Cuando aparecieron los primeros humanos, la tierra con todos sus recursos ya estaba ahí. El suelo material que pisamos y sobre el que se desenvuelve la vida humana no debería en absoluto ser considerado propiedad privada de persona alguna. En aras de la eficiencia productiva, tan sólo podría ser admisible un usufructo temporal de la tierra y todos sus recursos. naturales. Conforme a la vieja reivindicación: la tierra para el que la trabaja. 

El republicano Thomas Paine (1737-1809) rechazó de plano esa falacia que pretende asentar la idea de que la pobreza es una exigencia a priori de la condición natural del ser humano. En Agrarian Justice (1795) afirma:

Si ese estado que se llama orgullosamente, quizá de modo erróneo, civilización ha promovido más la felicidad general del hombre o la ha dañado más es una cuestión que puede ser fuertemente contestada. Por una parte, el observador está deslumbrado por espléndidas apariencias; por otra, está conmocionado por miseria extrema; ambas cosas ha erigido ese estado. Lo más opulento y lo más miserable de la especie humana se encontrarán en los países que se llaman civilizados [...] La pobreza, por consiguiente, es algo creado por lo que se llama vida civilizada. No existe en el estado natural.[III]

Todavía, desde distintas posturas ideológicas se mantiene esa falaz convención que sostiene que la principal vía para salir de la pobreza es el trabajo. Distingamos, no obstante, entre la noción de trabajo como potencialidad física e intelectual de la persona humana y empleo, es decir, ese artificio social y económico de las sociedades desarrolladas.

En efecto, la humanidad ha estado "desempleada" durante la mayor parte de su historia. Los cazadores recolectores del Paleolítico, tras una larga jornada recorriendo el territorio en busca de sustento, seguramente llegaban a su cobijo agotados por el esfuerzo, pero no estaban "empleados". Como tampoco lo estaban los esclavos, los siervos de la gleba medieval o los campesinos libres. Aunque se deslomaran trabajando la tierra de sol a sol, no estaban empleados, es decir, no recibían una contraprestación salarial fijada en un contrato.

En la historia humana, el empleo es un invento bastante reciente. Ese artificio social que ha permitido organizar, mejor o peor, la producción y distribución de bienes, apenas tiene un siglo. Superada la fase explotadora más brutal del capitalismo manchesteriano del siglo XIX, el empleo —entendido como una relación laboral estable y aceptablemente remunerada— fue uno de los principales pilares del pacto fordista establecido a mediados del siglo XX.

Avería en el artefacto

Al día de hoy, una de las peores noticias socioeconómicas es que ese artefacto del empleo lleva averiado por lo menos un par de décadas. De una parte, la automatización deja fuera del mercado laboral a un sector cada vez más creciente de la sociedad que ya no puede acceder a un empleo decente que asegure su subsistencia e integración en la sociedad. Se trata de personas que han de conformarse con empleos de baja cualificación, generalmente en servicios secundarios. Surge así la peor de las paradojas del trabajo: la aparición de la la figura del poor worker o trabajador pobre.

La circunstancia de que una persona, pese a desempeñar un trabajo remunerado,  permanezca en la pobreza destroza cualquier argumento a favor del empleo. No deja de ser una triste ironía el hecho de que en el momento histórico en que hay la mayor cantidad de recursos y tecnología disponibles para la producción, el empleo se haya convertido en un bien escaso. El volumen global de empleo disponible en el sistema productivo de un país desarrollado es decreciente, con lo que la "creación de empleo" no es, a estas alturas, más que una creencia quimérica.

Se ha derrumbado, por tanto, el argumento moralizante que prescribe el trabajo como vía para salir de la pobreza. Por otro lado, la realidad pura y dura de las políticas económicas y sociales demuestra con nitidez que todas las recetas clásicas para acabar con la pobreza han fracasado estrepitosamente.

Entre ellas, los subsidios y ayudas sociales condicionadas. Desde la promulgación de las Poor Laws en la Inglaterra del siglo XIX hasta hoy, el hecho de que cada cierto tiempo reaparezca de manera recurrente la propuesta de crear nuevas modalidades de rentas mínimas es un signo inequívoco de su ineficacia política y social. 

