jueves, 5 de mayo de 2016

Carne hormonada, fracking y transgénicos: llega el TTIP

Muy poca gente conoce qué se esconde tras esas siglas: TTIP. No suena tan mal. Extraño, quizás. Lo mismo que su hermano menor, el CETA. Si se dice que son tratados de comercio con EEUU y Canadá, tampoco parece algo negativo. Pero basta rascar un poco para darse cuenta del calado de lo que se esconde tras esas siglas.

El filósofo Inmanuel Kant nos enseñó que son injustas todas las acciones que se refieren al derecho de otros hombres, cuyos principios no soportan ser publicados: “Toda pretensión jurídica debe poseer esta posibilidad de ser publicada y la publicidad puede, por ello, suministrar un criterio a priori de la razón para conocer inmediatamente, como por un experimento de la razón pura, la falsedad de la pretensión (antijuridicidad) en el caso de que no se dé la publicidad. Un principio que no pueda manifestarse en alta voz sin que se arruine al mismo tiempo su propósito, debería permanecer secreto para poder prosperar ya que no puede ser confesado públicamente, sin provocar indefectiblemente la oposición de todos”.

Pues bien, esta condición de acción injusta recae de lleno sobre el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP por sus siglas en inglés, Transatlantic Trade and Investment Partnership).

Es un tratado de libre comercio que está siendo negociado con gran secretismo entre la Unión Europea y EEUU desde junio de 2013. El acuerdo busca bajar los aranceles, aunque éstos ya son bajos de por sí, liberalizar nuevos mercados y armonizar la legislación entre ambas potencias. Formalmente, el objetivo es "aumentar el comercio y la inversión entre la UE y los EE.UU. haciendo realidad el potencial sin explotar de un auténtico mercado transatlántico que genere nuevas oportunidades económicas de creación de empleo y crecimiento mediante un mejor acceso al mercado y una mayor compatibilidad reglamentaria y marcando una pauta en materia de normas mundiales".  

El Tratado, además, prevé la protección de las inversiones extranjeras mediante la inclusión del mecanismo de Solución de Controversias entre Inversores y Estados (ISDS por sus siglas en inglés, Investor-to-State Dispute Settlement), que otorga el derecho exclusivo a los inversores extranjeros de demandar a un estado, ante tribunales privados poco transparentes, por promover políticas laborales o ambientales que choquen con los intereses de las empresas.

         
En la práctica, este tratado va a suponer una enorme transferencia de poder desde la ciudadanía hacia las grandes empresas, amenazando muchos de los principales avances logrados estos años en materia de medio ambiente y derechos de los consumidores. Por ejemplo, el TTIP puede abrir las puertas
de par en par al cultivo de transgénicos o al fracking.

Por otra parte, el TTIP contempla la "armonización" (a la baja) de los criterios sobre salud y medio ambiente de productos y servicios que nos dejará más desprotegidos como ciudadanos y consumidores frente a las grandes empresas. Los siete riesgos mayores para la ciudadanía europea serían los siguientes:


1. Pérdida de derechos laborales, ya que EEUU sólo ha suscrito dos de los 8 Convenios fundamentales de la OIT

2. Limitación de los derechos de representación colectiva de los trabajadores.

3. Olvido del principio de precaución en materia de estándares técnicos y de normalización industrial.

4. Privatización de servicios públicos, por el establecimiento de una lista reducida de aquellos que no se pueden privatizar.

 5.  Riesgo de rebaja salarial, teniendo en cuenta el efecto que pudiera tener el NAFTA -y los sueldos más bajos de México- y el eventual acuerdo transasiático.

6. Vinculado a lo anterior hay un riesgo de pérdida de derechos sociales derivado del dato de que los EE.UU. no han suscrito los Convenios fundamentales de la Organización Internacional del Trabajo. Es un riesgo derivado de los menores costes laborales que tendrán para las empresas y el correspondiente dumping social.

7. Asimismo, para la agricultura y ganadería europeas es muy preocupante el hecho de que se quieran eliminar las denominaciones de origen y se sustituyan por productos realizados en la forma de un determinado territorio. Esto podría conducir a la aparición de "jamón ibérico" hecho en los EE.UU.
                               
Pese al secretismo con el que se están llevando las negociaciones sobre el TTIP, hasta la fecha se han celebrado 13 rondas negociadoras entre las delegaciones de la UE y EEUU pero el texto de las negociaciones sigue siendo un misterio para la opinión pública.

La reciente visita a Hannover del presidente Obama ha tratado de dar un impulso a este acuerdo, en vísperas del comienzo de la próxima ronda de negociaciones entre ambas delegaciones que están teniendo lugar en Nueva York. La visita tuvo la réplica en forma de numerosas protestas. Más de 50.000 personas se echaron a la calle para protestar y mostrar su oposición al tratado y activistas de Greenpeace descolgaron una pancarta en la que junto al rostro de Obama se podía leer: Yes, we can stop TTIP (Sí, podemos parar el TTIP).


A todo esto, Greeenpeace Holanda ha tenido acceso a los documentos que demuestran las presiones de EEUU para rebajar la regulación europea para cerrar el acuerdo de libre comercio Transatlántico.

Enlace a los documentos filtrados en los que EEUU presiona a la UE por el TTIP. 
 
Jerez 'made in USA' y otras nueve cosas que te cabrearán si Europa firma el TTIP.

El CETA, caballo de Troya del TTIP




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