viernes, 23 de septiembre de 2011

No entres dócilmente en esa noche quieta


Troy Davis ha sido ejecutado el pasado miércoles en el estado de Georgia (EEUU), a pesar de las muchas dudas sobre su culpabilidad. Troy Davis llevaba más de 20 años en el corredor de la muerte acusado de un crimen que posiblemente no cometió. Nunca hubo pruebas determinantes en su contra y la gran mayoría de los testigos que en su día le acusaron del crimen, ahora se han retractado de sus declaraciones. No obstante, en aplicación de una legislación tan errónea como cruel, Troy Davis fue asesinado legalmente.



En los Estados Unidos de América del Norte, todo condenado a muerte tiene el derecho a decir unas últimas palabras. Troy Davis hizo uso de ese derecho. No tomó sin embargo su última cena ni quiso ingerir el tranquilizante para que el proceso fuera más llevadero

A pesar de la tortura a la que fue sometido, con apelaciones de último segundo y el espejismo de que quizá salvase la vida, Davis se mantuvo sereno hasta el final. Dicen las crónicas que "Sólo parpadeó sincopadamente cuando los medicamentos que pondrían fin a su vida comenzaron a recorrer su flujo sanguíneo. Pero antes de que eso sucediera, el hombre de 42 años que llevaba desde los 20 encerrado en el corredor de la muerte dejó oír su voz. Mirando a los familiares del policía que la justicia asegura que asesinó a tiros en 1989, Mark McPhail, proclamó, por última vez, su inocencia":

"Soy inocente. Yo no lo hice. Siento mucho su pérdida. Pero yo no maté a su padre, hermano o hijo".

En los Estados Unidos de América del Norte, la palabra ‘libertad' se pronuncia con tanta devoción como si se invocara el sagrado nombre de alguna divinidad. Pero en los Estados Unidos de América del Norte, una legislación tan errónea como cruel insiste en privar de la vida a los condenados por delitos mayores, incluso cuando existen dudas razonables sobre la culpabilidad.

¿Dónde está ese 'derecho innato a la vida' consagrado como una de las cuatro garantías fundamentales reconocidas en la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia promulgada el 12 de junio de 1776?

That all men are by nature equally free and independent, and have certain inherent rights, of which, when they enter into a state of society, they cannot by any compact deprive or divest their posterity; namely, the enjoyment of life and liberty, whith the means of acquiring and possessing property, and pursuing and obtaining happiness and safety.

[Todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos innatos, de los que, cuando entran en estado de sociedad, no pueden privar o desposeer a su posterioridad por ningún pacto, a saber: el goce de la vida y de la libertad, con los medios de adquirir y poseer la propiedad y de buscar y obtener la felicidad y la seguridad].




Momentos antes de su ejecución, Davis envió un comunicado a las asociaciones que han luchado denodadamente por impedir este asesinato legal:

"La lucha por la justicia no se agota en mí. Esta lucha es para todos los Troy Davis que vinieron antes que yo y todos los que vendrán después de mí. Estoy de buen humor, en oración y en paz. Pero no voy a dejar de luchar hasta que haya tomado mi último aliento".

Henry David Thoreau, uno de los más ilustres hijos de los Estados Unidos de América del Norte, señaló, en su Desobediencia Civil, que: "Bajo un Gobierno que encarcela injustamente, el lugar del hombre justo está en la cárcel". Afirma Thoreau que "El Estado nunca se enfrenta voluntariamente con la conciencia intelectual o moral de un hombre, sino con su cuerpo, con sus sentidos. No se arma de honradez o de inteligencia sino que recurre a la fuerza física".

Enfrentado al trance final, en el último minuto David Troy ha demostrado con su entereza ser mucho más justo y mucho más fuerte que quienes administran justicia en su país. Pero eso no nos sirve de consuelo. Lo han asesinado legalmente y mientras más de 3.200 Troy Davis aguardan la misma suerte en los llamados corredores de la muerte de los Estados Unidos de América del Norte, tierra, dicen, de la libertad.