En definitiva, ha llegado la hora de que el pensamiento político avanzado se decida a salir de la zona de confort ideológica, abandone supersticiones económicas y busque soluciones más eficaces, justas y generadoras de igualdad que esas rentas mínimas condicionales cuya única virtualidad consiste en prolongar la pobreza de quienes las reciben.

En este sentido, la propuesta de instaurar una Renta Básica Universal (RBU) aporta una salida al atolladero. Desde luego, es una idea que suscita muchas críticas, pero comparada con lo existente hasta ahora se podría decir que es la peor de las soluciones... a excepción de todas las demás. Se define como: 

Una renta garantizada de forma incondicional a todos los individuos, sin necesidad de someterse a una prueba de recursos ante la Administración o de estar realizando algún tipo de trabajo. Se trataría, pues, de un ingreso pagado por el Estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad: incluso si no quiere trabajar, sin tener en cuenta si es rico o pobre, sin importar con quien vive.

Junto al derecho a la vida, que es el más sagrado e inalienable de los derechos humanos —y como tal lo recoge la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas— debería consagrarse el derecho de toda persona a no ser pobre. Una legítima aspiración que, si bien intuitivamente podemos comprender y compartir, adolecería de rigor si se formula literalmente. Pues, un derecho enunciado en forma negativa pierde consistencia. Es preciso, por tanto, formular en positivo el derecho de toda persona a recibir un ingreso garantizado. 

Felizmente, la Declaración Universal de Derechos Humanos Emergentes aprobada en el Fórum Universal de las Culturas, celebrado en Monterrey, en 2007, ya contempla de manera expresa: 

3. El derecho a la renta básica o ingreso ciudadano universal, que asegura a toda persona, con independencia de su edad, sexo, orientación sexual, estado civil o condición laboral, el derecho a vivir en condiciones materiales de dignidad. A tal fin, se reconoce el derecho a un ingreso monetario periódico sufragado con reformas fiscales y a cargo de los presupuestos del Estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro residente de la sociedad, independientemente de sus otras fuentes de renta, que sea adecuado para permitirle cubrir sus necesidades básicas.[IV]

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que marca un hito en la historia de los derechos humanos. Elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, la Declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948 en su (Resolución 217 A (III)) como un ideal común para todos los pueblos y naciones. 

Mientras que la Declaración Universal de Derechos Humanos surge de una Asamblea de Estados, la Declaración de Derechos Humanos Emergentes se construye desde las diversas experiencias y luchas de la sociedad civil global, recogiendo las reivindicaciones más perfiladas de sus movimientos sociales.

Asimismo, mientras que la Declaración Universal de Derechos Humanos es una resolución adoptada solemnemente por las Naciones Unidas, como documento fundador de una ética humanista del siglo XX y el "ideal común a alcanzar" desde una óptica individualista y liberal, la Declaración Universal de Derechos Humanos Emergentes surge desde la experiencia y las voces de la sociedad civil global en los inicios del siglo XXI.




__________________________

[I] Smith, Adam: Una investigación sobre la naturaleza y la causa de la riqueza de las naciones, trad. de Rodríguez Braun, Alianza, Madrid 1994, pp. 674-681.
[II] Ibíd.
[III] Paine, Thomas: Agrarian Justice
[IV] A instancias del X Congreso de la Basic Income European Network, el Fórum Universal de las Culturas (Barcelona, septiembre 2004) incluyó en su declaración final; "apoyamos: el derecho universal a percibir una renta mínima, garantía y fundamento de un nuevo concepto de ciudadanía"




martes, 31 de octubre de 2023

Llanto por Gaza

 


Llanto por Gaza  La Jornada, México


Nunca las religiones del Libro trajeron la paz al mundo, sino la guerra, 

Los Libros de Samuel (I Samuel y II Samuel, que juntos en hebreo forman el "Libro de Samuel" ספר שמואל, Sefer Shmuel ספר שמואל) forman parte de la historia narrativa del Antiguo Israel en la sección Nevi'im o 'profetas' de la Biblia hebrea / Antiguo Testamento, llamada la historia deuteronómica, una serie de libros (Josué, Jueces, Samuel y Reyes) que constituyen una historia teológica de los israelitas y tienen como objetivo explicar la ley de Dios para Israel bajo la guía de los profetas.


