lunes, 14 de abril de 2014

14 de Abril: subiré al Puerto Viejo a dejar mi canción".

"¡Con la Cuarenta y tres, (madre, no llore usted),
por el mundo en que creo con fe lucharé!
¡No pienso vivir sus inviernos sin fin,
ni arriar tricolores banderas de Abril!"


Hace ya algún tiempo, en concreto en 2007, tuve ocasión de celebrar el 14 de abril de una manera algo más emotiva, y también más ardua, que marchar por una avenida urbana, como acabo de hacer hoy. En aquella ocasión, integrado en una columna de miembros de la Memoria Histórica de Aragón, subí al Puerto Viejo de Bielsa a colocar la bandera republicana en memoria de los sucesos que allí ocurrieron.

La bolsa de Bielsa fue un episodio histórico que ocupa un lugar omnipresente en la memoria colectiva del Alto Aragón. Fue un ejemplo de organización y solidaridad del ejército republicano y, sobre todo, de la población civil. Los habitantes de la zona, conocedores del terreno y disponiendo de los medios necesarios, fueron piezas clave para permitir la evacuación de los refugiados, que terminaron en campos de concentración franceses. Una vez finalizada la guerra, los que volvieron a España tuvieron que afrontar la dura reconstrucción de sus pueblos y de sus vidas, en un contexto de pobreza y miseria, de represión y de construcción de nuevos valores y costumbres bajo la dictadura militar franquista. Que hizo añicos, entre otros derechos, la concepción republicana de la propiedad y del trabajo.

La Bolsa de Bielsa

El avance de las tropas sublevadas contra el gobierno de la II República española en marzo de 1938 desnivela el frente del Ebro y aisla al Norte a la 31ª y 43ª Divisiones republicanas. Mientras la primera sufre una desbandada espectacular y sus hombres se retiran desperdigados hacia Francia, los restos de la 43ª División que manda Antonio Beltrán "El Esquinazau" se mueven hacia el norte y se parapeta en el Sobrarbe. La orografía proporciona una fortificación natural por detrás del desfiladero de las Devotas.

Los ocho mil soldados de la 43ª consiguen hacerse fuertes y aguantar las embestidas de los 14.600 hombres que los asedian. Desde el 14 de Abril al 15 de Junio, este incómodo foco de resistencia soporta escaramuzas y bombardeos. Hay numerosas bajas en los dos bandos. La guerra de "guerrillas" y un último golpe de efecto del Esquinazau logran irritar a Franco.


Los embolsados simulan la rendición durante la noche del 14 al 15 de Mayo. Encienden hogueras para simular el sacrificio de material antes de una retirada y algunas casas son regadas con agua y después incendiadas para provocar un denso humo que impidiera cualquier observación del enemigo. A la mañana siguiente y escondidos tras las trincheras, los hombres de la 43ª aguantan el fuego de mortero sin rechistar. No se oye un alma. La treta surte efecto y los nacionales se disponen a avanzar. Tras encontrar Puyarruego abandonado, los oficiales franquistas se confían y caminan a campo abierto. Cuando alcanzan las posiciones enemigas se produce una auténtica masacre. Al día siguiente los embolsados reciben la visita de Juan Negrín, jefe del gobierno de la República que pasa revista a las tropas.

Ese fue el principio del fin. Los bombarderos Heinkel 45 y Savoia 79 peinan una y otra vez la zona hasta destruir completamente Bielsa. La 43ª organiza una retirada ordenada y agónica a través de los puertos Lera y Viejo. Al otro lado, la Gendarmeríe espera. Las condiciones fueron durísimas: la población civil hubo de caminar por unas montañas nevadas en abril, hasta superar el paso, a 2.439 metros de altitud. Muchas de las personas eran enfermas, niños y mujeres, personas desnutridas por las penurias de la guerra, por el dolor de abandonar sus hogares y partir hacia el exilio con las cuatro cosas que podían caber dentro de un saco o maleta, incómoda de transportar monte a través. 


Evacuación de la población civil por Puerto Viejo. Fotos: Museo Histórico de Bielsa

De los supervivientes de la 43ª, 411 deciden volver a Irún, mientras 6.889 regresan a la España republicana para seguir combatiendo. La represión sobre la zona fue terrible y la reconstrucción dolorosa. Tras combatir en la Segunda Guerra Mundial y graduarse Coronel en la Academia Frunze de la Unión Soviética, "El Esquinazau" pasa a dirigir la guerrilla antifranquista en el Pirineo (activa hasta los 50).
                            
                               Bajo dos tricolores


Tu nombre no sé, nunca lo he de saber;
no he hablado contigo y ya no hablaré.
Ni tan siquiera sé si tu casa está en pie,
o al faltar tú y los tuyos a tierra se fue.

Sólo sé que al partir se te vio sonreír
-"otro niño soldado que juega a morir..."-
Viendo a madre sufrir te abrazaste al fusil;
el futuro era negro, la mañana, gris.

"¡Con la Cuarenta y tres, (madre, no llore usted),
por el mundo en que creo con fe lucharé!
¡No pienso vivir sus inviernos sin fin,
ni arriar tricolores banderas de Abril!"

...De Escalona a Parzán nada te hizo reblar,
de trinchera en trinchera "avanzando" hacia atrás.
-"¡Resistir es ganar! ¡Bastará un día más!..."-
...Y por Junio, en las mugas pudiste llorar.

No, no fue fácil deciros adiós:
Pobres sueños en ruinas, ¡adiós!
casas bombardeadas, ¡adiós!
días de sangre y pólvora, ¡adiós!
chamineras en llamas, ¡adiós!
camaradas y amigos, ¡adiós!
sucias páginas rotas, ¡adiós!
¡A la falsa, recuerdos...y adiós!

Volvió a amanecer, ¡quién lo iba a creer!
Tú mirabas Sobrarbe por última vez.
Volvió a alborear, ¡quién lo iba a pensar!
Y la "Bolsa de Bielsa" llegó a su final.

Te tocaba jugar. A qué carta apostar?
el exilio delante, la guerra detrás...
El Destino, feroz, su jugada cantó:
-"Tras la guerra, el exilio, ¡otra guerra peor!"-

...Y no era un farol, ¡pero no le sirvió!
Encontraste otro idioma, otra patria, el amor.
Supiste sufrir, y venciste, por fin:
¡Bajo dos tricolores entraste en París!

¡Cuánto tiempo hace ya!, y de ti... nada más.
¿Qué destino burlón te impidió regresar?
¿Descubriste, tal vez, que no basta volver?
¡Los recuerdos y Bielsa no dejan de arder!

Tu nombre no sé, ni lo quiero saber;
al ser nadie, eres todos: "la Cuarenta y tres".
Sin rostro ni voz; ni francés, ni español,
sólo un hombre partido por la muga en dos.

En vez de una flor -clavel rojo en tu honor-
subiré al Puerto Viejo a dejar mi canción.

Letra: Manuel Domínguez. Música: Miguel Sorribes. La Ronda de Boltaña.



3 comentarios:

  1. Vi en Facebook que Julián de Salazar y Jacinto se interesaban por este tema y les pasé el enlace, Mencionaban un libro y un DVD que quizás conozcas. Aparece en el muro del GDN de hoy. Un saludo

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    1. Gracias, Alberto, por difundirlo. Espero que este breve relato de lo que ocurrió en ese rincón pirenaico sirva a todos para recordar esta gesta de heróica resistencia popular. Saludos

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  2. Muy bonita historia Jose, gracias por relatarnosla . Fuerte abrazo.

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