Habéis hecho grandes negocios tendiendo líneas de Alta Velocidad al tiempo que habéis reducido los trenes más económicos. ¿Creéis que por ello no voy a moverme? No pertenezco a la clase de pasajeros que abarrotan las cabinas de los transportes rápidos para pasear sus angustias por el mundo. "Llevan ruinas a las ruinas", decía Ralph Waldo Emerson de aquellos que viajaban para coleccionar postales. Son simples turistas, mientras que el viajero, como explica Paul Bowles, es aquel que "no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un punto a otro de la tierra. Y le hubiera sido difícil decir en cuál de los muchos lugares donde había vivido se había sentido más a sus anchas".
La obsesión por la velocidad implica un gran despilfarro energético, Ved lo que H.D. Thoreau cuenta en Walden a propósito de lo que le insinuó un conocido: "Me extraña que usted no ahorre. Le encanta viajar; hoy podría tomar el tren para Fitchburg y ver la campiña".
Atentos a la respuesta del tío Henry: "He aprendido que el viajero más veloz es aquel que va a pie. Supongamos que se trata de comprobar quién llega primero; la distancia es de treinta millas y el billete de ida cuesta noventa centavos, es decir, casi el salario de un día. Pues bien, me pongo en camino ahora, a pie, y llego antes de la noche. Mientras tanto, usted habrá ganado el valor del pasaje, y llegará a su destino mañana. En vez de ir a Fitchburg, usted permanecerá aquí trabajando la mayor parte del día".
No penséis que voy a desperdiciar mi precioso tiempo empleado en vuestras precariedades. Estoy demasiado ocupado en mi propio trabajo. Gracias a las conquistas sociales de los que me precedieron he gozado hasta ahora de una más que aceptable salud. Procuraré cuidarla y estar fuerte dentro de veinte año para haceros frente con las picas de Coriolano cuando las miserables pensiones que estáis pergeñando para el futuro amenacen con convertirme en un hambriento esqueleto.
En esta noche en que cambia el año, guiado por el viejo Walt Whitman me canto a mí mismo:
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
[...]
Cuanto yo señale como mío,
Debes tú señalarlo como tuyo,
Porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras.
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es mas que cieno y
podredumbre,
no me puedo parar a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvo para los inválidos;
y la conformidad para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana.
Feliz Año Nuevo