Samuel 15


1Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová.
2Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.
3Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.
7Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.
8
Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada.

Libro Quinto de Moisés
2:31 Y me dijo Jehová: He aquí yo he comenzado a entregar delante de ti a Sehón y a su tierra; comienza a tomar posesión de ella para que la heredes.

2:32 Y nos salió Sehón al encuentro, él y todo su pueblo, para pelear en Jahaza.

2:33 Mas Jehová nuestro Dios lo entregó delante de nosotros; y lo derrotamos a él y a sus hijos, y a todo su pueblo.

2:34 Tomamos entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades, hombres, mujeres y niños; no dejamos ninguno.

2:35 Solamente tomamos para nosotros los ganados, y los despojos de las ciudades que habíamos tomado.

2:36 Desde Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad que escapase de nosotros; todas las entregó Jehová nuestro Dios en nuestro poder.

Libro Sexto de Josué


6:12 Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehová. 


6:13 Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los hombres armados iban delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová, mientras las bocinas tocaban continuamente. 

6:14 Así dieron otra vuelta a la ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron durante seis días. 

6:15 Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 

6:16 Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad. 

6:17 Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.

6:18 Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. 

6:19 Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová. 

6:20 Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron. 

6:21 Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos. 


Y así, sucesivamente.....


“Gaza se está convirtiendo en un cementerio de niños”: la denuncia de Unicef por los menores muertos en la guerra entre Israel y Hamás


lunes, 29 de mayo de 2023

En Madrid, no saludo a (casi) nadie



Lo han vuelto a hacer. Una mayoría de votantes madrileños ha escogido entregar de nuevo el gobierno, tanto municipal como autonómico, al Partido Popular que lleva décadas degradando los servicios públicos, especialmente los de Sanidad. Por mucho que, a ojos de la razón, votar lo que te perjudica sea un contrasentido, esos electores son adultos y votan lo que les da la gana. Como demócrata, respeto los resultados de las urnas. Pero a nivel personal no tengo ninguna obligación moral, racional o política de relacionarme con ellos. La libertad también consiste en negar el saludo a la inconsistencia y la insolidaridad.

En plena campaña por su reelección, la presidenta saliente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, afirmó que "no había oído en mi vida que los madrileños piensen que su sanidad es mala". Lo cual no deja de ser una sus habituales perogrulladas. Por definición, la mayoría de la gente entiende que los sistemas públicos de salud son buenos. Tan buenos como ese elemento crucial para la vida del que nos habla el refrán: "algo tendrá el agua cuando la bendicen".

Pero ambas bondades, la del agua y de la sanidad, quedan en entredicho cuando escasean. Si te encuentras en mitad de un árido desierto, sin pozos ni manantiales, te mueres de sed. Algo similar a lo que te puede suceder en Madrid, donde el deterioro de los servicios públicos de salud puede significar la muerte por falta de atención médica.

En Madrid, te mueres de ansiedad si para conseguir cita con el médico de atención primaria tienes que esperar entre 10 y 20 días. Te mueres de dolor si tu dolencia necesita ser atendida por un especialista y tienes que esperar varios meses hasta que puedas llegar a contársela. Te puedes morir de forma definitiva si, por culpa de esa larga espera, no se te detecta de manera precoz una lesión maligna. Y lo peor de todo: en el momento de mayor desvalimiento te puedes morir por orden directa del gobierno autonómico.

Tal fue el triste caso de las 7.291 personas mayores alojadas en residencias cuya vida se extinguió de forma inhumana durante la pandemia del Covid que vieron negado el acceso a un hospital. Se les negó la posibilidad de sobrevivir o, al menos, tener una muerte sin dolor. Y ello en virtud de la orden dada desde la consejería de Sanidad del gobierno de Díaz Ayuso para que no fueran derivadas a los hospitales.

