Las religiones, cuando sobrepasan la esfera de las creencias individuales y se convierten en instituciones con poder fáctico, son una de las peores amenazas para la dignidad y la vida humanas. Por defender la educación femenina, Malala Yusufzai, una niña pakistaní de 14 años, fue gravemente herida de bala por los talibanes.
Malala Yusufzai, una niña pakistaní de 14 años, fue salvajemente herida por defender la educación femenina. La joven, atacada recientemente cerca de su casa en Swat, norte de Pakistán, adquirió notoriedad
hace tres años, tras explicar en un blog las atrocidades cometidas por
los talibanes paquistaníes, que prohíben la educación de las niñas en
zonas bajo su control. Los talibanes dispararon contra ella para impedir que siguiera asistiendo a la escuela. Malala fue hospitalizada en Rawalpindi, al sur de Islamabad, adonde fue trasladada
después de que le fuera extraída una bala alojada en el cuello, cerca de
la médula espinal. Posteriormente, ha sido trasladada al Reino Unido para proseguir su recuperación sin amenazas.
El de Malala es un caso ilustrativo de cómo opera la intolerancia religiosa. Hay quien piensa que la religión islámica es mucho más intolerante que la cristiana. Algo cierto en el momento actual, aunque el mérito no hay que apuntarlo en el haber de una Iglesia que aplicó tremendas torturas a los disidentes antes de entregarlos a la hoguera. Como hizo con el dominico italiano Giordano Bruno, que recorrió media Europa exponiendo sus ideas panteístas concordantes con la teoría copernicana. Acusado de herejía por la Inquisición, Giordano se negó a retractarse y respondió a los jueces que le condenaron: “Tal vez pronunciáis la sentencia con más temor del que yo experimento al recibirla”. Corría el año 1600 cuando Bruno, tras rechazar al confesor, fue quemado vivo en la plaza romana de Campo di Fiori.
Idéntica y trágica suerte corrió Miguel Servet, teólogo y científico español, cuyos intereses abarcaron muchas materias: astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología y el estudio de la Biblia, matemáticas, anatomía y medicina. Fue el primero en describir la doble circulación pulmonar de la sangre. Servet desarrolló una cristología contraria a la Trinidad, por la que fue arrestado en Ginebra, sometido a juicio y condenado a morir en la hoguera, el 27 de octubre de 1553, por orden del Consejo de la ciudad y las iglesias Reformadas de los cantones, cuando en ella predominaba la influencia de Juan Calvino. La sentencia dictada en su contra por el Consejo (Petit Counseil) de Ginebra dice:
Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes. Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo.
Idéntica y trágica suerte corrió Miguel Servet, teólogo y científico español, cuyos intereses abarcaron muchas materias: astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología y el estudio de la Biblia, matemáticas, anatomía y medicina. Fue el primero en describir la doble circulación pulmonar de la sangre. Servet desarrolló una cristología contraria a la Trinidad, por la que fue arrestado en Ginebra, sometido a juicio y condenado a morir en la hoguera, el 27 de octubre de 1553, por orden del Consejo de la ciudad y las iglesias Reformadas de los cantones, cuando en ella predominaba la influencia de Juan Calvino. La sentencia dictada en su contra por el Consejo (Petit Counseil) de Ginebra dice:
Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes. Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo.
La intolerancia de la Iglesia
no se detuvo motu proprio, sino gracias al poderoso freno de la Ilustración. Voltaire, uno
de los más eximios representantes del pensamiento ilustrado, protesta
así contra la vil ejecución de François-Jean Lefebvre, conocido como
caballero de La Barre, torturado, decapitado y quemado en la hoguera por no haberse quitado el sombrero al paso de una procesión:
"¿Era también necesario que
cortaran la mano y la lengua al caballero de La Barre, que le hicieran
sufrir el potro ordinario y extraordinario y que lo quemaran vivo? ¿De
qué crimen le acusaban? ¿Asesinó a su padre y a su madre? ¿Temían que
incendiara la ciudad? Nada de eso: le acusaban de haber cometido algunas
irreverencias, pero tan secretamente, que ni siquiera las enumeró
la sentencia. Le acusaban de haber cantado una canción antigua que nadie
conocía y de haber visto pasar de lejos una procesión de capuchinos sin
haberla saludado".
En Francia, el caballero de La Barre simboliza a las víctimas de la intolerancia religiosa, junto con Jean Calas y Pierre-Paul Sirven. A raíz del caso de Malala Yusafzai, la secularista argelina Marieme Helie Lucas establece una comparación con el de François-Jean Lefebvre en Honor a los disidentes, un artículo en el que señala:
"A nadie en Europa se le ocurriría justificar tales atrocidades en nombre de la religión hoy en día. Pero parece que supuestos ‘musulmanes' no se merecen un acceso igualitario a los derechos humanos universales, la libertad de pensamiento y la libertad de conciencia. Los supuestos 'musulmanes' están ‘bajo arresto cultural', están constreñidos por las costumbres y la religión y así debe seguir siendo, mientras que el resto de la humanidad disfruta de los derechos universales [...]. Somos el Caballero de la Barre de hoy, exigiendo nuestro derecho a no creer en ninguna religión sin ser torturados y asesinados [...]. Somos el Caballero de la Barre de hoy, exigiendo nuestro derecho a no vestir velo, a recibir educación, a trabajar por un salario, a movernos libremente y a disfrutar de todos los derechos de la ciudadanía [...]. François-Jean de la Barre tenía 19 años; Malala tiene sólo 14. Aquella ejecución provocó cambios políticos en Francia hacia el secularismo. ¿Será el de Malala el precio a pagar por nuestra emancipación de la religión sancionada por el Estado y de sus implicaciones legales en nuestras vidas?"
Monumento a Servet en la plaza del Ayuntamiento de Annemasse (Francia), villa situada a 4 km de Ginebra, al otro lado de la frontera franco-suiza: A Miguel Servet, apóstol de las libres creencias, nacido en Villanueva de Aragón el 20 de septiembre de 1511, quemado simbólicamente en Viena por la Inquisición Católica el 17 de junio de 1553 y quemado vivo en Ginebra el 27 de octubre de 1553 a instigación de Calvino.
Que una persona pueda ser obligada a afiliarse a una organización política o religiosa resultaría un acto violento e inaceptable para la mayor parte de la gente. Pero que a otra persona se la inscriba, mediante unos determinados ritos, en una confesión religiosa no se considera que conlleve ningún abuso. Todo lo contrario, es algo que hay que festejar. Si además luego esa misma persona es adoctrinada de acuerdo con las ideas o supersticiones de sus mayores tampoco supone ejercer ninguna violencia sobre ella. El argumento es conocido: es lo que se ha hecho siempre y lo que hace todo el mundo, no hay que complicarse la vida pensando que están condicionando el carácter de una persona en las etapas más influenciables de su vida. Cuántos dramas se evitarían si se permitiera una educación respetuosa con la libertad de la persona.
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