lunes, 25 de mayo de 2015

Por fin vuelve a soplar en Madrid un aire fresco

Pese a haber sido el que más votos ha recibido, el Partido Popular ha perdido las oportunidades de gobierno municipal y autonómico en casi todo el país. Junto al hartazgo ciudadano por su rosario de abusos, saqueos y corrupción nauseabunda, ha sido víctima de su propio apoyo a la maquinaria viciada que rige los procesos electorales en España.


El varapalo ha sido generalizado en toda España, pero "pongamos que hablo de Madrid", donde hoy sopla un viento nuevo. Dado que hay analistas políticos para dar y tomar, algunos incluso solventes, descarto la tentación de apuntarme al carro. Prefiero hablar tan sólo como ciudadano, dejando constancia aquí del alivio con el que, al igual que la mayoría de las personas decentes con las que comparto empadronamiento, recibo ese reconfortante soplo de aire fresco que acaba de orear el enrarecido ambiente que, casi un cuarto de siglo de gobierno de la derecha, ha dejado en Madrid.

Especialmente en la capital, donde una nueva victoria de esa derecha, a la vez chulesca y corrupta, representada por la candidata del PP cuyo nombre, destinado al basurero de la historia, conviene ya ir olvidando, habría vuelto el ambiente absolutamente irrespirable. Hice mías las palabras de un amigo que decía que, si tal hipótesis se hubiera cumplido, ya no podría saludar a nadie por la calle. En efecto, la repetición de la aplastante, opresiva mayoría ostentada por el PP, nos habría vuelto a todos sospechos de, al menos, pérdida de cordura.   

Pero hoy, tras la lección cívica aplicada por ese electorado del que formo parte, he salido a calle sin temores, saludando sin prejuicios ni temores a vecinos, comerciantes y conocidos varios. Pues aunque, estadísticamente, algunos de ellos pertenecen al grupo de los que, incomprensiblemente, han seguido votando a favor del abuso, de la corrupción, de la precariedad laboral y la privatización de los servicios públicos, el sentido común mayoritario acaba de poner los medios para echar el freno a estas lacras. 

"Ojalá este domingo regrese la decencia", había dicho
Emilio Lledó, el prestigio filósofo recién galardonado con el Princesa de Asturias. Aunque en mi entorno cercano reinaba cierto pesimismo sobre esta victoria de la ciudadanía decente, en esta ocasión yo albergaba razonables dosis de confianza en que, en esta ocasión, el vuelco sería posible. Porque fue en la madrileña plaza de la Puerta del Sol (Vodafone para el PP) donde, un 15 de mayo, la ciudadanía comenzó a testimoniar su hartazgo y a ensayar nuevas formas de protesta cívica que ha desembocado en esta corrección del rumbo de las cosas. Dando, de paso, una lección a la inoperancia de los partidos clásicos de la izquierda que, desde 1989, han sido incapaces de reconquistar Madrid. 

De manera inteligente, aunando fuerzas progresistas, Ahora Madrid nos puso fácil a muchos elegir una opción de voto. El hecho de formar una coalición era ya de por sí alentador. En lugar de actuar conforme a fórmulas viejunas, como ese adagio de la vieja izquierda de «marcher séparément pour frapper en ensemble», una serie de fuerzas y movimientos ciudadanos comenzaban a «marchar juntos para golpear juntos» contra la opresión, aún respetando las especificidades de cada cual. Y situando en cabeza de lista a Manuela Carmena, una persona con gran prestigio personal.

En su vida profesional, como decana de los juzgados de Madrid, Carmena terminó con la corrupción de no pocos funcionarios que percibían astillas o mordidas con las que engrasaban la corrupta máquina judicial. Modernizó la gestión procesal y organizó la oficina judicial. Puso fin a la opacidad publicando las subastas que desde décadas se consultan en internet y los interesados pueden acudir a pujar o presenciarlas.

Y eso es precisamente lo que en Madrid y en España entera necesitamos: una decidida política en favor de las prioridades sociales, no de los intereses particulares y sus redes de corrupción. De momento, en Madrid todo esto ya es posible, pues (suena a juego de palabras) el PSOE de Carmona está política y estratégicamente obligado a sumarse a Carmena para que sea la nueva alcaldesa de Madrid.  

Cuanto antes, para que ella y su equipo puedan ponerse manos a la obra. El mismo día en que Manuela Carmena fue elegida candidata, Ahora Madrid presentó las cinco medidas más votadas dentro del proceso abierto a toda la ciudadanía para la elaboración de su programa electoral. La formación se comprometió entonces a "implementarlas en los primeros 100 días de gobierno municipal", o lo que es lo mismo, antes de que empiece el otoño el próximo 21 de septiembre. Esas cinco medidas son:
 
"Poner todos los medios y recursos municipales para la paralización de desahucios y desalojos de primera vivienda y para garantizar una alternativa habitacional".
 
"Parar la privatización de los servicios públicos, la externalización de servicios municipales a grandes empresas y la venta de patrimonio público".

"Garantizar los suministros básicos (luz y agua) a todos los hogares que no puedan pagarlos".
 
"Garantizar el acceso a las prestaciones sanitarias municipales y a acciones de prevención y promoción de la salud a todas las personas con independencia de su situación administrativa".
 
"Desarrollar un plan urgente para la inserción laboral de jóvenes y parados de larga duración".

Pues, eso: a la calle, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y disfrutar los nuevos aires frescos que soplan en Madrid.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Como curiosidad te diré que hace poco pesqué en un mercadillo un libro tuyo de hace 20 años: Manual práctico para la desobediencia civil. Me llamó la atención uno de los párrafos que tenía subrayado el primer comprador: "El gran éxito del Orden establecido, especialmente en los países industrializados, consiste en haber conducido a la sociedad a un estado de estupidez generalizada". Parece ser que, con mucho esfuerzo, una buena parte de la sociedad va deshaciéndose de esa estupidez. Hace poco tiempo, Chomsky hablaba precisamente de ese tema y mantenía que hay dos tipos de estupidez, la personal y la institucional, y que la más difícil de combatir es la segunda, en la que, deduzco yo que habría que incluir a los partidos. Efectivamente, si hubieran sido un poco más lúcidos, y hubieran optado, en Madrid, por ejemplo, por candidaturas que agruparan a todas las fuerzas de progresistas, podríamos ahora saborear una victoria más contundente. Sería de desear que las cabezas pensantes de partidos nuevos y no nuevos tomaran buena nota para las próximas generales.
    Un saludo.

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    1. «Sólo hay dos cosas infinitas; la estupidez humana y el universo. Y no estoy muy seguro acerca de lo último». Albert Einstein.

      Saludos, Unodetantos

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