En vísperas de una de otras tantas elecciones a la Comunidad de Madrid en las que, desde 1995, viene resultando ganadora la opción que ha puesto en práctica políticas rayanas en lo criminal, un buen amigo mío anunció con solemnidad: "Si mañana vuelve a ganar el PP, no saludo a nadie".

Fuera impulsiva boutade o decidido propósito, el caso es que hace tiempo que hice mía esa expresión, hasta el punto de convertirla en lema y guía de mi propia actitud respecto al conjunto de la población habitante del territorio de la Comunidad de Madrid. Salvo que se encuentren apuntados en mi lista de contactos personales, en Madrid yo tampoco saludo a nadie.

Entiéndase bien. Con tal actitud no me refiero a faltar a las mínimas exigencias de la cortesía. Educado desde los lejanos días de la niñez en el principio de que "buen porte y buenos modales abren puertas principales", por supuesto que doy los buenos días a cuantas personas coinciden en mi actividad diaria, desde la conductora del autobús al cajero del supermercado. No hacerlo significaría contribuir a fomentar la barbarie que amenaza la convivencia.

No obstante, más allá de esta elementa cortesía, saludar (del latín salutāre) significa desear salud a alguien. Y, la verdad, no me encuentro en disposición anímica o política para desear salud de entrada a la primera persona que me encuentre. Y ello por la sencilla y estadística razón de que existe una elevadísima probabilidad de que esa persona sea votante del Partido Popular. Esa trama de intereses y corrupción con apariencia de partido político que lleva casi tres décadas instalada en el gobierno de Madrid.

¿Por qué debería yo desear salud a quienes, con su voto, aprobaron la indignidad de esas 7.291 muertes de ancianos en las residencias?(*)

¿Por qué debería yo desear salud a quienes, con su voto, apoyan a unos gobernantes que amenazan mi propia salud? La sistemática degradación de la sanidad pública, que es marca del PP, me afecta de forma directa. Pues uno ha entrado ya en esa fase de la existencia en la que los quebrantos de un organismo gastado por los años se manifiestan cada vez con mayor frecuencia.

¿Por qué debería yo sentir la menor empatía con toda esa gente cuyas inquietudes políticas se reducen a aplaudir esa absurda repetición de la palabra libertad cómo si esta fuera un valor exclusivo de la condición madrileña? ¿Acaso no hay libertad, de expresión por ejemplo, o de elegir o ser elegido para un cargo público de representación en la manchega Almansa, en la leonesa tierra de Babia o en el asturiano concejo de Quirós? ¿De qué libertad me están hablando? En Madrid, el PP ha convertido la idea de libertad en un eslogan vacío de contenido. 

En la democracia, la libertad política forma parte intrínseca de su estructura. Y el mayor o menor grado de libertad viene dado por la amplitud del arco de posibilidades de elección al alcance del individuo que vive dentro de un sistema democrático. En Madrid esa libertad de elección se encuentra dramáticamente restringida a la hora de ejercer el derecho a la salud, es decir, a ser atendido en caso de enfermedad conforme a lo dispuesto en el Artículo 43 de la Constitución Española:

Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto.

"El Partido Popular de Madrid tiene indudables dotes de mago, porque ha conseguido que políticas que sólo privilegian a unos pocos sean asumidas y votadas por la gran mayoría, aunque parezca inaudito", señala Ana Martínez Rus en un lúcido artículo en el que desgrana las causas por las que hay una mayoría social de madrileños votando en contra de sus propios intereses. Entre ellos no falta "El 'currito' que está hipotecado, pero tiene un adosado en cualquier municipio del extrarradio de Madrid, llega en muchos casos a creer que es un próspero propietario que comparte valores e ideas con los verdaderos ricos que viven en Pozuelo, el municipio con mayor renta de todo el Estado". 

Votar de forma conservadora es una opción respetable. Pero votar con tanto fervor a la derecha madrileña populista conlleva el riesgo de pegarse un tiro en el pie. Porque la mayoría social, por mucho que se haya identificado con el discurso de Ayuso, tarde o temprano va a necesitar de unos servicios públicos cada vez más degradados.

