sábado, 25 de diciembre de 2010

Madre en la puerta hay un niño, yo digo que tiene frío

Al margen de las creencias o descreencias de cada cual, la Navidad significa un periodo de tregua en el que los habitantes del mundo occidental, cultivando mitos del Medio Oriente, dejamos por un rato de agredirnos tal como nos han enseñado en la escuela darwinista de la competitividad mercantil. Hoy es Navidad, y mientras el frío entumece los cuerpos de los pobres y el corazón de los gobernantes que han olvidado el deber de socorrer a los pobres, dejo aquí anotados mis mejores deseos de paz y prosperidad sostenible.


Deseos que anoto electrónicamente en forma de villancico, la "canción de la villa" que en sus orígenes sirvió para registrar la vida cotidiana de los pueblos. En el siglo XV, el villancico se consagraría como una peculiar forma de entender las tonadillas populares de la España Medieval, dando origen y asentándose la costumbre de entonar villancicos durante las fechas navideñas. Algunas de las melodías europeas de los villancicos formaron parte de los misterios y representaciones teatrales medievales del Ciclo de Navidad. Al prohibirse éstas en los templos, quedaron como cantos sueltos que se ejecutaban con motivo de la Navidad. Pronto los villancicos se trasladarían del pueblo a la Corte, convirtiéndose en los siglos XV y XVI —junto con el romance—, en las composiciones poético-musicales profanas más interpretadas.

Los primeros villancicos en España fueron composiciones polifónicas a tres y cuatro voces que se encuentran recopiladas en los cancioneros españoles de la época: en el "de Palacio", el "de Medinaceli", el "de Upsala", cuyo título original es: "Villancicos de diversos autores, a dos, y a tres, y a quatro, y a cinco bozes, agora nuevamente corregidos. Ay mas ocho tonos de Canto llano, y ocho tonos de Canto de Organo para que puedam aprovechar los que a cantar començaren" Fue recopilado en la corte de Fernando de Aragón, Duque de Calabria, en Valencia, y publicado en 1556, en Venecia, por Jerónimo Scotto, uno de los impresores mas conocidos de su época. Denominado "de Upsala" porque el único ejemplar conocido se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de dicha ciudad sueca.




Mas tarde, el villancico se convertiría en el arquetipo de la "canción de Navidad", hasta llegar a nuestros días como amplio repertorio de canciones (de diferente origen) que se entonan, casi universalmente, en la época navideña. La pieza gregoriana Puer natus est, por su alusión a la Natividad de Cristo ("Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado") está considerada como uno de los primeros villancicos de la Historia.

Nicolás Maquiavelo se quejaba "nacqui povero e imparai prima a stentare che a godere" de haber nacido pobre, habiendo en consecuencia aprendido antes a sufrir que a gozar. La pobreza es siempre relativa y la queja de Nicolás tenía mucho de retórica, pues, siendo hijo de un notario, aunque fuese menos rico que los príncipes, tenía mejor situación que quienes vinimos al mundo en un hogar obrero de la posguerra española. Pero en mis propias carnes tuve ocasión de comprobar que el primer aprendizaje que se le imparte al pobre es en la escuela del sufrimiento.

La verdadera maduración de la persona se produce cuando consigue acceder al descreimiento de los valores sociales predominantes, así que hube de permanecer bastantes años padeciendo sufrimientos, sobre todo de índole ideológica, hasta que pude estudiar en la escuela de Epicuro.

En El socorro de los pobres (De Subventione Pauperum) el humanista valenciano Juan Luis Vives planteó sustituir la caridad privada y que las autoridades públicas sean las encargadas de erradicar la pobreza. Con el transcurso del tiempo, la lucha del movimiento obrero consiguió sentar las bases de un Estado solidario donde no fuese necesario recurrir a esa caridad que suele brillar por su ausencia: "en esta tierra ya no hay caridad", dice una hermosa canción navideña que quedó grabada entre mis tempranos recuerdos de infancia.

Se trata de un clásico pero poco mediático villancico, cuya letra, un tanto sui géneris, no registra los tópicos corrientes de la Natividad: pesebre, pastores, magos de Oriente, caganers, el hombre haciendo gachas, el otro al que, haciendo botas, se le escapó la cuchilla y se autolesionó allí donde más duele. El villancico Madre en la puerta hay un niño es una composición algo surrealista donde aparece un niño que vaga solitario pidiendo albergue contra el frío:

Madre en la puerta hay un niño,
más hermoso que el sol bello,
yo digo que tiene frío,
porque viene casi en cueros.

Anda dile que entre y se calentará,
porque en esta tierra
ya no hay caridad,

Entró el Niño muy cortés
dándole las buenas noches
al ama que está sentada
junto al fuego en la cocina

Y mientras se calentaba,
le preguntó la patrona,
¿De qué tierra y de qué patria?
Mi Padre es del Cielo,
mi Madre también,
Yo bajé a la tierra para padecer

Hazle la cama a este Niño,
en la alcoba y con primor.
No me la haga usted señora,
que mi cama es un rincón.

Mi Padre es del Cielo,
mi Madre también,
Yo bajé a la tierra para padecer.


Aquí os dejo algunas versiones de este villancico. Desde el aire más popular cantado por Rosa, a la más clásica interpretación coral de Les petits chanteurs de Lyon, y la que, con Sélima Al Khalaf (canto), Georges Boukoff (piano), Maher Belhaj (laúd) e Yves Teicher (violón), se escuchó en el Concierto de músicas judeo-españolas, del Festival de los Derechos Humanos y las Culturas del Mundo (L'Hay-les-Roses, 2010)

Feliz Navidad y próspero, sostenible y reivindicativo 2011



1 comentario:

  1. La verdad, buenísimo este articulo, empezando por el villancico, no imaginaba que iba llegar a tanta sabiduría, ¡Magnífico (creencias religiosas, aparte)! RECOMENDADO

    ResponderEliminar