Uno puede aceptar la muerte con estoicismo, pero no con resignación. Escuchemos [aquí] la estentórea voz de Dylan Thomas advirtiéndonos de que no deberíamos 'entrar dócilmente en esa noche quieta'


Do not go gentle into that good night
Dylan Thomas


Do not go gentle into that good night,
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.

Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.

Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.

Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.

Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay,
Rage, rage against the dying of the light.

And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.


No entres dócilmente en esa noche quieta.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.



martes, 13 de septiembre de 2011

¡Asalariados, quitad vuestras nóminas de Bankia!


El presidente de Bankia, Rodrigo Rato, se ha pronunciado recientemente sobre la necesidad de ajustar los salarios de los trabajadores empleados por cuenta y beneficio ajenos en España. En el lenguaje neoliberal, ‘ajuste'significa apretar las tuercas sobre las condiciones laborarles para endurecerlas. Ante tal ataque, la mejor medida que podrían tomar los miles de asalariados cuyas nóminas están domiciliadas en Bankia es retirarlas.



Rodrigo Rato, ex vicepresidente del Gobierno con Aznar, y fugaz director del Fondo Monetario Internacional, se manifestó a favor de ajustar los salarios durante una convención sobre empleo celebrada por el Partido Popular: "España siempre ha ajustado su empleo vía cantidad [paro] y no vía precio [salarios]. Nuestra estructura salarial necesita una profunda reflexión. El ajuste se produce siempre, tenemos que elegir cómo lo queremos. Debemos plantear una seria discusión sobre nuestro sistema de fijación de salarios. El camino es que haya diferencias entre asalariados en relación con la competitividad y la productividad"

Es indignante el descaro con el que los máximos representantes del mundo financiero están dictando a los Gobiernos las pautas a seguir en el camino de salvar sus negocios a costa de hundir a los ciudadanos en la precariedad. En el caso de Rodrigo Rato, la sinvergonzonería alcanza límites de absoluta indecencia desde el momento en que, como ejecutivo de Bankia, se ha autoadjudicado una astronómica remuneración.

Los tres máximos ejecutivos de Bankia recibirán una retribución conjunta de hasta 10,1 millones de euros. Rodrigo Rato, presidente; José Luis Olivas, vicepresidente, y Francisco Verdú, consejero delegado, cobrarán hasta 10.156.000 euros por sus tareas ejecutivas al frente de la entidad, que agrupa el grueso del negocio financiero del Banco Financiero y de Ahorros. Ellos tres absorberán cerca de la mitad de las retribuciones de los 32 principales directivos, que cobrarán en total hasta 24,2 millones de euros, incluyendo a los tres citados. Del sueldo de Rato, Olivas y Verdú, 4,08 millones corresponden al sueldo fijo y 6,076 millones son el máximo de retribución variable. A esas cifras como ejecutivos hay que sumar su sueldo como consejeros, que asciende a 196.000 euros en el caso de Rato; 156.000 euros para Olivas y 36.000 euros en el caso de Verdú. A este dinero, además, hay que sumar nuevas partidas por la pertenencia a comisiones y un bonus complementario del 20% en acciones, títulos que solo estarán disponibles a los tres años de su entrega efectiva independientemente de si abandonan la entidad.

Aparte de otras canonjías no despreciables que se añadirán a la paga vitalicia que también le corresponde como ex ministro de Economía del Gobierno español y a la pensión máxima como diputado. Nombrado director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) dejó voluntariamente el cargo en octubre de 2007. Justo al cumplir el período mínimo de permanencia para tener derecho a cobrar de este organismo una pensión vitalicia de 80.000 dólares anuales, unos 58.400 euros, Rato, que se caracteriza por sus ideas neoliberales, desde su sillón en el FMI envió a los gobiernos europeos las habituales recomendaciones para reformar los sistemas de pensiones y retrasar la edad de jubilación. Sin embargo, él mismo, como el resto de altos directivos del FMI, no predican con el ejemplo, ya que obtienen la paga vitalicia a los 55 años.