La Comunidad de Madrid es la que menos invierte en Sanidad y Educación. A cambio, orienta las inversiones hacia el sector más rico de la población. Sin contar con el dinero que algunos de sus dirigentes se llevan directamente al bolsillo.(**) Como los tristemente famosos Ignacio González y Francisco Granados, fieles escuderos de Esperanza Aguirre, que acabaron dando con sus huesos en la cárcel.

En cualquier caso, aunque a ojos de la razón votar contra lo que te perjudica parece un absoluto contrasentido, los votantes de Ayuso son adultos y han votado lo que les ha dado la gana. Por lo tanto, yo respetaré democráticamente los resultados de las urnas, pero desde la triple perspectiva racional, moral y política no me siento obligado a mostrar el menor respeto personal hacia ellos. Por suerte, en un lugar de la cordillera cantábrica dispongo de un refugio al que no llegan ni la contaminación urbana ni la estupidez política. Disfruten lo votado. No quiero ser bailarín de su fiesta.

Yo digo que no hay quien crezca más allá de lo que vale
Y el tonto que no lo sabe es el que en zancos se arresta
Y digo que el que se presta para peón del veneno
Es doble tonto y no quiero ser bailarín de su fiesta…

(Silvio Rodríguez: Yo digo que las estrellas)



_________________________

(*) El 18 de marzo, cuando la pandemia empezaba a desbocarse en Madrid, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso publicó un Protocolo que prohibía trasladar a hospitales a mayores que vivían en residencias si tenían un determinado nivel de dependencia o de deterioro cognitivo. Los datos oficiales del propio Gobierno madrileño, a los que ha tenido acceso infoLibre, demuestran ahora hasta qué punto se aplicó esa orden de exclusión: 7.291 residentes fallecieron en los geriátricos sin recibir previamente atención hospitalaria en marzo y abril, lo que supone el 77% del total de decesos registrados durante esos dos meses entre los residentes madrileños.
https://www.infolibre.es/politica/datos-gobierno-ayuso-revelan-7-291-mayores-murieron-madrid-residencia-trasladados-hospital_1_1185966.html
__________________________
(**) En un privilegiado municipio de Madrid –Las Rozas, el cuarto de mayor renta de toda España– han salido a la venta 29 chalets de 150 metros cuadrados, más el jardín. Se supone que es vivienda protegida. O más bien, lo que entiende por vivienda protegida el PP de Madrid. El suelo era público y el ayuntamiento lo vendió a un promotor bajo el modelo de Vivienda Pública de Precio Limitado, que creó Esperanza Aguirre. En teoría, es un tipo de vivienda protegida pensada para lo que el PP llama “clases medias”. Pero en realidad no lo son.
La ley dice que este tipo de viviendas tienen un precio máximo por metro cuadrado. En este caso, los chalets tendrían que costar 363.000 euros. Pero la promotora obliga a pagar un sobrecoste de 200.000 euros más. Y a esto hay que sumar la entrada de la hipoteca que pide el banco, porque la vivienda se escritura por el precio legal, no por el que se paga realmente. Y la hipoteca solo cubre el 80% del precio de escritura, no del total.
El resultado de esta política de vivienda es que solo las personas que puedan pagar más de la mitad del precio de la casa a tocateja pueden comprar estos chalets “protegidos”. Normalmente son aquellas personas con padres a los que les sobren 270.000 euros para ayudarles con la entrada.
(Ignacio Escolar, elDiario.es



domingo, 30 de abril de 2023

Los idiotas climáticos nos conducen a estrellarnos contra un muro


Mapa de riesgo de incendios última semana de abril. Aemet


Es como si condujéramos un vehículo que llevase un remolque unido por un elástico, nos gusta acelerar porque es divertido, pero el elástico se ha tensado, de modo que tenemos que acelerar aún más para evitar que el remolque se incruste por detrás; de pronto, descubrimos que el camino está cortado por un muro de ladrillos que se alza ante nosotros. Sabemos que debemos cambiar de dirección, pero sólo estamos programados para progresar a mayor velocidad en la misma dirección.


El texto anterior es un fragmento del libro El idiota espabilado (1980) en el que el fisico inglés Martin Scorer somete a una visión crítica las falsas soluciones a los problemas sociales basadas en el crecimiento económico.

