lunes, 3 de mayo de 2021

Votaremos 'in memoriam'

 


El 4 de mayo, en Madrid, a la hora de acercarnos a las urnas estará presente el eco de esas muertes habidas en las residencias de ancianos que los estrategas de campaña del Partido Popular han intentado acallar con sus eslóganes simplistas. Muertes que afectan no sólo a los allegados. También a quienes somos conscientes de que, sin unos servicios de salud adecuados, las campanas pueden doblar por cualquiera de nosotros mañana mismo.


Lo mejor que se puede decir de la campaña electoral "a la madrileña" que acabamos de sufrir la gente con un mínimo sentido de la racionalidad y la decencia es que ha llegado a su fin.

La jornada de reflexión previa a la apertura de las urnas establecida por la Ley Electoral española resulta comparable a la de Francia, Portugal o Italia. Mientras que hay países que permiten que las formaciones políticas sigan en campaña hasta el último día de los comicios, e incluso se permita el reparto de propaganda en la misma puerta de los colegios electorales. No tengo una opinión clara al respecto, pero a la vista de cómo se han comportado aquí algunos partidos políticos, muchos vemos con alivio que esta pausa sirve, al menos, para ahorrarnos un día escuchando eslóganes que nada tienen que ver con lo que los habitantes de la Comunidad Autónoma de Madrid nos estamos jugando. 

Porque lo que de verdad está en juego es la calidad de los servicios públicos. En nuestra mano está perpetuar o modificar situaciones como la que atraviesan los centros de salud de la Comunidad de Madrid, tan colapsados y faltos de personal que lo habitual cuando se pide una cita es recibir este mensaje: "No se encontraron citas en los 14 días siguientes"Y es que, desde los tiempos de Esperanza Aguirre, la política sanitaria del Partido Popular consiste en una vampirización del patrimonio público hospitalario, que está siendo desmantelado en beneficio de grupos de interés privado

De nuestro voto depende poner fin al deterioro de los servicios públicos esenciales. La Comunidad de Madrid (1.224 euros por habitante) junto con la de Andalucía (1.110 euros por habitante) se sitúan a la cola del resto de comunidades en cuanto al gasto sanitario público. Asimismo, Madrid es la región que menos gasto público consigna por alumno de España. Un estudio de la Fundación BBVA que analiza el periodo 2000-2016. País Vasco ha destinado en ese periodo un 63% más que Madrid.

Según informa Infolibre, la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales daba en 2019 a la región madrileña la peor nota de todas al evaluar sus servicios sociales. La ratio de trabajadores sociales por persona en Madrid es aterradora comparada con la media nacional: mientras en España hay un técnico empleado en el sector por cada 2.348 habitantes, en Madrid hay un trabajador por cada 8.354 residentes.

Sobre todas estas cuestiones, la derecha, con sus provocaciones de corte fascistoide (Vox) o populachero  (Partido Popular), ha conseguido que no se hable en campaña. Y que, salvo el meritorio esfuerzo llevado a cabo por Mónica García (Más Madrid) para situar sobre el tablero las atroces carencias de los servicios sociales en Madrid, la izquierda haya entrado al trapo de eslóganes de feria como "comunismo o libertad".

Eslóganes cuyo vacío de significado se evidencia cuando la concepción que tiene el PP de libertad viene asociada no a las más elevadas aspiraciones humanas sino a algo tan trivial como tomar cañas. De cerveza, se supone, porque en esta ocasión se echa en falta que el partido más populachero de España no haya reivindicado uno de sus célebres gritos de guerra. Me refiero al lanzado por Mariano Rajoy, el último de los presidentes que el partido populachero logró colocar en el Gobierno de la Nación: Viva el vino. Por cierto, Madrid es la única autonomía que no ha repartido ayudas a sus hosteleros.

Un eslogan se define como: "Fórmula breve y original, utilizada para publicidad, propaganda política, etc." (RAE). Derivada del inglés slogan, por su origen es un grito de guerra: sluagh-ghairm.

Elias Canetti, en Masa y Poder, señala cómo el nombre que recibe ese 'grito de guerra' destinado a movilizar a nuestras masas modernas proviene del que lanzaban los ejércitos de muertos de las Highlands. En efecto, entre las creencias de los celtas de las Tierras Altas escocesas figuraba la existencia de ejércitos invisibles formados por los espíritus de los muertos. La presencia de estos ejércitos invisibles se podía advertir por su grito de guerra o sluagh-ghairm [sluagh, 'multitud de espíritus'; ghairm, 'grito', 'llamada'] que acabaría convirtiéndose en slogan.

Mañana, 4 de mayo de 2021, la ciudadanía de la Comunidad de Madrid está convocada ante las urnas por una decisión caprichosa de la hasta ahora presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso. Responsable máxima de esa triste forma de morir a la madrileña que es hacerlo en un sistema sanitario colapsado que registró más de 6.000 fallecimientos en las residencias de ancianos. De ellos, 4.200 en marzo de 2020, que fueron rechazados en los hospitales siguiendo las instrucciones del equipo de gobierno capitaneado por Díaz Ayuso.

Una dirigente que ha esgrimido sus eslóganes simplistas como un grito de guerra, de ataque redoblado al servicio público de salud. Un grito de guerra que no puede evitar que se extinga del todo el eco de los que han muerto por su estúpida forma de gobernar.

Eco que estará presente a la hora de acercarnos a las urnas, pues, aunque no seamos allegados directos, esas muertes nos afectan a todas las personas conscientes de que, sin unos servicios de salud adecuados, sin una protección social que corrija la desigualdad, cualquier día, mañana mismo las campanas pueden doblar por cualquiera de nosotros.


  Las campanas doblan por ti


¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?

¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?

¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?

¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?

 Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

                    John Donne. (Londres, 1572 - id., 1631)