Rodrigo Rato no hizo un buen papel en el FMI, cuyos auditores criticaron con dureza su etapa al frente del organismo, que señalaron que el Fondo vivió en una burbuja en la que reinaba el optimismo mientras se gestaba la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión. Un informe de su auditor hace una dura crítica a la actuación del organismo entre 2004 y 2007, un período que cubre toda la etapa en la que Rodrigo Rato estuvo al frente del organismo (del 7 de junio de 2004 al 1 de noviembre de 2007). La conclusión es demoledora: deficiencias internas impidieron prevenir la crisis.

Con todos estos antecedentes, este caballerete debería ser algo más discreto a la hora de opinar sobre los salarios ajenos. Pero con su actitud demuestra pertenecer a la cúpula del club de la chulería. Una posición de la que alguien debería descabalgarle. Y quién mejor para ello que los propios asalariados cuyas nóminas pretende erosionar. Miles de esas nóminas están domiciliadas en Bankia.

¿Vamos a permitir estos desafueros estando en nuestra mano impedirlos? Honremos la memoria de
Étienne de la Boétie leyendo su Discours de la servitude volontaire


¡Pero buen Dios! ¿Qué puede ser esto? ¿Qué nombre debemos darle? ¿Qué desgracia es ésta? ¿Qué vicio o, más bien, qué desgraciado vicio? Ver un número infinito de personas, no ya obedecer, sino servir, no ya ser gobernadas, sino tiranizadas: no teniendo ni bienes, ni padres, ni mujer, ni hijos, ni su vida misma que les pertenezca. Sufrir el libertinaje, las pillerías, las crueldades, no ya de un ejército, no ya de un campamento bárbaro, contra el cual sería necesario defenderse arriesgando la sangre y de la vida, sino de uno solo, no un Hércules ni un Sansón, sino de un solo homúnculo, el más cobarde de toda la nación.







viernes, 2 de septiembre de 2011

Ya te vale, Valeriano

Malas noticias, como es habitual, para las cifras de ese artificio social llamado empleo, consistente en que el trabajo de una persona dependa del beneficio ajeno. El paro sube en 51.185 personas en agosto. La creación de empleo retrocede, con 136.834 afiliaciones a la Seguridad Social menos. Las sucesivas reformas del mercado laboral precarizan las condiciones de trabajo. Y el titular del ministerio de la Impotencia, lo justifica diciendo que "preferimos un contrato temporal a un parado". Es tal la desmesura de la degradación ideológica a la que ha llegado el partido que representa la socialdemocracia en España, que sólo falta que el ministro Valeriano nos diga que la mejor solución al paro consiste en trabajar gratis.


Anticipándose a los datos oficiales hechos públicos hoy mismo, el ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, ya había afirmado que el paro subiría en agosto. En declaraciones a la
cadena Ser, Gómez ha dicho que agosto, desde hace diez años, se ha ido convirtiendo en un mes "malo" para el empleo porque hay "ciertas prácticas" empresariales por las que se rescinden contratos y luego se vuelven a producir. "Es una forma de obtener el pago de las vacaciones a costa de los servicios públicos de empleo". El ministro ha recordado que esas prácticas están penadas y castigadas.

Que el paro sufra un ligero descenso a principios del verano y un ascenso a finales del mismo es algo normal. Ocurre todos los años, debido a los contratos que se realizan esta época tanto para cubrir vacaciones de empleados fijos como, sobre todo, para realizar trabajos específicos de verano. Especialmente en la hostelería, donde necesitan camareros temporales en hoteles, restaurantes y chiringuitos playeros. Aparte de socorristas, guardas en parques nacionales e incluso miembros de las brigadas de lucha contra incendios.