En el último tercio del siglo pasado, tanto Scorer como otros autores ya avisaban de los límites físicos impuestos por los recursos del planeta al crecimiento económico. Destacando Los límites del crecimiento, el informe al Club de Roma (1972) elaborado por Donella Meadows, Dennis Meadows y Jørgen Randers. En la segunda década del siglo XXI, ese muro al que se refiere Scorer se alza ya prácticamente ante nuestras narices. Sin embargo, la actitud de los espabilados dirigentes políticos más reaccionarios no ha cambiado un ápice.

Un ejemplo: al descubrirse que la causa del agujero abierto en la capa de ozono sobre la Antártida se debía a la emisión de gases clorofluorocarbonados (CFC), los científicos alertaron a la opinión pública sobre los peligros reales que se cernían sobre la biosfera y la necesidad de tomar medidas para prevenirlos. El entonces secretario del Interior de Estados Unidos, Donald Hodel, consideró que la industria podría seguir emitiendo los mismos niveles de CFC siempre que se adoptase un programa nacional de protección personal contra las radiaciones ultravioletas que, según él, consistiría en que los norteamericanos deberían portar grandes sombreros como los usados en Texas y permanecer en la sombra. "La gente que no esté expuesta al sol no se verá afectada", sentenció Hodel.

Por fortuna, el sentido común se impuso a nivel internacional y, finalmente, el uso de CFC sería prohibido a nivel global gracias a la firma del Protocolo de Montreal, que entró en vigor en 1989.

Varias décadas después, cuando los efectos del calentamiento global constituían ya una evidencia científica, Donald Trump, el nefasto expresidente de EE UU, se mofó de la energía limpia y del calentamiento global en un mitin en Pensilvania. Trump bromeó con que el país estaría cubierto de molinos de viento si la candidata demócrata Hillary Clinton hubiera ganado en las elecciones de 2016. "Tendríais molinos de viento por todas partes si hubiera ganado Hillary [Clinton], con pájaros derribados por todas partes. Esos molinos hacen ese ruido, wa, wa, wa", dijo el presidente. "Cariño, ¡Quiero ver la tele y no sopla el maldito viento! ¿Qué hago? Creo que por el calentamiento global... No hay viento, no hay vida, los océanos van a crecer 187 pulgadas [4,7 metros] en los próximos 250 años. Nos va a aniquilar", continuó en tono burlón.

Primavera del 2023. La crisis climática es un hecho palpable a escala individual. Por si todavía hubiera alguna duda respecto al rigor de los registros de los observadores científicos, la gente de a pie hemos tenido ocasión de experimentar en directo los efectos de una ola de calor sin precedentes. Durante la última semana de abril los termómetros han marcado temperaturas propias de julio en diferentes ciudades de nuestro país. He aquí algunos datos objetivos:

La temperatura media de los océanos ha superado este mes todos los registros históricos. "Entramos en terreno desconocido", dicen los expertos.

La Organización Meteorológica Mundial acaba de confirmar que el cambio climático se está acelerando. Todos los síntomas van a peor: el calor excesivo, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, las sequías, las tormentas muy violentas… Todo empeora sobre el año anterior.

Aún estamos en primavera y casi toda España está ya en peligro extremo de incendio. Este año ya han ardido 46.300 hectáreas: la peor cifra en dos décadas. En solo tres meses, ya se ha quemado más superficie de España como la que ardía en un año entero, en 2013 o 2014.

Europa está siendo el continente donde más están aumentando las temperaturas, y con ellas, la sequía generalizada que está afectando de hecho a los cultivos. En gran parte de España, los agricultores dan por perdida la cosecha de cereales y se cierne un gran peligro sobre frutales y olivares. Todo ello repercutirá en la escasez y aumento de precio de los alimentos. El descenso del volumen de agua de lluvia supone también una menor capacidad de generación hidroeléctrica (¿las compensará el idiota espabilado aumentando las emisiones de CO2 con el uso de las centrales de combustión de gas?). Sin olvidar que, por lo que respecta a la mal llamada 'industria del turismo', cuando falte el agua en las zonas mediterráneas será difícil mantener el funcionamiento de los alojamientos hoteleros, las piscinas y, no digamos, los campos de golf.

Frente a estas evidencias, las posiciones de los espabilados dirigentes del Partido Popular no han variado gran cosa desde 2007, cuando el inefable Mariano Rajoy, a la sazón presidente del PP, afirmaba no creer en el cambio climático porque un pariente suyo, catedrático de Física en la Universidad de Sevilla, le había asegurado que no era posible ni predecir el tiempo que iba a hacer al día siguiente y que, por lo tanto, los asuntos medioambientales no debían convertirse en el gran problema mundial.

"Yo sé poco de este asunto, confesó Rajoy, pero mi primo supongo que sabrá. Y un día me dijo: he traído aquí a diez de los más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que hará mañana en Sevilla. ¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?"

Idéntico rigor argumental late en las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que sostuvo en el Parlamento regional que "desde que la Tierra existe" ha habido cambio climático, y que la izquierda no puede "seguir contra la evidencia científica porque tienen en su cabeza el comunismo" para impulsar una agenda de reformas que, "en algunas ocasiones es una gran estafa" y "empobrece cada vez más a más ciudadanos". Desde que llegó al poder, en 2019, Ayuso ha dicho que "el ecologismo es una ideología totalitaria dirigida contra el campo". Que "nadie ha muerto" por contaminación, uno de los grandes aceleradores del calentamiento global. E incluso quiso borrar de los currículos de ESO y Bachillerato, el término "emergencia climática" por considerarlo ideológico.

La más reciente tropelía nacional en materia de negacionismo climático tiene como escenario el parque nacional de Doñana. Por su singularidad como punto de escala de las migraciones de aves entre África y Europa, Doñana constituye una joya medioambiental cuya protección compete no sólo a España, sino a la propia Unión Europea. La extracción ilegal para regadío de aguas del acuífero que nutre sus humedales ha motivado una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que condena a España por no adoptar las medidas oportunas a fin de revertir la situación actual y restaurar las condiciones adecuadas para la conservación del mismo.

Frente a ello, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, del Partido Popular, de acuerdo con Vox, han iniciado una proposición de ley destinada a aumentar los regadíos legalizando todos esos pozos ilegales. Ante ello, Bruselas lo ha vuelto a dejar claro: el plan de Moreno Bonilla “deteriora” Doñana y va a en la “dirección opuesta” a su preservación. Una respuesta que al PP le ha sentado fatal, hasta el punto de acusar al comisario de Medio Ambiente de la UE de "ponerse la camisa roja para hacer campaña por Sánchez". No cabe mayor insensatez.

A primera vista, las declaraciones de estos dirigentes de la cosa pública parecen propias del más perfecto de los idiotas. Aun sin descartar del todo la hipótesis de que realmente lo sean, lo más probable es que ellos mismos no se crean ninguna de las estupideces que dicen en público. Todos ellos cuentan con nutridos equipos de asesores bien pagados y acceso a información privilegiada

La actitud de estos idiotas climáticos está más próxima a la del idiota moral. Mienten con el mayor de los descaros con el propósito de confundir a los sectores más crédulos e ignorantes de la población, que es donde reside su gran vivero de votos. El propósito que se oculta tras las bambalinas de este teatro del disparate no es otro que el de evitar adoptar medidas que supongan un coste para los grandes sectores económicos responsables, por activa o por pasiva, de la emisión de los gases de invernadero que agravan, día a día, esta situación de crisis medioambiental.

Dice un viejo proverbio que cuando un idiota sigue una linde la linde se acaba y el idiota sigue. Y los electores, por acción de la derecha y omisión de la izquierda, hemos confiado la dirección de varios gobiernos autonómicos a esta caterva de espabilados.

Las señales de crisis medioambiental que cada uno de nosotros está viviendo en su experiencia diaria deberían ser suficientes para que una mayoría de votantes se decidiera, por fin y en interés propio, a sacar de los gobiernos a los idiotas climáticos.

De verdad, no es nada personal. Simple y llanamente, en la encrucijada actual es una cuestión de supervivencia.