Ahora bien, que el ministro de Trabajo, un cargo impotente por definición, diga que están penadas esas prácticas empresariales consistentes en rescindir contratos y reanudarlos después para ahorrarse el pago de vacaciones es un absoluto despropósito.

Para empezar, a la gente que se despide, por ejemplo en el sector de la enseñanza privada, no es a finales de agosto. Los colegios privados ponen en la puñetera calle a personal docente y no docente eventual a comienzos del verano, y la vuelven a contratar a comienzos del curso. Y eso ni está penado ni siquiera reprimido en aras de la sacrosanta libertad de mercado. Que en el caso del que estamos hablando se sustancia en
libertad de despido perfectamente consentida por las autoridades competentes e impotentes en materia del Trabajo.

Mucho antes de que empezara la actual crisis económica, las patronales vienen reclamando continuas facilidades para despedir a sus empleados. Facilidades que el Gobierno de Rodríguez Zapatero les ha servido en bandeja con sus continuas reformas laborales. Sin ir más lejos, la que acaban de aprobar, extendiendo la precariedad del becariado hasta los treinta años. En la nueva reforma se suspende por dos años el límite de encadenamiento de contratos temporales para hacer fijo a un trabajador y se promueve un nuevo contrato de formación para jóvenes de hasta 30 años. "Preferimos un contrato temporal a un parado", decía hace unos días ese mismo Gómez que hoy se rasga las vestiduras por las prácticas empresariales.

Es una verdadera lástima la situación de degradación ideológica, reflejada en su praxis, a la que ha llegado el partido que representa a la socialdemocracia en España. Es tal la desmesura, que sólo falta que el ministro Valeriano nos diga que la mejor solución al paro consiste en trabajar gratis.

Desde luego, ideas no le van a faltar. "Quienes trabajan gratis tienen más ambición, más hambre que aquellos que perciben un salario. Y además son más creativos"... Esta es una de las afirmaciones recogidas recientemente por la revista Fortune para documentar una tendencia esperanzadora o peligrosa (según se mire) del mercado de trabajo que surge tras unos cambios vertiginosos: Cada vez más gente está dispuesta a trabajar sin percibir un sueldo. No se trata de pasantías, prácticas o jóvenes recién licenciados que buscan su primer empleo. Hablamos de profesionales, más o menos cualificados, que persiguen la promesa de un puesto futuro, una experiencia profesional o un impulso a su autoestima, sobre todo en tiempos difíciles. Y están dispuestos a hacerlo sin cobrar.

Según Fortune, algunos expertos [se autoconsideran así] hablan del trabajo gratis como "una corriente de futuro en recursos humanos. Algo que en una década será la norma". Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter España, cree en la llegada de tendencias que nos llevan hasta el ajuste de los sueldos en función de la productividad, en vez de asociarlos a índices externos: "El gran salto que podría comenzar es aún mayor. Se trata de ‘trabajar gratis' o, dicho de otra forma, cobrar en función de los resultados aportados".

El presidente de Otto Walter recuerda que "esta fórmula ya existe desde hace muchos años en otros formatos, y alguno de ellos es un gran éxito de empleabilidad en países como Inglaterra. Es el caso de los vendedores, de los autónomos y de los freelance, una solución muy extendida en Reino Unido que implica que un profesional trabaje sin sueldo para proyectos concretos y sólo cobre en función del resultado. La gran ventaja es que encuentran puestos con suma facilidad, ya que no existe compromiso de continuidad; su productividad y orientación a la aportación de valor es total y las empresas están encantadas de darles diversos trabajos, por lo operativo de esta alternativa".

Como resulta vomitivo para los propósitos de este blog seguir citando esta basura ideológica, los lectores con estómago apto para olisquear estas ideas pueden ampliar el contenido en el reportaje publicado en Expansión, diario del mundo de los negocios que, en su momento, aplaudió con entusiasmo a Díaz Ferrán un genuino representante del empresariado español, que consideró oportuno ponerle al frente de la presidencia de la patronal CEOE.